Aquel jueves 19 de junio de 2014 el despertador sonó antes de tiempo en el Pabellón del Príncipe, dentro del recinto de Zarzuela, dónde residen los entonces Príncipes de Asturias y actuales Reyes. Entonces, el Rey tenía 46 años, Letizia, 41, sus dos hijas eran todavía pequeñas, Leonor tenía 8 y Sofía, 7.
"La noche anterior se había dejado todo listo, solo faltaba maquillaje, peluquería y vestirse. Sin embargo, creo que esa velada pocos pudieron pegar ojo, los nervios estaban a flor de piel, se notaba en el ambiente que reinaba", nos confiesa una de las personas que estuvo en primera fila de la organización hace ahora una década.
Después de hacer su ejercicio diario, cosa que no perdona la Reina ni en las jornadas históricas como fue aquella, ella misma despertó a la Princesa de Asturias y a su hermana, que descansaban plácidamente en sus habitaciones. Tras desayunar juntos, incluido don Felipe, la jornada tenía que dar comienzo para que todo rodara como estaba previsto. "La intención era que las niñas, que todavía eran pequeñas, estuvieran lo más tranquilas posible, pero para eso sus padres tenían que estar también, y para Letizia que todo saliera como se había planeado era importante", explica una persona cercana al equipo de Zarzuela.
La peluquera habitual de la Reina, Luz Valero, llegó a las siete de la mañana al recinto para comenzar con los preparativos. No solo iba a peinar a la futura soberana, que eligió un look sencillísimo con una trenza a un lado y el pelo suelto, la estilista de TVE también se iba a encargar del cabello de las niñas.
"Tenía que ir todo acorde a la sencillez del modelo que eligió Letizia para ese día. Entonces todavía era Felipe Varela su modisto de cabecera y ambos habían creado un diseño sencillo, elegante y cómodo. Ella no era la protagonista, era su marido el que tenía que vibrar, así que el diseño fue de lo más simple. Eso es algo que siempre tuvo claro. Estaba muy nerviosa, fue muy comentado lo sería que estuvo durante toda la jornada, pero era una mezcla de emoción y nerviosismo. No te creas que se hizo ninguna prueba para el look, ya se conocían demasiado bien, ella solo le dijo que quería que fuera en tono claro y Varela supo interpretar lo que Letizia buscaba. Las medidas las tenía y fueron días de muchísimo lío, así que no pudo probárselo antes", nos revela una amiga de Letizia.
El modista madrileño dibujó para su clienta más famosa un abrigo elaborado en crepé de verano blanco: recto, de corte midi, manga larga y cerrado a la altura del pecho. El cuello estaba bordado de cristales en tonos rubí, amatista, ámbar, rosa talco y microperlas en crema. Cuando caminaba, se podía entrever un sencillo vestido de tubo a tono.
Todo comenzó con un pequeño acto dentro del Palacio de la Zarzuela donde el rey Emérito le colocó a su hijo el fajín de las Fuerzas Armadas. "El padre estaba muy nervioso y emocionado. Fue un momento precioso. Desde ese mismo instante, dejó de ser teniente coronel (del Ejército de Tierra y del Aire) y capitán de fragata (de la Armada), y se convirtió en el Mando Supremo de las Fuerzas Armadas.
Había que colocar esa ceremonia de tipo militar en algún momento de la jornada y lejos del Congreso, para no mezclar nada. Pero no podía ser después, ya que la recepción era al mediodía y don Juan Carlos no iba a acudir a la sesión extraordinaria de las Cortes, se decidió hacerlo de forma sencilla y sin mucho boato. A la reina Sofía se le escaparon las lágrimas y las Infantas, que estuvieron presentes, aunque nadie vio a doña Cristina, se emocionaron también. De hecho, la duquesa de Lugo fue la primera persona en hacerle una reverencia en público al nuevo Rey, eso lo emitieron por la televisión pública", nos detalla una persona cercana al equipo de Felipe VI.
En el otro lado de la habitación su mujer, la que en pocas horas se iba a convertir en Reina consorte, acompañada por sus dos hijas, Leonor y Sofía. "Ella quería que las niñas no se perdieran ni un solo detalle de todo lo que iba a pasar ese día. Era una cosa que habían decidido los dos, por eso Letizia estaba tan pendiente de que estuvieran atentas y centradas, a pesar de lo pequeñas que eran", nos cuenta una amiga de la esposa de Felipe VI.
Tras la ceremonia de proclamación que tuvo lugar a las diez y media de la mañana en el Congreso de los Diputados, toda la actual Familia Real se desplazó al Palacio Real. Se dividieron en dos coches, ya que los Reyes hicieron un pequeño recorrido por las calles de Madrid saludando desde un Roll Royce descapotable perteneciente a Patrimonio Nacional. "Ese fue el momento más tenso. A los de seguridad no les gustaba nada la idea, demasiada gente, muchos edificios, muchas ventanas. Pero todo salió bien", añade la misma persona.
Al volante de ese coche, José Ignacio Gómez Valbuena, el chófer de la Casa desde antes de que llegaran a la Zarzuela y la persona que enseñó a conducir a don Felipe. A petición de este, fue el que le condujo desde el Congreso hasta el Palacio Real saludando a los muchos madrileños que querían darle la bienvenida al trono. "La decisión de no levantarse en el descapotable fue de ella. No quiso robarle ni un segundo de protagonismo a su marido. Ella se quedó sentada, y saludaba por la ventanilla", explica la misma persona del círculo personal de Letizia.
A su llegada al Palacio Real, a los Reyes les esperaban sus hijas, la Princesa de Asturias y la infanta Sofía con sus abuelos, don Juan Carlos y doña Sofía. La salida al balcón para saludar a los muchos españoles que se había reunido en la Plaza de Oriente fue uno de los momentos más emotivos de la jornada. Desde una de las ventanas laterales se pudo ver a Froilán abrir una de las cortinas para cotillear. "Claro que estaba toda la familia allí, es lógico. No los vimos, pero el Rey quería tener a todos sus sobrinos cerca y la Reina igual, también estaban todos los Ortiz Rocasolano. De hecho, estos últimos se quedaron a la recepción, disfrutando como cualquier familia de una fiesta familiar como la que habían vivido", nos cuenta la misma persona.
Sin embargo, las hijas de los Reyes, sus sobrinos, las infantas Elena y Cristina y los Reyes eméritos (nombre que acuñaron ese día a pesar de que no les gustaba nada) se marcharon a casa y no se quedaron en la recepción. "Se estuvo valorando la idea de que las niñas se quedaran, pero Letizia se negó en rotundo, demasiada gente. Sabía que ellas lo iban a pasar mal y ella también, que no permite que nadie se acerque sin estar pendiente, no vaya a ser...", explica una fuente cercana al equipo de Felipe VI.
Dos mil invitados, todos ellos representantes de la sociedad civil española y sin la presencia de invitados internacionales o de miembros de otras Casas Reales asistieron a la recepción ofrecida en el Palacio de Oriente. Aparte de los habituales -autoridades y políticos-, en esta especial y festiva ocasión se citaron a representantes del mundo de la cultura, el deporte, la ciencia y los medios de comunicación, muchos de los asistentes de la misma generación que los Reyes de España.
Un grupo muy numeroso que iba desde el periodista radiofónico Luis del Olmo a los cantantes Alejandro Sanz -acompañado de la que entonces era su mujer, Raquel Perera- y David Bisbal. También acudieron representantes de la aristocracia como el Duque de Huéscar, heredero del ducado de Alba, que coincidió con el humorista José Mota o la actriz Ana Duato, entre otros.
Pasados unos años se hizo viral la presencia en la recepción del Pequeño Nicolás, aunque nadie ha llegado a aclarar como llegó a tener la invitación. Seguramente cualquiera de estos invitados se hubiera visto sorprendido al encontrarse en la sala contigua al salón del Trono a todos los parientes de la reina Letizia disfrutando del ágape entre risas, demostrando que Jesús Ortiz y Paloma Rocasolano mantienen una buenísima relación y que son como cualquier otra familia española.
A las cuatro de la tarde, tras despedir a todos los asistentes, los nuevos Reyes de España se marcharon de nuevo a Zarzuela, donde les espero una celebración pequeña e íntima solo con sus allegados y personas más cercanas. Solo amigos y familia cercana. Nada del otro mundo, todo muy relajado y tranquilo. Para celebrar en la intimidad un momento histórico e inolvidable para los Borbón Ortiz", termina la amiga de Letizia.