El pasado sábado 31 se celebró otra gran boda royal, con permiso de Marta Luisa de Noruega y Durez Verret. La protagonista no es princesa, pero sí ahijada de Felipe VI y reunió en su enlace a la familia el Rey, excepto a Letizia, que estaba en París apoyando a los deportistas paralímpicos. Aunque se celebró a puerta cerrada en la finca Soto Mozanaque, en la localidad madrileña de Algete, hay fotos oficiales del evento. En ellas hemos podido ver con detalle el vestido de Victoria López-Quesada y la elegancia de la reina Sofía y las infantas Elena y Cristina, invitadas de excepción.
La novia, como en su día hizo su madre, Cristina de Borbón dos Sicilias, escogió a uno de los diseñadores españoles más demandados en trajes nupciales: Lorenzo Caprile, que una vez más obró su magia. Se trataba de un diseño clásico, de esos que nunca pasan de moda, en blanco de cuello redondo, con manga larga ligeramente fruncida en los hombros, falda con ligero vuelo y un precioso bordado en la zona central del abdomen.
Lo combinó con un precio velo de encaje, que perteneció a su bisabuela, la infanta Alicia de Borbón-Parma. No podía faltar, por supuesto, la tiara, elaborada con cinco botones, que también era una joya histórica. En concreto, eligió la de los Borbones, que data del siglo XVIII, que también llevó su madre en su boda y otras mujeres de la familiar. Un sencillo ramo de calas. Su ya marido, Enrique Moreno de la Cova, de chaqué.
Entre los invitados al enlace no podía faltar Felipe VI, ya que es padrino de Victoria, pero tampoco la Emérita y sus dos hijas, que volvieron a deslumbrar con su elegancia. Elena fue quizá la más informal con un vestido blanco de estilo camisero con lunares negros y cinturón a tono. El look era muy retro y los zapatos con tira en el empeine y hebilla fueron el complemento perfecto. La Infanta optó por un recogido clásico para lucir sus lujosas joyas.
En cuanto a su hermana, optó por un estilo completamente diferente, muy Rania de Jordania. Una camisa blanca de corte masculino y una falta larga vaporosa con estampado floral en tonos azules, más un cinturón ancho y un clutch pequeño y rígido en blanco. También llevaba el pelo recogido y un brillante collar al cuello.
En cuanto a la reina Sofía, no dudó en seguir el protocolo para este tipo de eventos royal y se decantó por un vestido largo, pero sin estridencias. En tonos marrones, la capa superior estaba salpicada de flores en 3 D y debajo traslucía el diseño en satén color champán con vuelo. El escote redondo y la manga larga, con unos zapatos también en color metalizado. Esta vez, cambió sus collares de aire boho por uno de perlas de dos vueltas a juego con una pulsera.
Se echó en falta la presencia de Letizia, que lleva más de una década sin ir a una boda con la Familia del Rey. Tampoco estaban presentes ni Leonor, que ya ha ingresado en la Escuela Naval de Marín, ni Sofía, de vuelta en Gales. Pero sí otra royal como Sassa de Osma, que también deslumbró con su look de invitada.