La Casa Real noruega está viviendo uno de sus momentos más delicados. El escándalo que afecta al hijo mayor de la princesa heredera, afecta a la institución, quieran o no. Este 2024 está siendo, sin duda, un annus horribilis para Mette-Marit: no solo ha tenido que ver a su primogénito encarcelado, eso hace que deba transitar por un camino espinoso en su camino al trono y también ha pasado por varios problemas de salud. Como futura consorte del país nórdico, la grave situación de Marius Borg hace que todos los ojos estén puestos también en ella y en sus reacciones, que son pocas.
Las últimas noticias sobre el joven de 27 años son serias: ha sido enviado a prisión preventiva durante al menos una semana tras ser acusado de una presunta violación, que además no es la única. El culebrón comenzó el pasado mes de agosto cuando fue detenido por un caso de malos tratos. Era la punta del iceberg, el hilo del que tirar para descubrir un escenario de adicciones y problemas de salud mental confesados por el propio protagonista.
Esta situación afectaría a cualquier madre, pero si además eres la persona destinada a ser reina, la cosa se complica. Más aún teniendo en cuenta que algunos de los hechos que se le imputan a Marius han sido cometidos en dependencias que pertenecen a la pareja real. La Princesa está en el ojo del huracán y la prensa de su país la acusa de haber avisado a su hijo de la inminente llegada de la policía a su casa tras la primera denuncia que recibió.
No solo eso, la exnovia de Marius, la modelo Juliane Snekkestad, ya había avisado a Mette-Marit de los comportamientos del joven durante su relación. En las investigaciones en curso, según la prensa noruega, se ha aportado un SMS que ella envió a la Princesa contándole un episodio de abusos. Pese a todas estas informaciones, Mette-Marit guarda silencio.
En cambio, su esposo, Haakon de Noruega, tras conocer la última detención de su hijastro [es fruto de una anterior relación de Mette-Marit] hizo las siguientes declaraciones desde Jamaica, donde se encontraba de visita oficial. "Son acusaciones graves a las que Marius se enfrenta ahora", dijo al medio NRK asegurando que confía en la policía y los jueces. Y añadió: "Como familia y como padres, hemos querido que Marius reciba ayuda y llevamos mucho tiempo trabajando para conseguir que llegue a un lugar donde pueda recibir más ayuda. Es algo a lo que damos mucha prioridad. Debe hacerse dentro del marco que establece el ordenamiento jurídico".
En medio de este caos, Mette-Marit encuentra apoyo y consuelo en su hija, la princesa Ingrid Alexandra, a quien visitaba hace unos días en el campamento Skjold, donde realiza su formación militar, preparándose para llevar la corona de Noruega algún día. Ella encarna el perfil completamente opuesto a su hermano: discreta, responsable y manteniendo una imagen impoluta de cara a la institución.
En su país es muy valorada e incluso hay un sector de la política que cree que se debería cambiar la Constitución para permitirle actuar como regente en ausencia del rey Harald y del heredero Haakon, lo que además ayudaría a liberar un poco a su madre de su agenda real y más en estos momentos. El actual monarca, de 87 años, tiene una salud muy delicada y, aunque no se ha pronunciado la palabra abdicación, parece que llegará más pronto que tarde. Eso convertiría a Ingrid Alexandra en heredera.
El annus horribilis de Mette-Marit también tiene que ver con su bienestar. Padece una enfermedad crónica, cuyos efectos secundarios la obligan de cuando en cuando a tomarse un descanso y aparcar sus obligaciones oficiales.
Este 2024 han sido varias las veces que ha estado de baja médica a causa de su fibrosis pulmonar que le fue diagnosticada en 2018. Entonces emitió el siguiente comunicado avisando de que tendría que bajar el ritmo: "Llevo años con problemas habituales de salud, y ahora sabemos más sobre lo que pasa. Esta enfermedad significa que mi capacidad para trabajar variará. El príncipe heredero y yo hemos optado por hacerlo público ahora en parte porque en el futuro tendremos que planificar períodos de tiempo en los que yo no tenga una agenda de compromisos oficiales para adaptarme a las necesidades del tratamiento cuando la enfermedad se manifieste más".
En espera de que avance el caso de Marius Borg, la futura reina de Noruega tendrá que enfrentar el difícil desafío de cumplir con sus obligaciones para la Corona mientras lidia con el juicio de su primogénito y las posibles consecuencias de sus actos. Es un escenario inédito en la Familia Real del país nórdico.