Así se gestó la cesión de las dos piezas de Balenciaga a la reina Letizia: "La capa es más importante que el vestido"
- Magas ha entrevistado a Josep Casamartina i Parassols, cofundador, director y vicepresidente de la Fundación Antoni de Montpalau.
- Más información: Letizia, a ojos de Leibovitz: un Balenciaga con historia, el motivo por el que no lleva diadema y la joya inesperada
"Qué medias más bonitas lleva usted, ¿son americanas?". "Pues no, señor, son de Sabadell". En este pequeño diálogo, la persona que responde, con cierto punto de enfado e indignación, es nada menos que Lola Flores. Así lo reprodujo ella misma en el programa Su turno (1981-1983), de Televisión Española, donde defendió de manera vehemente las bondades del producto español frente al extranjero. La Faraona señaló a Sabadell y no se equivocaba.
En los años 30, el municipio barcelonés tenía 50.000 habitantes y el 90% de la mano de obra activa trabajaba en la industria textil. Sabadell fue durante décadas una inmensa fábrica de ropa con múltiples talleres repartidos por toda la urbe. Algunos de sus ciudadanos más mayores aún recuerdan el ruido de las máquinas por sus doradas calles. En 2009, según el Centro de Información Textil y de la Confección, esta industria todavía daba empleo a 7.500 de sus 200.000 habitantes.
Y es precisamente en Sabadell donde nace y se erige la Fundación Antoni de Montpalau, cuya colección ya posee más de 19.000 piezas entre vestidos de alta costura, complementos, fotografías y otras obras de arte. Entre ellas, las dos magníficas prendas del diseñador español Cristóbal Balenciaga que la reina Letizia lució para el retrato de Annie Leibovitz.
La primera, la que se presume la más importante, es un vestido negro, creado por el emblemático coutourier de Getaria en los años 40. Se trata de un traje de gala, de corte sirena y escote palabra de honor confeccionado en tul de seda con un precioso drapeado en el mismo tono azabache. La originalidad del diseño reside en la delicada y elegante asimetría de la falda.
La segunda, la principal en realidad, es un abrigo-capa en tafetán de seda de color fucsia, creada en el taller que Cristóbal Balenciaga tenía en Barcelona en 1962. Carambolas de la vida, esta prenda fue lucida por María del Carmen Ferrer-Cajigal, condesa de Torroella de Montgrí y marquesa de Robert en la boda de Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia.
La Fundación Antoni de Montpalau, que toma su nombre del protagonista de la novela Les històries naturals, del escritor Joan Perucho, está presidida por Anna Maria Casanovas y dirigida por Josep Casamartina. Magas ha hablado con él para conocer cómo se gestó que dos de las prendas más icónicas de Cristóbal Balenciaga - "el maestro de todos nosotros", como lo calificó Christian Dior- acabasen sobre el cuerpo de la reina de España.
Josep, ¿cómo surgió que la Reina luciera un Cristóbal Balenciaga de la fundación para los retratos de Annie Leibovitz?
Fue muy sencillo. Una mañana recibí una llamada de la Casa Real. Era Eva Fernández, la estilista de la reina Letizia y me preguntó si estaríamos dispuestos a prestarles un vestido de Cristóbal Balenciaga para una foto. En ese momento no sabíamos que sería Annie Leibovitz quien haría la sesión. Yo le expliqué que, en principio, no prestamos vestidos a nadie, ya que funcionamos un poco como un museo.
Pero hay excepciones, ¿no?
Sí es cierto que hemos hecho excepciones con fotógrafos de renombre, como Manuel Outumuro, amigo nuestro, que ha utilizado nuestras piezas en reportajes para Marie Claire o El País Semanal. Además, hemos prestado trajes para sesiones con top models como Davinia Pelegrí, Judit Mascó, Martina Klein o Vanesa Lorenzo. Así que pensé: si se los hemos prestado a Judit Mascó, no podemos decirle que no a la reina Letizia. Y así fue, simplemente.
¿El requisito que pusieron era que fuera un modelo de Cristóbal Balenciaga?
Sí, el requisito era que fueran vestidos de Balenciaga y, además, que fueran trajes largos. En nuestra colección contamos con unos 30 vestidos de Balenciaga, pero pocos son largos; tenemos más trajes de cóctel, conjuntos de chaqueta y abrigos. Les enviamos fotografías de varias piezas y finalmente eligieron dos.
¿Y respecto a los colores, pidieron que fuera negro?
No, no hubo esa exigencia. El otro conjunto que seleccionaron, de 1962 y perteneciente a la condesa de Montgrí, era de color marfil. Sin embargo, ese traje es más adecuado para una señora mayor, por así decirlo. El vestido negro, en cambio, era el soporte ideal para el abrigo-capa que lo acompañaba.
¿Por qué no llevó finalmente la capa como un abrigo?
No lo sé exactamente. Nosotros no estuvimos en la sesión, pero supongo que Leibovitz decidió echar la capa hacia atrás para resaltar la figura de la Reina. Es muy bonita y, de hecho, es la pieza más importante del conjunto, incluso más que el vestido negro, que también es significativo, pero menos llamativo que el abrigo sin mangas.
Qué interesante. ¿Por qué la capa es tan especial?
Es una pieza muy icónica. Aunque en la foto no se aprecia completamente porque está echada hacia atrás, es una de las creaciones más famosas de Balenciaga. Hay unas ocho, diez o quizás 15 versiones de esta capa repartidas por el mundo, ya que los trajes de alta costura no eran modelos únicos; se confeccionaban para las distintas clientas que los encargaban. Si se viera en su totalidad, sería evidente que es una prenda muy abstracta y fascinante, típica de la última etapa de Balenciaga, cuando experimentaba intensamente con las formas.
¿Y qué opinión te merece el resultado?
Estupendo. El vestido le queda fantástico. La foto es muy buena, atractiva y llamativa. Estamos encantados.
¿Pusisteis alguna condición desde la fundación? Imagino que no se podían hacer arreglos al vestido.
Exactamente. No se podía tocar nada en absoluto. Sin embargo, en el caso del vestido negro, que es más delicado, ya que está confeccionado en tul y es más antiguo, dimos autorización para que las modistas de la Casa Real pudieran realizar una ligera restauración.
¿Restaurarlo?
Sí, restaurarlo, pero sin alterarlo. Por ejemplo, si había un hilo oxidado, se podía cambiar para consolidar la pieza. Es un vestido muy frágil que mostramos en contadas ocasiones precisamente por su estado.
¿El vestido lo recogieron ellos o lo llevasteis vosotros?
Lo llevamos nosotros a Madrid. No nos gusta enviarlos por transporte, ya que requeriría un sistema especial, como las obras de arte. Fuimos personalmente, quedamos en un hotel y allí lo recogieron.
¿Qué ha supuesto para vosotros que Letizia y Leibovitz hayan puesto en el mapa la fundación?
Un reconocimiento muy valioso.
¿Hay planes para exponer el vestido y la capa en España?
El abrigo-capa, junto con su vestido original, que es el color marfil, se expondrá en Milán a finales de febrero. Será en la Feria de Milán, en una exposición dedicada a promocionar los zapatos españoles. Es la primera exposición de Balenciaga en Italia, algo que sorprende porque nunca se había realizado antes. Han seleccionado entre 24 y 25 trajes, de los cuales ocho son nuestros. Cada marca española de zapatos creará un par a juego con cada vestido, incluyendo el marfil, el que no aparece en la foto.
¿Por qué no se eligió el vestido marfil con el abrigo capa y sí el negro?
Se hicieron pruebas y, finalmente, se optó por el negro. La elección de la estilista de la reina Letizia de combinar ambas piezas fue un acierto absoluto. Aunque son de épocas diferentes y una de ellas pertenece a otro conjunto, el resultado fue excelente.
¿Las exposiciones las organizáis por diseñadores y por temáticas?
Exactamente, suelen ser por autor o tema. Por ejemplo, en Barcelona, hace un par de años, realizamos una exposición llamada El negro: del luto a la seducción. Ahí hubiera encajado perfectamente el vestido negro, pero actualmente no estamos trabajando en ninguna exposición donde encaje.
Josep y la fundación
Este pasado 2024 habéis cumplido 20 años de vida en la fundación. ¿Qué balance haces de estas dos décadas?
Fantástico. Desde que empezamos, en diciembre de 2004, con Anna María Casanovas, nuestra presidenta, la intención era centrarnos únicamente en tejidos modernistas y art déco. Sin embargo, al cabo de uno o dos años empezamos a recibir donaciones de vestidos, lo que nos llevó a ampliar nuestro enfoque hacia la moda. En aquel momento, la historia de la moda española estaba poco cubierta, así que decidimos explorarla a fondo. Fue entonces cuando comenzamos a contactar con diseñadores, marcas y profesionales de la alta costura. A partir de ahí, creamos esta fundación para poner en valor la rica historia de la moda en España, desde el siglo XX hasta la actualidad.
¿Cómo nace la fundación, por qué surge y con qué objetivos?
En el año 2000 organicé una exposición para el Museo Textil de Terrassa sobre art nouveau. Durante tres años trabajé con ellos en una serie de exposiciones sobre este tema y también comencé una colección para el museo, que ya disponía de una propia. Fue en ese momento cuando me surgió el instinto coleccionista y decidimos continuar. Hablé con Anna María, quien mostró total disposición para seguir adelante. Así nació la fundación. Ella tenía entonces una librería y me dijo: "No le pondremos ni tu nombre ni el mío a la fundación. Tú piensa". Entonces surgió la idea de Antoni de Montpalau, un personaje de una novela de Joan Perucho que nos gustaba a ambos.
¿Por qué elegir a un personaje de ficción para el nombre de la fundación?
Mucha gente, en nuestras exposiciones, nos pregunta: "¿Vendrá el señor Antoni?" (risas). Me hace mucha gracia porque el señor Antoni no existe.
¿Cuál es tu función dentro de la fundación?
Soy cofundador, director y vicepresidente. Mi trabajo consiste en dirigir la fundación, idear proyectos y desarrollarlos junto al conservador de la fundación, Ismael Núñez Muñoz. Ambos nos encargamos de pensar, trabajar, redactar y presentar cada proyecto.
Has mencionado que "la gente empezó a donar prendas y obras de arte a la fundación". ¿Cuál es el perfil de estas personas? ¿Son anónimos, celebridades, miembros de la alta sociedad?
Hay un poco de todo. Yo tenía mucho contacto con coleccionistas gracias a mi trayectoria. Por ejemplo, organicé la exposición de Josep de Togores en el Reina Sofía en 1998. Esto ayudó al principio. Además, hemos recibido donaciones de diseñadores como Lydia Delgado y Antonio Miró. Respecto a celebridades, no es nuestra prioridad, aunque sí hay algunas personas conocidas que han aportado.
Pero, por ejemplo, mujeres como la baronesa Thyssen o Naty Abascal han cedido prendas para exposiciones. ¿Es ese vuestro caso?
No exactamente. Por ejemplo, ahora estamos preparando una exposición del modista Andrés Andreu en Barcelona. También hemos recibido la donación de un traje de alta costura que la actriz Mónica Randall llevó en Nueva York. La familia March nos ha donado piezas importantes de Balenciaga, y recientemente un sobrino de Vittorio De Sica y María Mercader nos cedió un Valentino de alta costura que pertenecía a su tía. Además, Carmen Mateu de Suqué, organizadora del Festival de Peralada, nos donó una serie de piezas de Balenciaga.
¡Qué maravilla!
Sí, mucha gente sigue nuestro trabajo con entusiasmo y nos hace donaciones importantes.
Josep, con más de 19.000 prendas entre vestidos, complementos y obras de arte, ¿cuáles destacarías como las más icónicas o simplemente tus tres favoritas?
Es muy difícil elegir. Siempre comparo esta situación con la de un padre de familia numerosa al que le preguntan cuál de sus hijos es su favorito. Hay muchos trajes maravillosos, como algunos de los años 20 o el conjunto de 1962 de Balenciaga que la condesa de Torroella de Montgrí llevó a la boda de Juan Carlos y Sofía. De esas dos piezas, la reina Letizia lució la capa, pero había un vestido marfil. Con tantas piezas es imposible elegir solo tres, ni siquiera 300 o 3.000.
Para concluir, ¿cuáles son los planes de la fundación para este recién estrenado 2025?
El próximo 9 de enero inauguramos la segunda exposición de un ciclo ambicioso titulado Sabadell se pone de moda. En esta ocasión será Sabadell confecciona. En Sabadell se han creado tejidos que han sido utilizados en vestidos de Balenciaga, Armani, Ralph Lauren, Pertegaz, Pedro Rodríguez, entre otros. Además, aquí nacieron marcas como Mango y Stradivarius, así como otras que ya no existen. El tercer ciclo será Sabadell crea, que realizaremos en el Museo de Arte en honor a Joan Serra, de Santa Eulalia. Serra se incorporó a la firma en 1932, con solo 16 años, y fue su segundo diseñador desde los años 50 hasta los 70. También rendiremos homenaje a Antoni Miró.
¿Y sobre diseñadores contemporáneos?
Sí, por supuesto, también de Sabadell, como Yolandacris, quienes desfilaron recientemente en la Semana de la Moda de Alta Costura en París. Además, en otoño presentaremos un proyecto precioso en Madrid, aunque todavía no podemos dar detalles. En paralelo, estamos trabajando en iniciativas para Andalucía y el País Vasco. Pero las exposiciones más concretas son las de Sabadell y la de Madrid.