Los días de encierro en casa sin poder salir son una condena para los adultos pero para los niños todavía es más complicado de digerir y de llevar. La ansiedad, los enfados, las rabietas... pueden ir apareciendo como un síntoma más de la angustia de no poder salir de casa ni seguir con su rutina.
Por eso, los expertos hablan de que los pequeños también pueden tener cuadros de ansiedad que hay que vigilar y controlar. Para ayudar, el Hospital Universitario Niño Jesús ha dado una serie de trucos que pueden ayudar a que toda la familia esté más tranquila en estas semanas de encierro.
1. Información
Lo primero que hay que hacer para luchar contra las consecuencias del aislamiento es que los niños sepan qué es el encierro y por qué se ha decidido. Ya hemos dado algunas fórmulas sobre cómo comunicarlo en función de su edad pero, sobre todo, lo que piden los psicólogos infantiles es que se les proteja de la sobreinformación que hay y de los bulos y la alarma que se ha instalado en el país. "Aborda con él o con ella sus preocupaciones e intenta que no estén recibiendo constantemente información del estado del COVID-19 por medio de las noticias, oyéndote hablar por teléfono…".
2. Una labor generosa
Lo primero que tranquiliza a los más pequeños, y a sus padres, es saber que el coronavirus no atenta contra su salud pero sí contra la de las personas mayores que les rodean. Por eso, hay que hacerles comprender que gracias a que se está quedando en casa se están salvando vidas, directa e indirectamente, y están ayudando a no colapsar los hospitales.
3. Expresar emociones
Muchos padres ya habrán comprobado que la frustración y la rabia del encierro ha llevado a mucho niños a aumentar las rabietas, las pesadillas, el nerviosismo... Hay que ayudar a los más pequeños a que expresen sus emociones, preguntadles cómo se sienten y mantener siempre "una escucha activa y actitud de comprensión, sin quitar importancia a sus preocupaciones". Para rebajar tensiones, los expertos del Niño Jesús "apuestan por estrategias de relajación o distracción".
4. Somos su espejo
Muchos padres no somos conscientes aún de cómo la ansiedad que estamos viviendo les afecta directamente a los más pequeños. Los expertos hablan de crear, en la medida de lo posible, un "clima de calma y cariño" y aseguran que "los niños aprenden de nosotros a lidiar con las emociones que le perturban, y seguramente necesiten más de tu atención, tu tiempo y tu cariño".
Lo ideal para que los padres estén listos a la hora de tratar las emociones de los menores es que puedan también tener su propio espacio por lo que el consejo es que se establezcan turnos entre la pareja o con otro adulto responsable que permita la descarga emocional del adulto sin que estén los niños delante.
5. Videollamadas
Los niños necesitan comprobar casi con sus propios ojos que todo marcha bien y que no están solos. Por eso, los psicólogos infantiles recomiendan la comunicación con otros miembros de la familia que no estén presentes en este momento por videoconferencia para tranquilizarlos.
E incluso señalan lo positivo que puede resultar que hablen con amigos suyos para seguir con un contacto que para ellos es básico y que les falta al estar encerrados por lo que es una buena idea organizar llamadas con sus amigos que eviten que se sientan solos.
6. Rutina, la palabra mágica
El encierro parece que puede alargarse más de 15 días por lo que los psicólogos insisten en que es necesario que se creen rutinas, lo más parecida a sus días habituales, para que la cabeza también se adapte a la nueva situación.
Lo primero es establecer horarios "de sueño, comidas, estudio, juegos…". Los médicos resaltan que es necesario que se duchen todos los días y se vistan con ropa cómoda para evitar que estén en pijama.
"Es bueno que el niño partícipe de estas rutinas y que ayude a elaborar un calendario para la semana". Como consejo médico, en general, abogan por practicar juntos las medidas preventivas (como el lavado de manos, limpieza del hogar…), y mantenerlos limpios.
7. La tele, un mal necesario
Lo ideal es que los padres puedan buscar actividades que estimulen la creatividad de lo más pequeños, como una forma, también, de ayudarles a canalizar sus emociones. Sin embargo, el teletrabajo, la falta de materiales... no siempre permiten estar creando nuevos juegos todo el tiempo por lo que los psicólogos advierten de que, en esas circunstancias, hay que ser flexibles y no sentirse culpables si ven la televisión más de lo habitual. Es lo normal en esta situación.
8. Ejercicio físico, aunque sea en casa
La energía de los más pequeños siempre es un problema de canalizar en espacios pequeños o en pisos. Sin embargo, los expertos apuestan por hacer cualquier tipo de actividad física en familia dentro de las posibilidades "como coreografías, saltar… actividades de mindfulness o relajación para niños".
9. Ser tolerantes con las normas
Las condiciones de estrés que se están viviendo en todas las casas ponen a prueba los nervios de cualquiera, incluidos los de los niños que, es posible "se muestren más exigentes con los padres, o que los enfados y rabietas se hagan más difíciles de controlar".
Por eso, los especialistas del Niño Jesús aconsejan ser "algo más tolerantes con algunas de las conductas infantiles que normalmente no les permitiríamos, como correr por la casa, jugar con el balón…", eso sí, no pueden desaparecer todas las normas y los límites básicos que marcan su comportamiento. Además, advierten de que si las peleas entre hermanos son demasiado frecuentes, habrá que "volver a tomar el control".
10. Aplaudir a los profesionales
Como de cualquier crisis, de esta también se saldrá y los menores tendrán que volver a su rutina reforzados en sus valores de generosidad y empatía por lo que habría que evitar informaciones o actitudes que contribuyan al estigma, como decir que el virus lo han traído de fuera, etc.
"Muy al contrario, hay que mostrar ejemplos positivos de la sociedad (profesionales sanitarios que atienden a todo el mundo, vecinos que se ofrecen a ayudar a los mayores…), muestras de generosidad y amabilidad, y cómo nos están ofreciendo ayuda los países que tienen más experiencia con la infección".
Casos extremos
Desde el Hospital Niño Jesús recomiendan a los padres que estén atentos al comportamiento de sus hijos para que puedan detectar alteraciones que están fuera de lo normal. Alteraciones o nervios puede ser algo común pero no hay que pasar por alto otro tipo de patologías:
"Verbalizaciones de que no quiere vivir o conductas autolesivas; cambios drásticos en su conducta que incluso pueda resultar peligroso para sí mismo o los que le rodean; una disminución importante de la ingesta u otras conductas anómalas en torno a la alimentación; alucinaciones o pensamientos extraños o una obsesión excesiva con la infección u otras circunstancias como el lavado compulsivo de manos y otras medidas higiénicas irracionales que le estén generando importante angustia", enumeran.
En estas situaciones, hay que contactar lo antes posible con el pediatra de atención primaria o con un profesional de la salud mental para evitar que vaya a más.