El 60% de los pacientes que se somete a una operación de frontoplastia son mujeres transgénero que buscan feminizar su aspecto, mientras que el 40% restante se corresponde con mujeres cisgénero que no se sienten cómodas con su frente por considerarla demasiado amplia, según datos del Instituto de Cirugía Facial Avanzada Icifacial a Infosalus.
En este sentido, una investigación publicada en The Journal of Craniofacial Surgery defiende que rasgos como el tamaño o forma de la frente son marcadores clave para el reconocimiento facial de géneros, esto es, para reconocer a una persona como hombre o mujer.
En concreto, la zona de las cejas y la línea de implantación del pelo se definen como las características que más determinan el aspecto de la frente y la percepción social del género. Así, lo masculino se relaciona con una línea capilar con forma de M y con entradas y con el arco de las cejas más pronunciado, mientras que en los rasgos femeninos predomina una frente ovalada y más plana.
Según explica el director de Icifacial, el doctor Germán Macía, la frontoplastia se basa en tres procedimientos: la remodelación del hueso frontal mediante el limado del arco supraorbitario y todas las protuberancias, el avance de la línea de implante capilar para reducir el tamaño de la frente y la elevación de las cejas, sobre todo por su extremo lateral.
"La transformación de las estructuras óseas induce un importante cambio en la imagen de los pacientes y su percepción como más femenino y estilizado", señala.
En estos casos, como expone el doctor, la remodelación de las estructuras óseas de la frente se puede combinar con otras técnicas como el 'lipofilling' de la región temporal, que consiste en aumentar el volumen de las sienes con tejido graso, o el implante capilar si fuera necesario.
Para el doctor Macía, "la cirugía de frontoplastia genera un nivel muy alto de satisfacción porque los resultados son visibles de manera inmediata, desde que el paciente sale del quirófano. El cambio a mejor es muy notable".
Según el especialista, por lo general, el paciente presenta molestias locales controlables con analgésicos. La recomendación de los expertos es que los pacientes se reincorporen a su rutina habitual entre 7 y 10 días después de la operación y que esperen un mínimo de 3 semanas para hacer esfuerzos o ejercicio físico. La inflamación irá disminuyendo de forma gradual hasta que la frente y las cejas presenten un aspecto natural.