Ser madre en medio de una pandemia ha sido una dificultad añadida tanto para las familias como para las Maternidades. El Covid-19 ha cambiado organigramas y formas de actuación y algunos hospitales han tenido que poner en marcha nuevos protocolos como el de 'Alta Precoz para la Puérpera' en el Hospital de la Paz, es decir, parir y en menos de 24 horas estar en casa con el bebé pero bien atendida.
Quizás sea este hospital en Madrid el que más ha desarrollado este programa al incluir a matronas que se desplazan a los domicilios de las recién estrenadas madres, incluso los fines de semana, evitando que las mujeres tengan que volver al hospital ni siquiera para hacer las pruebas metabólicas de sus pequeños.
MagasIN se mete en La Paz para ver cómo vienen al mundo estos niños en mitad de la pandemia y acompañamos a una de estas matronas itinerante en sus visitas a estas madres.
Son las 8.30 de la mañana e Irene Ballester arranca el motor del coche que pone rumbo hacia la M-607, al norte de Madrid. Conecta el navegador; y se siente una privilegiada al mirar por el retrovisor la luz de un día brillante que le permite moverse en un mundo confinado mientras la torre redonda de la Maternidad se va quedando atrás. Gasas, empapadores, lancetas, Bilichek (el aparato que se usa para medir la bilirrubina)... Su bolsa es un acervo ordenado de herramientas de matrona.
El día anterior nacieron 10 niños y es probable que, tras 24 horas, sea ella la que los visite en sus domicilios. O Medea, o Liliam... Estas residentes del EIR son parte del equipo que, en coordinación con neonatólogos, lleva adelante el "Programa de Alta Precoz a la Puérpera" que puso en marcha el hospital de La Paz, el pasado 24 de marzo; obligados por este tsunami sanitario, como denomina el doctor Bartha, jefe del servicio de Obstetricia, a esta situación a la que les ha llevado la pandemia por coronavirus.
El hospital cambió
En unos días el puzzle del hospital empezó a cambiar. "Varias plantas del General fueron trasladadas a la Maternidad en menos de 24 horas: Paliativos y Oncología, Digestivo y Medicina Interna. Entre otras plantas del edificio, dos de las tres de puerperio fueron ocupadas. Además, creamos un nuevo protocolo para derivar a las futuras mamás con Covid-19 positivo al Hospital General y dejar este edificio limpio para el resto", añade el doctor.
"De esta forma, nos convertimos en centro de referencia para Urgencias, junto a otros tres hospitales de la Comunidad de Madrid. Así que al reducirse el número de camas, y aumentar la presión asistencial, la dirección del Hospital, la dirección de Enfermería, de Obstetricia y Ginecología, y la de Neonatología acordaron dar de alta en 24 horas a las puérperas de partos eutócicos, y con niños sanos", explica.
Pero aunque se vayan a casa, las madres recién paridas no están solas: "Para eso creamos este programa especial de asistencia de matronas en los domicilios", asegura Rosa María Alba, supervisora de Área de la Maternidad. "Así que de los 670 partos naturales que llevamos desde marzo casi 300 madres han entrado en él. Se han hecho visitas por la Comunidad de Madrid y abarcando además áreas que en principio no nos correspondían como Alcalá de Henares, Torrejón...".
El Covid-19 ha alterado esquemas, formas de actuación y protocolos que han ido cambiando cada día, ejecutando grandes trasformaciones o pequeños detalles "como descongestionar los paritorios de material para no tener que deshacerse de él después de atender un caso de coronavirus que en principio desconocíamos", añade Alba.
"Porque los primeros días sorprendía esta situación, nueva para todos, con madres sin síntomas a las que no se les había realizado la PCR. Ahora también puede ocurrir que por la premura del parto no dé tiempo a hacerla; así que actuamos como si tuviéramos delante siempre un positivo, hasta ver los resultados".
Son conscientes de que la situación tiende a normalizarse, pero sigue habiendo contagios: "En esta nueva etapa concentramos en la planta 12 los casos de mujeres hospitalizadas con coronavirus", dice el doctor Bartha. "Las necesidades cambian constantemente, y al final se decidió dejar esta planta para Covid-19", continúa Alba, que recalca, precisamente, esa ansiedad que han sufrido desde el principio por tener que tomar decisiones importantes, y ponerlas en práctica, en cuestión de horas.
Medir la bilirrubina
Mientras en la planta tercera, en el paritorio, unas enfermeras ayudan a otra a colocarse el EPI para entrar en una sala de dilatación, a 30 kilómetros, a los pies de la sierra de Madrid, Irene mide la bilirrubina de Aritz que casi tiene ya 48 horas de vida. Las pruebas metabólicas que antes se hacía en el hospital ahora se realizan en las casas de las familias como ésta que asiste en medio del salón, tal vez, al segundo acto heroico de su hijo después del nacimiento.
Al mismo tiempo que el pequeño pie de Aritz se enfrenta al pinchazo de una lanceta, Irene le insiste a Marta, su madre, que no deje de amamantarle mientras intenta verter las gotas de sangre en el cartón: "La lactancia es un analgésico en estos momentos", le dice.
Precisamente asesorar en la lactancia; hacer la prueba del talón antes de las 52 horas; hacer un reconocimiento del bebé y una evaluación puerperal completa a la madre (como la valoración de los loquios, la contracción uterina o una posible lesión perineal) son algunas de las funciones que realizará Irene o las otras dos matronas del programa en estas visitas.
Ellas se alternan trabajando, también fines de semana y festivos, con un neonatólogo, o neonatóloga siempre de guardia, para que sus presencias en los domicilios sean la continuidad del hospital que cubra las necesidades que las madres precisan cuando a las 24 horas ya vuelven a casa.
Para Marta (35) y Adam (38), los padres del pequeño, fue un alivio estar tan pronto en su domicilio y alejarse de un hospital. La posibilidad de un contagio es una inquietud que planea estos días por la cabeza de una embarazada y de una puérpera rodeada de gente con mascarillas...
"Una vez que, según las estadísticas, vi que en el caso de contagiarte era muy difícil trasmitirlo al feto, me quedé tranquila", asegura Hodei (35), otra de las madres que visitamos esa misma mañana, ya de vuelta a Madrid. Esta bioquímica, que trabaja como monitora de estudios clínicos para una empresa farmacéutica, viajó y visitó hospitales hasta casi el final del embarazo.
"Al principio nadie fuimos conscientes del alcance de este tipo de rotavirus, mucho más virulento de lo que se pensaba y con esa facilidad para propagarse. Y después pensé, claro, he estado en hospitales pero nos tranquilizamos al ver que no tenía ningún síntoma de estar enferma y además se confirmó el negativo justo antes de entrar en el paritorio".
Ansiedad en la primera noche
La llegada de Irene despeja la ansiedad de la primera noche en casa, y la mueca cansada de Alejandro (34), que tiene a su pequeño Aimar en brazos, se disipa mientras la matrona examina las heridas "de guerra" de la madre. "Aimar se debió agarrar justo cuando el pecho está más duro, con la subida de la leche, y ahora es doloroso", explica.
Hodei, a pesar de ser primeriza, sabe que estas inseguridades se irán superando. Lo que ya no tienen tan claro es en cuanto tiempo se desplegará ese mundo que ahora contemplan distanciados detrás de la ventana. "A veces no somos conscientes de lo que está pasando, tan absortos como estamos en esta vida paralela donde las horas se nos pasan volando, durmiendo distinto, comiendo distinto con los horarios cambiados y pegados al bebé", sonríe Hodei.
"Nuestra preocupación por lo que está ocurriendo en realidad se centra en Aimar, lógicamente. El hecho de que los niños apenas se contagien no significa que no pueda ocurrir", añade Alejandro.
A Irene le queda una familia más por visitar esta mañana, en el barrio de Tetuán, que prefiere que sólo entre en su casa la matrona. La espera en el coche, en medio de la calle vacía, se va alargando hasta que por fin aparece con cara de preocupación y hablando por el móvil.
De vuelta al hospital
Al otro lado del teléfono, el neonatólogo del hospital reafirma la decisión de Irene de mandar al bebé, que acaba de reconocer, de regreso a la Maternidad. "Nada grave; pero creo que es lo correcto. Su bilirrubina estaba alta, pero además no había hecho deposiciones desde el alta. Así que en esta caso prefiero que vuelvan con el niño".
A partir de estas visitas las familias continuarán con el protocolo normal coordinándose con sus centros de salud de referencia para el seguimiento con matronas, ginecólogos y pediatras.
Con ésta son más de 90 las realizadas por Irene que pronto terminará su EIR con la sensación, sobre todo, de haberse matriculado en experiencia sin pequeñas dosis, casi de golpe: "Son unas circunstancias que nunca me hubiera imaginado. Hasta yo estuve de baja por coronavirus. Para todas las matronas que participamos, y para las que nos van a sustituir una vez que acabemos el EIR, esta etapa será el mismo reto de responsabilidad y aprendizaje que está siendo para mí. Pero haber formado parte de algo pionero en este hospital, abrir un camino que vemos que está funcionando, es un gran orgullo en estos tiempos tan raros. Y además, todo parece indicar que este programa, aún cuando todo vuelva a la normalidad, con visitas a domicilio, se prolongará. Creemos, realmente, que está funcionando".