Diez ejercicios de Elsa Punset para ser "fuertes, libres y nómadas" con la que está cayendo
El nuevo libro de la filósofa española Elsa Punset nos da pautas (prácticas) para buscar sentirse bien y felices en mitad de la pandemia que nos ha trastocado nuestros modelos de vida.
21 octubre, 2020 02:04El último libro de la escritora y filósofa Elsa Punset es un cuaderno de ejercicios pero no físicos sino del alma, de la rutina, de la vida, del día a día... Una guía sobre cómo podemos cambiar pequeñas cosas para seguir siendo felices a pesar de la que está cayendo.
Fuertes, libres y nómadas se ha escrito durante la cuarentena que nos metió a todos en nuestras casas y con la intención de reflexionar también sobre cómo es nuestro modo de vida y cómo hemos llegado hasta aquí.
A lo largo de sus páginas se intercalan cuentos, consejos, ejercicios y hasta huecos para hacer las famosas listas que marcan las prioridades, lo urgente y hasta lo innecesario de la vida en la que estamos inmerso. Una reflexión práctica que puede ser muy útil para quienes se preguntan ¿y ahora qué? y sobre todo para los que no tienen respuesta.
Estas son algunas de las propuestas de la filósofa española:
1. Crear nuevos hábitos
Elsa Punset cita un estudio que asegura que tardamos dos meses en convertir una novedad en rutina. El truco es practicarlo poco a poco e ir incorporándolo a la vida diaria a la vez que vamos aumentando el tiempo de práctica.
Y advierte, "acostumbrarse es otra forma de morir" por eso tiene claro que debemos estudiar las limitaciones que nos ponemos y transformarlas en nuevos hábitos que nos liberen. "Cada persona es un mundo y carga con sus propias limitaciones. Pero algunas de estas limitaciones son inconscientes, y con ellas sugiero hacer algo liberador: cambiar de perspectiva… ¡y posiblemente así hasta consigues cambiar de opinión y de limitación!".
Por eso, apuesta por un ejercicio en el que pensemos realmente dónde querríamos vivir, dónde querríamos estar en esos momentos, cuál es nuestro verdadero lugar... Soñar con ello permite visualizarlo y ser consciente de nuestro sueño para buscarlo.
2. Saber tus fortalezas
"Durante el primer confinamiento, nos dimos cuenta de que somos muy adaptables y resilientes. Los humanos somos excelentes soportando pruebas difíciles. Por eso somos la especie más exitosa del planeta. ¿Y qué nos ayuda a salir adelante? Contar con el afecto de los demás", advierte Punset.
Por eso, la escritora propone en su libro hacer un relato de lo mejor de cada uno que nos sitúe en posición. Ella reconoce que esa fortaleza para resistir es clave en estos segundos confinamientos menos restrictivos: "Seguiremos contando con el afecto de los demás durante las próximas pruebas. Ese ha sido uno de los efectos más llamativos del último confinamiento: que en muchos casos hemos disfrutado y redescubierto la fuerza de los vínculos afectivos, porque hemos tenido tiempo para convivir". Nuestra fortaleza colectiva. ¿Y la individual de cada uno? Este ejercicio invita a descubrirla.
3. Conecta con tus logros
Punset viene a decir que adaptarse o morir y los humanos, como ya hemos explicado en el apartado anterior somos los maestros de la adaptación. Pero evitar caer en el desaliento es uno de los objetivos principales que tenemos ahora.
"La mejor forma de superar un reto difícil es aprender algo de ello, que la experiencia no haya sido en vano. La lucha más difícil es contra la indiferencia, la codicia, el cinismo o la resignación- las actitudes que se niegan a tener esperanza y a ponerse manos a la obra", advierte la filósofa.
Por eso, nos propone hacer un collage con los logros pasados y los del futuro, esos que aún no han venido pero que estarán y que marcan, claramente nuestra adaptación y sobre todo la línea que deberíamos seguir.
4. Valores y prioridades
Todo en la vida es cuestión de prioridades y cada uno puede tener unas diferentes. Por eso, Elsa Punset apuesta por construir una "brújula" para guiar nuestras vidas donde cada uno marque su norte.
En ese ejercicio, lo primero que hay que hacer es olvidarse del "tengo que..." y cambiarlo por la lista de "las cosas nuevas que quiero hacer". Además, Punset insiste en el doble valor de pedir ayuda, en su sentido más físico y en el espiritual, sobre todo al dejar de lado las actuaciones por pensé qué o creí qué.
"A los humanos nos cuesta aceptar que no tenemos razón, por ello tendemos a autojustificarnos. Evitamos la autocrítica. Es un rasgo de nuestro cerebro programado para sobrevivir, que teme equivocarse porque le hace sentirse vulnerable", aclara.
Por eso, la escritora advierte con gozo de que, con esta crisis, nos estamos "reconvirtiendo de una ciudadanía clásica a una verdadera "cui-dadanía", una sociedad que va a empezar a poner los cuidados y los cuidadores en el centro de nuestras prioridades".
5. El tablero de los sueños
No se puede vivir sin objetivos ni sin sueños. Pero muchas veces, como recuerda Punset en su libro, "somos dioses que no sabemos lo que queremos". Por eso, en esta situación de desconcierto social lo mejor es hacernos nuestro propio tablero de sueños.
Se puede hacer en un cartón, en un folio, en un papel... cualquier soporte donde podamos pegar imágenes de cosas que soñamos y que pueden salir en una revista, en una foto nuestra, en el periódico... cualquier cosa que nos recuerde todas las cosas buenas por las que luchar aunque no podamos tocarnos, besarnos, abrazarnos ni siquiera darnos la mano.
"Había una estrategia de los antiguos griegos que como sabían que el cerebro humano, cuando se acostumbra, deja de apreciar las cosas buenas que tiene, ellos se privaban de comida y dormían en la calle unos días para así volver a disfrutar comiendo bien y durmiendo cómodos. La distancia social va a tener el mismo efecto en nosotros: apreciaremos más que nunca a los demás cuando podamos volver a convivir con normalidad".
6. Estar cerca de la naturaleza
Elsa Punset explica bien en su libro qué es el dolor ecológico y el síndrome de déficit de naturaleza y destaca los beneficios (físicos y químicos) de estar en contacto con lo verde, con lo vivo, con lo natural.
Pero eso no significa que todos tengamos ahora que dejar las ciudades e irnos a vivir al campo. "Se puede vivir muy bien en un entorno rural o natural, ¡pero las ciudades también tienen muchos atractivos! La aglomeración de talento, novedades, vida social y creatividad puede ser muy estimulante, ¡no me extraña que tantas personas quieran vivir allí! Eso sí: en el mundo entero hay un movimiento potente de renovación de nuestras grandes ciudades, para replantear el urbanismo y hacerlas más sociables, más verdes, más limpias y más pacíficas".
Punset señala "incorporar huertos urbanos, consumir productos de proximidad, priorizar formas de desplazarnos que sean silenciosas y limpias, construir, renovar nuestros pisos y casas para que tengan más luz y mayor acceso a espacios verdes, ya que vamos a trabajar más y más desde casa".
Además, advierte de que "en las últimas décadas hemos dado importancia a la calidad del material de la edificación, pero no hemos valorado la calidad inmaterial: la iluminación, la orientación, el entorno… Así que no se trata de renunciar a las ciudades, sino de transformarlas y humanizarlas, para que vivir en una ciudad no signifique tener que vivir de espaldas a la naturaleza".
7. Libera tus pies
Este ejercicio busca saber cómo funcionamos en nuestro interior para ver cómo podemos aprovechar nuestros impulsos en vez de ir en contra de ellos. Para eso, Punset propone descubrir en su libro los ritmos circadianos que marcan las horas de sueño y de vigilia, cómo funciona nuestra respiración (una de las claves para eliminar tensión y no ahogarnos ni física ni psicológicamente) y cómo detalles como tener plantas alrededor crea iones negativos en el ambiente que favorece la aparición de energías positivas (hasta dice qué tipos de plantas hay que tener).
Ese movimiento de liberación responde a una disciplina que deberíamos tener siempre: la de ser optimistas por naturaleza o por aprendizaje. "Nacemos con una tendencia al optimismo o al pesimismo, como nacemos con una tendencia a un cierto peso corporal. Pero de la misma forma que si tenemos hábitos saludables, podemos controlar nuestro peso corporal, si adoptamos los hábitos de vida de los optimistas, nos volvemos más optimistas".
La escritora quiere dejar claro los beneficios que aporta esta disciplina para nuestra vida en general: "Los optimistas suelen tener más amigos, mejores trabajos, más ingresos, mejor salud… ¿Por qué? Porque el optimismo no es buenismo o fantasía, es vivir con la certeza de que ante un problema, eres capaz de adaptarte o de encontrar una solución. ¡El optimismo es la energía que mueve el mundo! Necesitamos una epidemia de optimismo".
8- Tu tribu y tu ritual
Punset dedica un apartado de su libro a explicarnos la importancia de reconocernos en nuestra tribu y de crear nuestros propios rituales, como una de las claves para calmar la ansiedad. "Somos mamíferos, y sentirnos, tocarnos, acariciarnos, mirarnos a los ojos es la forma más directa que tenemos de comunicarnos y de trasmitir afecto. Es lógico que estemos echando mucho de menos el contacto físico con los demás".
Aunque ahora estamos obligados a mantener la distancia social, Punset está segura de que no se convertirá en un nuevo ritual de vida para nosotros: "No nos haremos más fríos, sino que durante estos meses aprenderemos a comunicar afecto de forma menos física. ¡Somos adaptables!... el afecto y el apoyo pueden mostrarse de muchas formas"
Y en esto los españoles... ¿tenemos ventaja por eso que dicen que somos muy optimistas? "Yo diría que más que optimistas, somos cálidos y sociables. ¡Eso no es optimismo! El optimismo es una actitud, casi una disciplina, que nos lleva a creer que podemos cambiar el mundo a mejor. Hay que recordar la famosa frase de Unamuno, el "¡que inventen ellos!". Son los optimistas los que inventan. Los pesimistas se quejan y se cruzan de brazos. En ese sentido, creo que en general nos falta confianza y autoestima, y nos sobra fatalismo".
9. Amabilidad a través de la pantalla
La filósofa española apunta la importancia de la empatía a la hora de cuidarnos como sociedad. Pero las redes sociales permiten que podamos comunicarnos sin tener delante una cara, una voz, un rostro, unos ojos... por lo que la empatía desaparece.
"Un estudio internacional ha revelado que un 60% de las niñas y adolescentes sufren acoso en las redes. ¡Es inaceptable! Las redes sociales las generamos entre todos, día a día. Los estados, pero también las empresas propietarias, deberían estar haciendo mucho más por garantizar un clima sano y seguro en redes", insiste Punset.
Por eso, pide una normativa más estricta para evitar daños: "Si regulamos los derechos humanos a la no violencia, a la privacidad y a la libertad de expresión en lo que llamamos "el mundo real", ¿por qué desprotegemos a las personas en el ámbito digital? Lo digital está plenamente integrado en nuestra vida diaria, pero las leyes y normas básicas de convivencia no se aplican por igual. Vivimos con una frontera imaginaria y muy dañina".
Sus ejercicios a la hora de comunicarse a través de una pantalla, algo que parece haber llegado a nuestro mundo laboral para quedarse, es tratar de fijarnos en lo que decimos, marcar mensajes cortos, sonreír lo más que podamos e inventar gestos visibles en pantalla para comunicar emociones.
10. Evita conflictos en época de crisis
"Decía Leonard Cohen que 'todo tiene una grieta, así es como entra la luz'. La felicidad es un concepto complejo. No es solo placer y comodidad. A veces, la felicidad está en sentir que estás haciendo todo lo que puedes por salir adelante, por proteger a tu comunidad y por aportar propuestas constructivas para que el mundo mejore", contesta Elsa Punset cuando se le pregunta cómo podemos ser felices en tiempo de coronavirus.
Pero uno de los ejercicios más útiles para mejorar nuestra salud mental en estos momentos es evitar al máximo los conflictos. Entre sus consejos para aplicar esta norma está el de consentir la ira o la frustración pero nunca el desprecio; no permitir que nadie nos hable mal; convertir los defectos de los otros en virtudes; sacar nuestras malas sensaciones cada día hablándolas y sobre todo intentar querer a los que tenemos al lado tal y como se muestran (ni siquiera hay que entenderlos del todo).