¿Quién no tiene algún complejo? Los complejos forman parte de la cotidianidad de las personas. Se basan en las inseguridades que nos gustaría eliminar, pero no interfieren en nuestra vida diaria aunque tratemos de ocultarlos.
Sin embargo, cuando el complejo empieza a interferir en la vida cotidiana nos encontramos ante un trastorno. Este impide, literalmente, realizar tareas que tenemos que hacer y causa un enorme sufrimiento a quienes lo padecen.
La dismorfofobia, que pasó a denominarse Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) con la publicación de la IV edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV, 1995), hace a la persona que lo padece tener una percepción “ampliada” de alguna característica corporal, la cual interpreta como un defecto que le resulta insoportable.
Es consecuencia de una enorme preocupación por el aspecto físico, que realmente oculta un profundo malestar emocional con uno mismo que la persona piensa que mejorará mejorando su aspecto. Esta situación supone, a quien padece el trastorno, el rechazo directo de esa parte (o partes) del cuerpo y va acompañado de un comportamiento obsesivo por arreglar o eliminar ese defecto.
Posiblemente haya existido siempre, pero fue en 1886 cuando Enrico Morselli le puso nombre y empezó a visibilizarse.
Rosana Pereira Davila, de Haztúa Psicología Positiva, explica que la parte del cuerpo que la persona percibe como defectuosa pasa a convertirse en una obsesión para ella y da comienzo a una serie de rituales para tratar de ocultarlo a los demás o directamente tratar de eliminarlo. Dicho comportamiento comienza a volverse repetitivo y acaba causando una gran angustia que provoca a quien lo padece la incapacidad de relacionarse con otras personas.
No hay datos concretos sobre el número de personas que padecen TDC en España, pero la publicación sobre salud mental en 2021 del Ministerio de Sanidad recoge que un 1% de la población padece trastornos relacionados con Trastornos Obsesivo Compulsivos, y el TDC es uno de ellos.
En una entrevista a GQ, la conocida actriz Megan Fox confesó que padece dicho trastorno y que le causa "muchas inseguridades profundas". El cantante Shawn Mendes también ha informado que sufre el TDC.
Las consecuencias…
Los síntomas más destacables que padece la persona que sufre el trastorno, además de los ya mencionados del pensamiento y comportamiento obsesivo-compulsivo para tratar de ocultar la imperfección percibida, son: baja autoestima, ansiedad, aislamiento social que puede desembocar en absentismo laboral, procesos depresivos, sentimiento de vergüenza…
Además, la psicóloga explica que es muy frecuente que las personas que padecen TDC rechacen no solo una, sino varias partes del cuerpo. “Cuando no hay un buen diagnóstico de la enfermedad es muy probable que estas personas pasen por la consulta de cirugía para tratar de eliminar o mejorar aquella parte o partes de su cuerpo que les causan dolor”.
"Nunca se van a ver bien después de una operación de cirugía estética"
Como se trata de un problema con raíz emocional “nunca se van a ver bien después de una operación de cirugía estética”. Pereira cuenta que esto puede llevarlos a un peregrinaje por diferentes consultas tratando de arreglar desde fuera lo que necesitan arreglar a nivel emocional y cognitivo.
Cómo prevenir el TDC
La psicóloga Pereira da algunos trucos para prevenir el trastorno. “La aparición del TDC es compleja. En ocasiones es la manera que las personas tienen de lidiar con graves problemas emocionales o situaciones vitales para las que no tienen una salida y se centran en su aspecto físico en un intento de aliviar su dolor y ser aceptados por los demás”.
“Pese a ello, podemos ayudar a prevenir la aparición del TDC tratando de desarrollar una buena autoestima desde la infancia. Es importante educar en la aceptación de las diferencias entre las personas y en valores morales como la generosidad, la gratitud, la amistad, etc.”.
"Es imprescindible evitar comentarios críticos sobre el aspecto o relacionarlo con la aceptación"
Pereira explica que cuando en las familias se transmite la aceptación incondicional pese al aspecto y se rechazan los juicios de valor basados en lo físico, se está trabajando en la prevención no solo de TDC, sino de muchos otros trastornos asociados al aspecto físico. “Para ello es imprescindible evitar comentarios críticos sobre el aspecto externo de las personas o relacionar su aspecto con la aceptación o el rechazo de los demás”.
Además, subraya que las redes sociales, especialmente aquellas basadas en imágenes, no son un buen aliado para luchar contra el TDC.
“En la adolescencia son muy importantes los patrones de conducta de los iguales y confundir lo que aparece en las imágenes de Instagram o TikTok con la realidad favorece que quienes se sienten mal con su aspecto físico se sientan aún peor”.
Aunque aclara que las redes en sí no son malas, sino el no ser capaces de transmitir que, al igual que lo que ocurre en las películas en el cine es ficción, mucho de lo que aparece en estas redes sociales también lo es.