Existen muchas hipótesis sobre si es bueno o no tener relaciones sexuales durante el embarazo. Sin embargo, numerosos estudios corroboran que practicar sexo durante el embarazo es totalmente seguro y que no entraña ningún peligro, salvo en aquellos embarazos que tengan alguna contraindicación, como podría ser la rotura prematura de membrana, una amenaza de aborto o de parto pretérmino, o cualquier otra patología. Si el embarazo es normal, de hecho, es bueno para la madre y para el bebé.
Sin embargo, durante el embarazo los músculos de la pelvis están más irrigados y hay más flujo sanguíneo, por lo que practicar sexo es bueno en esta situación. Ayuda a disminuir el estrés porque durante el orgasmo se libera oxitocina, que es la hormona del amor, de la empatía, de las relaciones sexuales. Liberar oxitocina es bueno para el bebé y para la mujer.
Al liberar esta hormona, se pueden tener contracciones y es algo normal, fisiológico, no pasa nada, al menos que sean dolorosas y rítmicas. Las contracciones se producen porque el acto sexual es un ejercicio físico, y lo normal después de hacer ejercicio se tengan. Es, sencillamente, una respuesta muscular que suele durar un par de minutos, que es el tiempo que permanece la oxitocina en sangre.
Hay estudios que afirman que el 54% de las gestantes carecen de apetito sexual durante el primer trimestre de embarazo. Esto está directamente relacionado con los síntomas físicos: en los primeros tres meses disminuye la libido si existen problemas como malestar, náuseas, vómitos, cansancio, etc. Evidentemente, si no nos encontramos bien se reduce el deseo hasta que el cuerpo se aclimata al embarazo.
Esta situación suele cambiar en el segundo trimestre, cuando el embarazo está ya más asentado. Es cuando aumenta la libido y vuelve el deseo, el pecho aumenta y nos vemos más atractivas. Esta situación está motivada por el cambio físico en la mujer y el aumento de irrigación y flujo de riego sanguíneo en la pelvis, que hace que los orgasmos sean más intensos y la vida sexual más placentera.
En el tercer trimestre vuelven a decaer las relaciones por el aumento de tamaño de la tripa y porque la mujer se siente más incómoda físicamente. Se recomienda adaptar las posturas para estar cómodas y no presionar el abdomen. Las relaciones sexuales pueden darse hasta el final del embarazo sin que éstas supongan un desencadenante del parto.
Las relaciones de pareja, los masajes, abrazos, caricias y besos, todo el contacto físico y afectivo, ayuda también a liberar oxitocina.
Postparto
En cuanto al postparto, siempre se ha inculcado que el posparto tiene una duración de seis semanas y que a partir de ese momento todo es perfecto, y no siempre es así. Cada posparto y cada puerperio es un mundo, y hay mujeres que a las tres semanas están fantásticas y otras que a los tres meses no lo están. Cada mujer necesita una adaptación porque cada situación es diferente; además, en ese momento la madre está volcada en su bebé, en su cuidado y alimentación, y se tiene el ámbito del placer cubierto gracias a la liberación de oxitocina que se produce también cuando se está en contacto con el bebé.
Durante el puerperio y si la madre está dando lactancia materna, hay una supresión fisiológica de las hormonas por la prolactina, porque la naturaleza es sabia y quiere evitar nuevos embarazos. La prolactina inhibe las hormonas sexuales y hay una disminución absoluta de la libido, así como una sequedad vaginal fisiológica.
Si se nota dolor, se debe consultar al ginecólogo o a un fisioterapeuta de suelo pélvico, así como al psicólogo o sexólogo, porque muchas veces las molestias tienen su origen psicológico y se solucionan en tan solo dos o tres sesiones de psicoterapia. Hay que evitar que los dolores vaginales se cronifiquen, por lo que hay que acudir cuanto antes a un especialista para que realice un estudio completo. Es importante recordar que la falta de apetencia sexual es normal y que el cuerpo tiene que volver a adaptarse después de nueve meses de grandes cambios fisiológicos y emocionales.
*Las doctoras Isabel Rodríguez-Piñero y Elena Iracheta son ginecóloga y psicóloga, respectivamente, de la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional.