¿Por qué tenemos uñas? ¿Sirven para algo?

Las uñas son unas estructuras de queratina que tenemos en los dedos de las manos y los pies que, aunque no las necesitamos para sobrevivir, sirven para proteger las puntas de estos y ayudan a sujetar objetos pequeños y a realizar acciones cotidianas que nos hacen la vida mejor. 

Por ejemplo, sin uñas tendríamos claros problemas para rascarnos o para deshacer un nudo. Además, sirven como indicador de la salud de una persona. 

¿Cómo se forman? Por un proceso de queratinización. Las células de la piel ubicadas bajo la raíz de la uña se mueven hacia la superficie. Las que están en la parte más externa se aplanan y se comprimen. Cada célula se transforma en una placa delgada, que se apila en otras capas y va creando las uñas. 

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En resumen, igual que sucede con el cabello, cuando se acumulan las células, la uña empuja hacia delante.

Las de las manos crecen más rápido que las de los pies. Y como sucede con el pelo, aumentan más rápido en verano que en invierno. Además, si una uña se sale y la capa base no se daña en exceso, volverá a crecer.

Función protectora

¿Qué es exactamente lo que protegen las uñas? Las uñas protegen las terminaciones nerviosas de las extremidades en los dedos. Este motivo explica por qué debemos cuidarlas y acudir a un profesional en caso de encontrar algún problema. 

En Podoactiva explican que la estructura protectora está formada por dos componentes principales: queratina, que es la que aporta dureza, y calcio.

Por otra parte, las uñas de los pies tienen otra importante función y es que ayudan a mantener el equilibrio al caminar. También permiten manipular y recoger objetos, y sin ellas no podríamos sentir lo mismo que sentimos teniéndolas. 

Además, cumplen una función de absorción de agua, como si fueran esponjas. Así evitan que el tejido reblandezca los tejidos de la punta de los dedos de las manos y los pies. 

Indicador de salud

Pero si hay una función que no pasa a nadie desapercibida es la de indicadoras de salud. Las uñas son capaces de revelar mucho más de lo que podemos pensar, por ello es fundamental estar atentos a los cambios de color, laminación o aparición de manchas.

¿Quieres saber qué significa cada cambio? ¡Atenta! Te recordamos las 10 señales de advertencia de salud que tus uñas te pueden dar, según el doctor Vicente Delgado, que ya adelantamos en EL ESPAÑOL: 

Estrías: pueden ser longitudinales, estas aparecen con la edad y no tienen significado patológico; o transversales, que aparecen tras una alteración en el crecimiento de la uña por procesos febriles agudos, alternaciones nutricionales, el uso de fármacos citotóxicos o enfermedades graves. 

Blandas y débiles: suelen ir asociadas a enfermedades crónicas o relacionadas con el reuma. 

Separadas por capas: científicamente se conoce como onicosquisis lamelar y se produce a partir de los cincuenta años por un exceso de lavado de manos. 

Color amarillo: puede que no se trate de una patología, pero se puede deber a agentes externos como el tabaco o excesivo uso de esmaltes, aunque también responde a infecciones por bacterias u hongos. 

Encarnadas: las presentan generalmente los jóvenes y sucede cuando la uña se clava en la carne y la inflama. 

Con hongos: se puede manifestar con distintos síntomas como un cambio de color en la parte blanca, que se amarillea, hiperqueratosis y formación de un polvo bajo la uña. 

Microtraumatismo: las rayas indican que nos hemos dado un golpe o que el calzado aprieta en exceso. 

Manchas blancas: generalmente responden a un microtraumatismo cerca de la cutícula. Pero si el tamaño es considerable, puede advertir de insuficiencia renal o cirrosis. 

Mordidas: suelen ser la manifestación de algún tipo de patología de salud mental, especialmente las relacionadas con estrés o ansiedad. 

Quebradizas: las uñas débiles podrían estar reflejando una falta importante de proteínas o problemas endocrinos relacionados con la tiroides.