El cáncer es el problema sociosanitario más importante y se calcula que en 2030 habrá 21,6 millones de nuevos casos en el mundo, y 330.000 en España. Lo que significa, que una de cada tres mujeres, y uno de cada dos hombres tendrán esta enfermedad a lo largo de su vida, según datos del Observatorio del Cáncer de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC).
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Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer que se celebra cada año el 4 de febrero, la AECC ha lanzado la campaña 'Todos contra el cáncer' con el objeto de movilizar a la sociedad para elegir la prevención, la detección precoz y la investigación para alcanzar el 70% de supervivencia en cáncer en 2030.
Hablamos con la doctora María de la Fuente, experta en el campo de la Tecnología farmaceútica y la Nanomedicina aplicada al cáncer. De la Fuente, junto con su equipo y una amplia red de colaboradores, ha logrado avances significativos en la lucha contra el cáncer, centrándose en la traslación de sus descubrimientos al mercado para que finalmente puedan impactar en la sociedad y los pacientes con cáncer.
¿Qué es la Nano-oncología o la Nanotecnología?
Trabajamos desde un punto de vista de formulación farmacéutica. Realizamos formulaciones cuya característica principal es su tamaño nanométrico. Y esto tiene una serie de ventajas. Una de ellas, es que somos capaces de aumentar el direccionamiento de los fármacos a su diana, en este caso las células tumorales, o incluso subpoblaciones celulares, consiguiendo una mayor eficacia y una menor toxicidad. Y así, fármacos basados en nanotecnología, que ya están en clínica han ido desbancando a los convencionales, demostrando el potencial de la nanomedicina.
Por otra parte, lo que permiten las nanopartículas es hacer uso de otro tipo de moléculas terapéuticas, biomoléculas, cuyas dianas se encuentran en el interior de la célula. Estas biomoléculas, como péptidos, proteínas, y ácidos nucleicos (como el ARN mensajero) son muy grandes y son hidrofílicas. Entonces solas no pueden entrar en el interior de la célula, no logran atravesar la membrana celular. Gracias a las nanopartículas que actúan como transportadores, dado que por tamaño y estructura pueden atravesarla, estas biomoléculas pueden alcanzar su diana y ejercer su efecto terapéutico. Además, otro aspecto relevante, es que se degradan con facilidad, las nanopartículas las protegen y aumentan su estabilidad.
Para la formulación de nanopartículas, buscamos trabajar con materiales que son bio compatibles y seguros y que además, nuestro propio organismo va a asimilar. Es posible combinar diferentes materiales, y controlar la arquitectura y todo esto va a condicionar el comportamiento de las nanopartículas en el organismo. Hay toda una ciencia detrás, que combina diferentes ámbitos como los materiales, formulación, biotecnología, biomedicina...
El proyecto de investigación que estás liderando ahora, ‘desarrollo de nuevos fármacos frente a la metástasis’, ¿en qué consiste?
Este proyecto surge de un proyecto semilla anterior, en el que habíamos planteado el direccionamiento de nanopartículas a una población específica de células tumorales que se relacionan con la metástasis.
Este marcador tumoral lo descubrimos en conjunto con el Grupo de Oncología Médica Traslacional (Oncomet) liderado por Rafael López, y colaboramos con otros grupos del IDIS y CIBER, además de algún grupo internacional, para seguir avanzando en su biología en la búsqueda de una terapia eficaz.
Quisimos decorar las partículas con un ‘ligando’ de forma que pudiésemos llevar fármacos específicamente a estas células, que son muy poquitas dentro del tumor, pero que contribuyen a la formación y crecimiento de metástasis.
A raíz de este proyecto semilla, lo que vimos es que por una parte, si era posible direccionar nanopartículas hacia estas células, Pero también que era posible plantear otras estrategias terapéuticas. Y es en lo que seguimos trabajando, en buscar terapias frente a la metástasis.
Es así como estos descubrimientos, estas aportaciones científicas llegan a la sociedad y a los pacientes con cáncer. A través de los fármacos...
También en este proyecto estamos explorando, la expresión de este marcador en diferentes tipos de cáncer, además de pulmón, y lo estamos confirmando, tanto en modelos celulares como en muestras de pacientes. Los resultados son prometedores. Es verdad, que todavía estamos al inicio, comenzando el segundo año de proyecto, pero avanzamos con paso firme, con la visión clara de generar conocimiento y contribuir al desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas.
¿Cuántos sois en el equipo de trabajo?
Ahora mismo, somos cuatro personas trabajando en el laboratorio en este proyecto. Además, este proyecto lo hemos articulado desde el inicio con colaboradores que están aportando su conocimiento en diferentes áreas específicas, desde sus diferentes campos de estudio y contamos con oncólogos.
Por ejemplo, Rafael López, Jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínico de Santiago, aportando su visión clínica. También contamos con Rebeca García Fandiño, del CIQUS, que hace simulación computacional. Contribuyen dos investigadores del CIMUS, María de los Ángeles Castro, investigadora experta en este tipo de marcadores, y Miguel González Blanco, que nos está ayudando a generar herramientas moleculares muy valiosas para el estudio de este marcador.
Estas colaboraciones son sumamente importantes, porque desde el principio somos conscientes de que necesitamos un abordaje multidisciplinar. También colaboramos con otros equipos del hospital y de otros centros dentro de la red CIBER. Tratamos de tener una buena red de colaboradores, porque al final esta es la base para poder avanzar en el desarrollo de nuevas estrategias frente al cáncer.
¿Cómo ha evolucionado la investigación en cáncer en los últimos años? ¿A tu juicio hemos dado grandes pasos?
Es una enfermedad muy compleja o mejor dicho, un conjunto de enfermedades complejas, pero creo que sí que estamos avanzando y además, cada vez trabajamos más en red, compartimos más datos. Y esto es fundamental. También mantener un enfoque multidisciplinar, pues para resolver problemas complejos es necesario que haya aportaciones desde diferentes puntos de vista y perspectivas.
Es fundamental también el apoyo de asociaciones, como la Asociación Española contra el Cáncer, porque hacen un apoyo integral a la investigación en cáncer, financian contratos de recursos humanos a todos los niveles, desde las etapas más iniciales, financian estos proyectos semilla, que al final son el germen para poder pedir algo más sustancioso y financian proyectos colaborativos.
Y cuando financian proyectos como el nuestro, como en el que estamos trabajando ahora, están bien financiados, es decir, es suficiente para permitir avanzar. Son muy realistas. Hay agencias que recortan el presupuesto y dejan el proyecto a la mitad, con lo que no permiten avanzar al ritmo deseado. La Fundación La Caixa también realiza un gran trabajo apoyando la investigación y transferencia de resultados.
Además, también desde el ámbito público, se están dando cuenta de que la financiación al final es inversión y que tiene su retorno y esto es fundamental.
A pesar de que se han reducido las cifras en mortalidad en cuanto a cáncer, pero cada vez afecta a más gente.
Yo ahí tengo que ser cauta, porque no soy oncóloga ni epidemióloga y es preciso manejar muy bien todos los datos para poder dar una opinión válida. Pero lo que si es cierto es que las técnicas de diagnóstico son cada vez más sensibles y se detectan casos que quizás antes podrían pasar desapercibidos, y casos en estadíos más iniciales, cuando es más sencillo actuar y se mejora mucho la supervivencia.
¿Qué se necesita para seguir avanzando en la investigación en cáncer?
Pediría una apuesta firme. Es decir, considerar que el gasto en investigación no es un gasto, sino que es una inversión a presente y futuro. Me parece, además, fundamental cuidar los recursos humanos y el talento. Creo que en España hay mucho todavía que avanzar y es necesario poner la investigación en el centro, porque al final sin investigación no hay avances, nos quedaríamos estancados. Por tanto es fundamental.
Creo que en el cáncer sí que se está avanzando, estamos todos muy sensibilizados…
Hay que poner en valor a la investigación...
Efectivamente a la investigación hay que ponerla en valor y también entender los tiempos. Hay muchas investigaciones que son muy lentas, pero al final de esa línea basal pueden salir diferentes aplicaciones prácticas, diferentes productos. Es decir, que el valor no es solamente lo que llega al mercado en forma de medicamento o el kit de diagnóstico avanzado. Hay muchísimo valor en todo lo que se descubre. Y tenemos que ser capaces, como sociedad de identificarlo, y de ponerlo encima de la mesa.
¿Sigue existiendo la precariedad laboral entre los científicos y las científicas?
Hay mucho que hacer todavía. Habrá que ver los efectos de la Ley de la Ciencia, pero sí que es verdad que es una actividad en la que la gente tiene trabajos inestables durante muchísimos años,y esto nos dificulta poder desenvolver bien el trabajo. Creo que hay precariedad en este sentido.
Es un entorno muy competitivo porque hay muy poca gente que pueda llegar a tener un puesto del que puedas vivir y trabajar medianamente tranquila. Es vocacional, sí, pero que la gente tiene que tener unas condiciones laborales adecuadas para poder desempeñar bien su función.
Un ambiente extremadamente competitivo no es bueno para la propia investigación, porque al final ese estrés añadido no creo que sea positivo para hacer un trabajo a largo plazo.
Y hay mucho talento que se va porque se agota. Hay gente que con 40 años sigue teniendo contratos temporales, y al final, pues opta por irse a desenvolver la profesión a otros países con mejores condiciones laborales, proyección profesional y recursos para trabajar.
Creo que es algo que no nos podemos permitir porque al final estamos invirtiendo en educación, estamos invirtiendo en formación y cuando la gente puede contribuir en forma de trabajo y retornar esa inversión generando conocimiento, es cuando se va.
En la lucha por la igualdad
María de la Fuente tuvo su primer hijo a los 34, y debido a su baja maternal perdió competitividad por lo que comenzó a reivindicar su derecho a la maternidad. En marzo de 2018, colgó en la plataforma Change.org una petición para que se contemplasen estas interrupciones y no computaran como tiempo trabajado en la carrera de méritos. Consiguió más de 300.000 firmas y algunos cambios.
En 2018 te convertiste en casi un icono en la lucha por la igualdad de las mujeres en la ciencia, ¿algo ha cambiado hasta hoy en este sentido?
A mí me desgastó bastante a nivel personal, pero fue muy positivo el balance global, se puso encima de la mesa un tema que afectaba y afecta a muchas mujeres y que estaba silenciado. Es más, yo creo que había cierto pudor y mucho temor en decir oye, yo no trabajo estos meses porque tengo un permiso de maternidad, pero esto no significa que abandone mi profesión o no quiera seguir progresando. Hablar de los problemas y visibilizarlos es el primer paso para el cambio.
En Galicia sí que se acabó legislando. Ahora tenemos una Ley pionera, la Ley Ángeles Alvariño, que sienta las bases. Hay que seguir trabajando, pero por lo menos, hay una ley que ampara frente a cualquier tipo de discriminación directa o indirecta. Y a nivel estatal, pues también se está trabajando. Sí que a raíz de ese movimiento se comenzaron a introducir cambios en convocatorias, y se siguen introduciendo.
Creo que es importante seguir vigilantes y demandando cambios, pero si que hubo avances, y me gusta que todo el trabajo haya servido para algo. Sobre todo, tratar de evitar que le pase la a la gente joven.
¿En tu caso personal, mejoró tu situación a partir de aquello?
Yo no perdí mi puesto de trabajo, lo que me ocurrió es que no me permitieron tener una justa para poder progresr, pero puede haber muchas otras personas que sí lo pierdan, y esto no nos lo podemos permitir. En mi caso, además fue por vía judicial y la setencia fue favorable, me revaluaron y el resultado fue positivo.
¿Tenemos que seguir renunciando nosotras a aspectos de la vida por ascender profesionalmente?
No deberíamos, pero es muy complicado. Comentaba con compañeras el otro día que asistir a congresos internacionales, que es algo tan básico para nuestro trabajo, puede llegar a ser complicado para mujeres con lactantes o menores a cargo, sobre todo a determinadas edades. Entonces a veces parece que sí, que podemos hacer todo, pero luego te encuentras con barreras invisibles que es importante identificar y tratar de abordar.
Creo que cada vez nos estamos promocionando más y alcanzando las metas que nos proponemos a nivel individual y colectivo, pero todavía hace falta que haya más mujeres en puestos de responsabilidad, porque al final desde ahí es desde donde se pueden cambiar las cosas.
Cuando finalice esta ayuda de investigación, dentro de tres años, ¿qué es lo que te depara el futuro?
Esperamos seguir avanzando con el proyecto. Es ambicioso, pero nos gustaría poner en la clínica, algo que funcione, y éste es el objetivo último. Estamos hablando de desarrollo de medicamentos al final. Entonces, bueno, el camino es difícil, costoso y largo, pero es lo que tenemos en el horizonte. Pasito a pasito.