Para que un bebé pueda desarrollar al máximo sus habilidades físicas, mentales y psicosociales es clave la estimulación temprana. Para comprender en qué consiste conversamos con la experta Carmen Romero, psicóloga infantil y colaboradora en varios centros de educación infantil y escuelas, donde está en constante comunicación con familias y profesionales.
El pasado mes de abril publicó su segundo libro, Cómo estimular a tu bebé (Grijalbo, 2023). Se animó a escribirlo, tras la propuesta de la editora, para ayudar a los padres a comprender la importancia de la estimulación temprana: "Entienden los ejercicios, pero no por qué son importantes".
Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de estimulación? "La estimulación no es más que dar al niño desde su nacimiento un ambiente adecuado para su desarrollo", responde Romero.
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Nos explica que la genética es muy importante, pero dependerá de los estímulos que tengamos desde la infancia temprana, que desarrollemos todas nuestras habilidades hasta su máximo potencial: "Sin el ambiente adecuado, la genética no brilla".
Según la experta, la estimulación no busca "hacer súper genios o súper niños", puesto que cada uno nacemos con una genética, "se trata de pensar en las diferentes áreas de desarrollo y dentro de cada una intentar ofrecer el mejor ambiente para que las cualidades brillen".
Además, con la estimulación, de acuerdo con Romero, se puede conseguir que en aquellas debilidades que ya se detectan, el menor vaya cogiendo seguridad y pueda mejorar para que no supongan un problema en el futuro.
Por otra parte, para ella, es una "pena" que haya "poca información" y que muchas veces esté mal entendida y promueva tener a los niños sobre estimulados, lo que les genera estrés. "Yo lo que siempre propongo es una relación del cuidador muy respetuosa con el niño, pero que esté muy presente esta parte de querer ayudarle a desarrollarse de la mejor manera posible. Es el mejor regalo que puedes hacer a tu hijo", apunta.
Si no, considera que es dejar en manos del azar el desarrollo del niño. "Lo mejor que te podría pasar es que tu hijo, que podría ser brillante, acabe siendo mediocre. Es injusto porque es un derecho del bebé poder brillar". Ahora bien, nos recuerda que todos los padres intentan hacerlo siempre lo mejor posible.
Triple estimulación
Hay que tener en cuenta que no hay un solo tipo de estimulación: "Podríamos hablar de muchos tipos. Yo primero hablo de la estimulación sensorial porque, en los primeros meses, la interacción con el bebé es más limitada, entonces se trabaja a través de los sentidos. Sobre todo los externos, que son los cinco conocidos. También se puede trabajar con los sentidos internos, que serían el afectivo y el vestibular".
"Entonces yo primero hablo de la estimulación sensorial, luego hablo de la estimulación física. Esto es todo lo relacionado con el movimiento y el desplazamiento autónomo desde edades muy tempranas que va desde gatear a caminar y correr. Hay una serie de actividades, ejercicios y ambientes que lo que hacen es facilitar a un bebé, a quien a lo mejor le podría costar, ese movimiento", continúa explicando Romero.
Y concluye: "Y, por último, está la estimulación intelectual, es la parte más cognitiva que va de hablar, cantar y leer para después trabajar en actividades con conocimiento del entorno más cercano y que vayan los colores, las formas…".
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El problema de las pantallas
Ahora bien, tanto la estimulación mal entendida como el estilo de vida que tienen la mayoría de familias puede conllevar a un abuso de utilización de las pantallas, lo que supone un problema.
"Es un problemón. A mí continuamente las familias me contactan para preguntarme por las pantallas en diferentes dispositivos. Esto no es estimulación porque una de las características principales de esta es la interacción con el adulto. El problema que tiene la pantalla es que los niños quedan muy aislados del entorno y quedan totalmente absorbidos porque es algo sobre estimulante", cuenta la psicóloga.
Y continúa: "Además, pueden pasar de pantalla o de capítulo solo con un pequeño gesto del dedo. Entonces acaban desarrollando una impulsividad brutal porque no son capaces de mantenerse en conexión con el otro porque están acostumbrados al cambio continuo".
De hecho, recuerda que durante la pandemia se reunió con un neuropediatra que le dijo que estaba muy preocupado por la cantidad de TEA (trastorno del espectro autista) que se estaban desarrollando. "Los padres trabajaban y los niños pasaban muchísimas horas conectados a las pantallas sin ningún tipo de control. Casi todos aquellos niños con predisposición a poder desarrollar autismo, lo desarrollaron".
Por ello, considera fundamental que además de la parte pediátrica y las necesidades del vínculo afectivo, se tengan en cuenta las necesidades neurológicas, que son las que construyen el cerebro del bebé. "Son cosas muy sencillas que hacemos de forma natural, por ejemplo, hablar a tu hijo es estimulante o ponerle música. Es decir, en el día a día se recomienda ofrecerle un ambiente que potencie su desarrollo. No es nada del otro mundo".