La incontinencia urinaria o pérdida del control de la vejiga es un problema muy común, que causa vergüenza frecuentemente y que puede afectar al estilo de vida de la persona.
[La técnica del esfínter artificial femenino robótico que acaba con la incontinencia urinaria]
Para resolver las dudas asociadas a la incontinencia urinaria, conversamos con David Carracedo, responsable de la Unidad de Urología Funcional-Femenina de ROC Clinic.
¿A quiénes afecta la incontinencia urinaria? ¿A qué perfil de mujeres?
La pérdida involuntaria de orina produce un menoscabo de la calidad de vida de la persona que la padece. Se estima que aproximadamente 1 de cada 3 mujeres padecerá incontinencia urinaria a lo largo de su vida, por tanto, estamos hablando de un problema que afecta a millones de mujeres en nuestro país.
Podemos definir tres grandes grupos de pacientes, según el tipo de incontinencia urinaria que presenten:
- Incontinencia urinaria de esfuerzo.
Consiste en la pérdida involuntaria de orina asociada a la realización de un esfuerzo o ejercicio físico. Lo más conocido es la pérdida de orina al toser, estornudar o reír, pero en casos más graves puede estar presente con pequeños esfuerzos como por ejemplo caminar, levantarse de la silla o cambiar de postura.
Los factores de riesgo para presentar incontinencia urinaria de esfuerzo son: número de embarazos y partos vaginales, partos instrumentales o traumáticos con desgarros, la obesidad, el tabaquismo o enfermedades pulmonares que producen tos crónica.
- Incontinencia urinaria de urgencia.
Consiste en la pérdida involuntaria de orina precedida por un deseo irrefrenable de realizar la micción, que definimos como urgencia miccional. En condiciones normales, cuando tenemos deseo de orinar, podemos demorarlo lo suficiente como para poder llegar al baño. Sin embargo, en estas pacientes, el deseo aparece de forma súbita y la orina se escapa antes de poder llegar a un sitio adecuado para realizar la micción.
Los factores de riesgo para presentar incontinencia urinaria de urgencia o que empeoran los síntomas son: la edad avanzada, consumo de sustancias excitantes (tabaco, alcohol, cafeína, teína) o el prolapso de órganos pélvicos.
- Incontinencia urinaria mixta.
Son aquellas pacientes que presentan ambos tipos de incontinencia a la vez. Es muy frecuente encontrar los dos tipos de incontinencia asociados en la misma paciente, lo cual empeora el cuadro y lo hace más complejo de resolver.
¿En qué afecta padecer incontinencia urinaria?
La incontinencia urinaria produce una gran afectación de la calidad de vida de las pacientes que la padecen, modificando sus hábitos y costumbres, para organizarlos en torno a la incontinencia. Por ejemplo, planificando las micciones a lo largo del día para evitar la incontinencia (orinando antes de salir de casa para evitar las pérdidas), realizar actividades programadas únicamente donde sabes que vas a tener un baño cerca, preparar absorbentes o ropa de recambio antes de salir de casa por si lo necesitas, etc.
Por otro lado, la incontinencia urinaria produce un importante aislamiento social, reduciendo las actividades y contactos sociales por el miedo a padecer episodios de incontinencia en lugares públicos o delante de otras personas.
Este aislamiento social es especialmente grave en las personas de edad avanzada, que, por un lado, ya son vulnerables a sufrir esta situación por motivos médico-sociales y, por otro lado, es uno de los grupos de población donde la incontinencia urinaria es más prevalente.
En las mujeres más jóvenes, el impacto de la incontinencia se produce de dos formas. Por un lado, la incontinencia urinaria puede afectar al ámbito laboral (bajas laborales, necesidad de adaptación del puesto de trabajo, etc.) y, por otro lado, también puede afectar a la esfera sexual, limitando sus relaciones sexuales por el miedo a sufrir incontinencia durante las mismas.
La incontinencia urinaria también puede ser desencadenante de otras enfermedades o problemas médicos como las infecciones del tracto urinario, problemas dermatológicos en zona genital o glútea e incluso aumentando el riesgo de caídas y fracturas óseas.
Hasta ahora la incontinencia urinaria de esfuerzo refractaria en mujeres no tenía un tratamiento adecuado, ¿cuál es la nueva tecnología que está revolucionando este problema?
El tratamiento de la incontinencia urinaria de esfuerzo es escalonado, desde medidas menos invasivas hacia medidas más invasivas. Habitualmente comenzamos con rehabilitación de suelo pélvico durante al menos 6 meses, realizando ejercicios de suelo pélvico o hipopresivos.
Cuando estas medidas no son suficientes, se decide hacer un tratamiento quirúrgico, habitualmente el implante de una malla por debajo de la uretra, con unas tasas de éxito de aproximadamente el 80 – 85 %.
El problema radica en este 15 – 20 % de pacientes cuya incontinencia de esfuerzo no se resuelve con este tratamiento. En muchas ocasiones estas pacientes tienen incontinencias de esfuerzo grave y acaban sometiéndose a múltiples implantes de mallas u otras cirugías, que no consiguen resolver su problema.
Actualmente, en estas pacientes, llevamos a cabo un diagnóstico pormenorizado e individualizado, mediante los métodos diagnósticos más avanzados, como la ecografía de suelo pélvico o la videourodinamia. Cuando objetivamos que el esfínter propio de la paciente no funciona de forma adecuada, entonces, indicamos el tratamiento mediante un esfínter urinario artificial femenino robótico, con unos excelentes resultados de seguridad y eficacia.
Gracias a la tecnología robótica, podemos realizar el implante de forma mínimamente invasiva, con una estancia hospitalaria de 24 horas y con un número muy bajo de complicaciones en comparación con la cirugía abierta.
¿En qué consiste?
El esfínter urinario artificial femenino robótico es una técnica mínimamente invasiva que pretende sustituir la función del esfínter dañado por un esfínter artificial.
El esfínter es un sistema hidraúlico, que consta de tres componentes:
Un manguito que se coloca alrededor del cuello de la vejiga abrazándola. Es el componente más importante, ya que consigue que la paciente sea continente (al estar cerrado mientras la paciente no quiere orinar) y que pueda realizar la micción cuando lo desea (abriéndose en el momento que la paciente quiere orinar).
Una bomba de activación colocada en el labio mayor de la vagina. Es el componente que activa y abre el manguito para conseguir la micción. Cuando la paciente quiere orinar, activa la bomba mediante una presión suave y el manguito se abre para conseguir la micción.
Un reservorio de suero que se coloca adyacente a la vejiga y que contiene el líquido (suero fisiólogico) que permite el funcionamiento de los dos componentes anteriores.
La cirugía se hace mediante unas pequeñas incisiones (menores de 1 cm), a través de las cuales, con asistencia robótica, ejecutamos todo el procedimiento.
En primer lugar, hacemos la disección del cuello de la vejiga alrededor del cual colocaremos el esfínter y los espacios paravesicales donde colocaremos el reservorio.
Posteriormente, una vez colocados los dos elementos anteriores, realizamos el implante de la bomba de activación en el labio mayor, creamos las conexiones entre los distintos elementos, y el dispositivo ya se encontraría implantado.
¿Cuánto dura la intervención? ¿Qué tipo de anestesia requiere?
Se trata de un procedimiento que se ejecuta mediante anestesia general en un periodo de aproximadamente 2 horas.
Actualmente, gracias a la cirugía robótica mínimamente invasiva, podemos hacerlo de forma rápida, con mínimo riesgo de infección o complicaciones y con una estancia hospitalaria de 24 horas.
¿Cuándo se perciben los resultados? Al cabo de cuánto tiempo
Tras la intervención, como hemos comentado antes, la paciente es dada de alta en 24 horas y tras 5 – 7 días de la intervención retiramos la sonda vesical.
Después de la cirugía, mantenemos el esfínter artificial desactivado durante 6 semanas para permitir que la inflamación disminuya. Tras este periodo, instruimos a la paciente en el manejo del esfínter y procedemos a la activación del mismo.
Una vez activado, el dispositivo ya está funcionando y la paciente recupera su continencia.
Por tanto, podemos decir que, tras un periodo de aproximadamente 6 semanas, la paciente puede comenzar a manejar su esfínter, recuperar su continencia y, en consecuencia, también volver su vida habitual sin la limitación de la incontinencia.
Actualmente, en nuestro equipo, disponemos de una amplia experiencia en el tratamiento de pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo compleja mediante esfínter urinario artificial robótico, con muy buenos resultados tanto de continencia como de seguridad.