Los TCA tienen rostro de mujer: así afecta la mirada masculina en la insatisfacción corporal
Hablamos con Denisa Praje y Carmen Sancha, psicólogas sanitarias expertas en Trastornos de Alimentación, sobre como el género es un factor determinante en este tipo de enfermedades.
30 noviembre, 2023 11:17El 30 de noviembre es el Día Internacional de la lucha contra los Trastornos de Conducta Alimentaria. Un día que se utiliza para concienciar a la población sobre la gravedad de esta enfermedad y la importancia de brindar apoyo a quienes lo sufren.
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En España, según un estudio realizado por la Asociación TCA Aragón, los Trastornos Alimentarios afectan en torno a un 10% de la población adolescente. La edad media de las personas que comienzan a sufrirlos ha decrecido alarmantemente: ahora se sitúa en los 12 años y medio.
A pesar de que los TCA en España puedan tener una respuesta física en el paciente que los sufre, su raíz está en el plano psicológico, en su autoestima, su autopercepción y en cómo lidia con sus emociones.
¿Tienen género los TCA?
Si elaborásemos un perfil de pacientes afectados por TCA en España, sería el de una mujer joven entre los 12 y 21 años. Este tipo de trastornos afectan más a las mujeres que a los hombres, como recoge la Asociación TCA Aragón.
A su vez, Bàrbara Alcaide, responsable del servicio de atención a las familias de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia de Cataluña (ACAB), afirma a Newtrall que “de cada 10 personas con un TCA, nueve son mujeres”.
Por lo que sí, el género y la sociedad en la que vivimos afecta en la visión corporal que las mujeres tienen de sí misma, y, por lo tanto, en el posible desarrollo de un TCA.
En Magas hemos hablado con Denisa Praje (@psidenisa) y Carmen Sancha (@psiconmigo) psicólogas sanitarias expertas en Trastornos de Alimentación, sobre como el género es un factor determinante en este tipo de enfermedades.
Denisa Praje, define a los TCA como “una construcción que han hecho algunos científicos, es decir, es una forma de categorizar distintos fenómenos en base a ciertos criterios que se han elegido y han ido cambiando a lo largo de los años. Los TCA son los nombres que se les ha puesto a un conjunto de comportamientos, pensamientos y emociones relacionadas con la comida y la imagen física. Lo importante, desde marcos que no trabajan con etiquetas diagnósticas, es identificar esos comportamientos, pensamientos y emociones en cada invididuo”
“Las mujeres tenemos una relación más complicada con la comida porque se nos ha castigado más que comamos desde el deseo, el hambre, el disfrute, y otras necesidades, y se nos ha impuesto más que regulemos nuestra ingesta basándonos en el control de nuestros cuerpos. Entonces aparece el miedo a ciertas formas de alimentarse, la culpa”.
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Los TCA los sufren el 90% de las mujeres, en comparación con el 10% de los hombres. Ante esto, Praje explica que “aprendemos que ser mujer significa ser femenina, y que ser femenina tiene que ver con deber belleza, ser fina, ocupar poco espacio, controlar los apetitos, complacer a los demás... esos aprendizajes son un caldo de cultivo para que haya una sobrevaloración de la belleza y el cuerpo, y que lo pongamos al servicio de los otros”.
“Además, la cosificación es un proceso que nos afecta principalmente a las mujeres. La cosificación consiste en reducir nuestro valor a nuestro cuerpo y que se nos perciba principalmente como cuerpos. La sobrevaloración del cuerpo es un elemento central que interfiere en el origen y mantenimiento de los TCA relacionados con la insatisfacción corporal”.
La influencia de la mirada masculina
Denisa afirma que “la mirada masculina puede influir o ser uno de los factores sociales que influya a la hora de tener insatisfacción corporal, y la insatisfacción corporal, junto con otros factores, puede derivar en el desarrollo de un problema con la alimentación"
Por su parte, Carmen Sancha explica que cuando indaga en consulta para conocer el origen de ciertas inseguridades o complejos físicos, lo que encuentra es que “esos rasgos no supusieron nunca ningún malestar hasta que fueron señalados como algo negativo por alguien, casi siempre un hombre: un insulto por parte de un compañero de clase en el colegio, una comparación de su físico con el de otra chica, un comentario por parte de un familiar o un médico incitando a adelgazar porque así estaría más guapa y gustaría más a los niños”
“De aquí lo que se extrae es que hay unos ojos que siempre nos están mirando —los de los hombres y el patriarcado— y para los que tenemos que estar perfectas o recibiremos castigo. Además, criadas en la heteronoma, gustarle a alguien es importante —si no, ¿por qué tantas preguntas de pequeñas en Navidades de si ya teníamos novio?—, por lo que se añade aquí el componente de querer ser deseadas y recibir su aprobación. A veces, ni siquiera es necesario que se hayan dado esos insultos o comentarios, sino que basta con ver que las personas delgadas de nuestro alrededor ligan más y reciben más atención por parte de chicos”.
El ideal de belleza femenino
Los cánones de belleza que nos imponen la sociedad, vienen influidos por el género, ¿Cómo podemos intentar huir de esas imposiciones?
Denisa: No sé si podemos huir de las imposiciones, por lo pronto podemos identificar para qué hacemos las cosas, para ganar libertad de elección o al menos conciencia de nuestros procesos y las trampas en las que seguimos cayendo. Además, no solo vienen influidos por el género, también vienen influidos por un sistema productivo al que le interesa tenernos insatisfechas para consumir.
Creo que es importante que nos planteemos qué buscamos cuando buscamos belleza, ser más delgadas, tener otro cuerpo… y si eso que buscamos realmente se encuentra en otro cuerpo o se encuentra en otros caminos.
Es decir, si rascamos un poco, el motivo de querer tener un cuerpo que nos guste más, suele tener que ver con el deseo de sentirse más segura, más confiada, poder hacer ciertos planes de los que una se está privando hasta que no tenga otro cuerpo, atreverse a hablar más en ciertos espacios, sentirse amada… estos fines últimos quizás no está en encajar en esos cánones, sino a través de otros caminos, otras acciones.
Carmen: Otro paso que supone un antes y un después es abandonar las dietas y aprender a relacionarnos con la comida de una manera más intuitiva, atendiendo a nuestras apetencias y dejando de darle connotaciones morales a los alimentos; y esto va de la mano de aproximarnos al ejercicio desde un enfoque más “disfrutón”, sin culpas y exigencias, dejando lo estético en un segundo o último plano y centrándonos en el bien que le hace al cuerpito moverse cuando puede permitírselo y quiere.
Pero, sobre todo, diría que lo principal es entender que aquí hay algo transversal, que no son casos aislados, que escuchemos a otras mujeres para darnos cuenta de que no es algo individual sino colectivo, que se trata de una experiencia compartida.
Se viralizaba, hace no mucho, en TikTok, un trend en el que hombres de todo el mundo reconocían pensar bastante a menudo en el Imperio Romano, y esto hizo a las mujeres empezar a debatir sobre cuál sería su equivalente, esa cosa en la que todas pensamos más a menudo de lo que nos gustaría reconocer… el Imperio Romano de la mayoría de mujeres es estar insatisfechas con nuestra imagen.
@miss.loot El verdadero imperio romano de las mujeres
♬ sonido original - Miss Loot
¿Cómo podemos prevenir el desarrollo de un TCA?
Denisa: Creo que haríamos un favor como sociedad si dejásemos de dar un valor diferencial a la belleza, al aspecto. No sé cómo se puede huir de la mirada masculina, quizás podemos hacer un ejercicio de identificar cuándo nos estamos comportando y guiando en base a ella. Desde ahí hay más posibilidad de elegir qué acción nos encamina hacia lo que verdaderamente nos importa.
Carmen: Dos cosas muy sencillas y que todos podemos hacer para ayudar a prevenir el desarrollo de TCAs es cuidar cómo hablamos de nuestro cuerpo y de otros cuerpos delante de los demás, así como de los alimentos. Criticar nuestro físico o el de otros lanza un mensaje a quien tenemos al lado, que es que el físico es muy importante y nos fijaremos también en el suyo (facilitando así el que se analice y preocupe también); igual que hablar de ciertos alimentos como “guarrerías” favorece que sintamos culpa al comerlos y desarrollemos una mala relación con la comida.
Por esta razón, mejor no comentar cuerpos —tampoco “para bien”: felicitar a alguien por adelgazar, también lanza un mensaje de que siga por ese camino, y no sabemos qué hay detrás—, ni categorizar alimentos como buenos o malos o criticar las decisiones alimentarias de otros.
La prevención también pasa por aprender a destacar en nuestra gente cualidades más allá del físico: si todo lo que señalamos como positivo en una persona son atributos físicos (i.e.: qué guapa, qué delgada, qué piernas tan bonitas…), contribuimos a que se valore a sí misma en términos estéticos.
¿Sólo su físico merece nuestra atención? Busquemos cualidades personales que podamos aplaudir, que seguro que las hay y ayudarán a la persona a ver que hay otras cosas de sí misma que son apreciadas por los demás y más importantes que lo estético.
Por último, procede aclarar que hacer dieta es uno de los principales factores de riesgo de cara a desarrollar un TCA. Cuanto más restrictiva sea esta y cuanto más tiempo se esté a dieta, mayor será el riesgo. Educar a nuestra infancia desde el permiso incondicional con la comida y promover la aceptación corporal son pilares fundamentales de la prevención.