El estrés, la alimentación, los tóxicos ambientales, la toma de fármacos, el ejercicio físico… Todo influye para crear una microbiota debilitada. Pero podemos llevar toda nuestra vida con la microbiota de esta manera desde la infancia y no saberlo.
Llegan a mi consulta muchas personas con problemas en su microbiota, que se suele presentar debilitada, con poca diversidad y una escasa resilencia y siempre me preguntan cuál es la causa y lo cierto, es que como decimos, todo influye.
Nuestra piel y mucosas son nuestras primeras barreras defensivas y están recubiertas de una capa de bacterias llamada microbiota, que es fundamental para defendernos de todo lo que llega a nuestro cuerpo: bacterias, virus, tóxicos y sustancias con las que entramos en contacto cada día.
La microbiota se gesta al nacer
Esta microbiota tan importante se gesta al nacer y a lo largo de la vida se ve afectada por muchísimos factores. Se trata de un ecosistema vivo y en constante adaptación al medio.
En niños con muchas alergias, que se ponen enfermos constantemente y tienen problemas digestivos, podemos sospechar de una microbiota que no está fuerte y sana, y, por lo tanto, podemos hacer varias cosas para fortalecerla.
La formación de la microbiota empieza desde que nacemos. La microbiota materna es determinante en el primer contacto del bebé con el mundo microbiano. Todavía hay un debate abierto sobre si el bebe nace estéril o tiene algún contacto con el mundo microbiano o sus metabolitos en el interior de la placenta.
El canal del parto es fundamental en la microbiota
Lo que sí que está claro es que el canal del parto es muy importante para la colonización de bacterias en el recién nacido, el bebé se encuentra con las bacterias de la microbiota vaginal y anal de la madre.
La vagina de la madre está colonizada de muchos microorganismos, especialmente lactobacilos.
Cuando hay un parto natural, el niño se impregna de todas estas bacterias. Sin embargo, cuando el parto es por cesárea, el primer contacto de bacterias que tiene el recién nacido es el que pueda encontrarse en la piel o guantes del personal sanitario y las superficies del hospital, en general bastante esterilizadas.
Una técnica que se realiza para poder poner en contacto al bebé con las bacterias de su madre en la cesárea, es impregnar una gasita con muestras vaginales de la vagina materna y exponer al bebé.
Factores para una microbiota sana
Si buscamos la formación de una microbiota sana y diversa desde la infancia, hay factores fundamentales que debemos conocer:
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El cuidado de la microbiota materna. Un punto fundamental es el cuidado de la salud bucodental e intestinal en la madre, no solo en el embarazo, si no, después del nacimiento. El traspaso de la microbiota materna es constante a través del contacto físico, los besos, los abrazos, la lactancia.
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Parto natural o contribuir a que el recién nacido entre en contacto con la microbiota materna con una gasa impregnada de la microbiota materna.
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Lactancia materna. La leche materna contiene anticuerpos y moléculas inmunitarias que refuerzan el sistema inmune del bebé, también contiene oligosacáridos, que son prebióticos para alimentar a las bacterias que colonizan al bebé. El bebé adquiere muchas bacterias de la piel de la madre cuando lacta y la propia leche es una fuente de bacterias importante.
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Reducir el consumo de antibióticos y solo dárselos al bebé bajo estricta prescripción médica. El consumo de probióticos post antibiótico siempre ayudará a realizar una repoblación intestinal, pregunta a tu pediatra por un probiótico adecuado si tu bebé toma antibióticos.
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Favorecer la diversidad microbiana con una alimentación prebiótica muy rica en verduras y fruta desde la primera infancia. Evitar refinados y azúcares y utilizar siempre granos integrales. Dale verduras a tu hijo en todas las comidas. El integral no solo es para el adulto, es para todos, no debería haber comida de niños y de mayores, hay comida sana y nutritiva para todos.
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Incorporar alimentos ricos en bacterias vivas en la rutina de alimentación como yogur, kefir, chucrut, miso, kimchi.
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Si hay mala salud digestiva desde la infancia, acudir a un nutricionista especializado en microbiota que ayude a tu hijo a tener un ecosistema fuerte.
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Saber que en épocas de mucho estrés, la microbiota sufre y hay que cuidarla el doble con una alimentación pre y probiótica.
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Y en la edad adulta: la gestión del estrés, el ejercicio y la alimentación serán tus mejores aliados.
Tenemos que tener una mayor conciencia sobre la importancia de la salud intestinal desde la infancia. Tengo pacientes que llevan desde pequeños con problemas digestivos sin resolver que nadie ha atendido.
Si no hay patología, se le dice al paciente que tiene que vivir con hinchazón, gases, alteraciones del tránsito y ya está.
Si sospechas de que tu hijo tiene una microbiota debilitada porque tiene alergias constantes, piel atópica, malas digestiones, deposiciones diarreicas o estreñimiento, no dudes en buscar a un sanitario que te aporte herramientas para fortalecerla.
La microbiota se modula en función del cuidado que le damos, tanto para bien como para mal.