El café es la segunda bebida más consumida en todo el mundo, por detrás del agua. Existen muy pocos hogares que no cuenten con una cafetera en la cocina y muy pocas personas que no tengan como rutina habitual tomarse una taza nada más despertar. Ya no solo el aporte de energía es lo que hace que se considere una adicción, sino que todas sus variantes han conseguido que el sabor sea inmejorable.
Desde los orígenes de su consumo se han ido elaborando diferentes formas de preparaciones de café, existiendo hoy en día una amplia variedad, desde el más típico con únicamente leche, hasta el cortado, americano, el carajillo, capuchino, bombón, frappé o mocca, que podrían considerarse como los más consumidos.
A pesar de que en España nos consideremos verdaderos amantes del café y todas sus variantes parecen no sorprendernos, algunos países se han encargado de realizar las opciones más sabrosas que, con el paso del tiempo, se han convertido en un sello de identidad, como ha pasado con el flat white en Australia.
El café flat white es la nueva tendencia en las cafeterías, quienes lo han probado, incluso han prometido apartar a todas sus versiones para únicamente disfrutar de la que lleva triunfando entre los australianos por casi 40 años. Su popularidad ha calado tan hondo entre la población que incluso el pasado lunes 11 de marzo, Google le dedicó uno de sus doodles.
A pesar de compartir ingredientes similares con muchos otros tipos de café, las diferencias en la preparación y la proporción de los mismos dan como resultado un sabor y textura única y diferente a todo lo anterior. La suavidad y cremosidad destacan entre todo lo demás, convirtiéndose en la mejor alternativa para aquellos que quieren disfrutar de la intensidad de un café, pero no quiere un café solo.
Qué es el flat white, el nuevo café que llega a España
Gracias a su composición única, el flat white ha traspasado las fronteras para llegar a diferentes países. A pesar de que se elabora con espresso y leche, lo que realmente marca la diferencia es la manera en que se combinan estos ingredientes. Al tomarlo se perciben ambos a la perfección, existiendo un equilibrio en el que ninguno opaca el sabor del otro.
Para prepararlo, debemos añadir una fina capa de leche vaporizada o microespuma. En el flat white, esta se combina perfectamente con el café y da como resultado un sabor más fuerte y equilibrado. El truco de quienes lo preparan consiste en la preparación de la leche, que debe espumarse de forma lenta y suave, alcanzando la temperatura adecuada para que el resultado sea una agradable textura sedosa.
A la hora de servir este tipo de café, hay dos maneras de hacerlo. La forma correcta y también la más común es servirlo sin dejar que la espuma se separe de la leche. Para ello, debemos agitar en una taza la leche con una ligera espuma con el café espresso. Como resultado, obtendremos una mezcla aterciopelada, con solo una pequeña capa de leche casi imperceptible. La segunda es tan simple como combinar una taza de café con leche al vapor.
Se suele servir en un vaso o una taza de gran tamaño y, según los gustos, se le puede agregar más o menos leche. Lo cierto es que se dice que nació por casualidad, pero gustó tanto entre los australianos que se convirtió en una de las modalidades más solicitadas. Los más aficionados aconsejan tomarlo sin azúcar para disfrutar de sus distintos aromas en profundidad.
Como hacer un flat white en casa
A pesar de que su procedimiento parezca muy complicado, lo cierto es que también se puede realizar en casa. Solo necesitamos los ingredientes típicos, agua, café en grano, leche entera. De manera opcional, azúcar u otros adicionales como sirope de vainilla.
Lo primero que debemos hacer es preparar un café espresso con la máquina o cafetera italiana. Después, vamos a vaporizar la leche, la introducimos en una jarra para espumar y con un vaporizador crearemos una espuma muy fina, sin burbujas grandes. La temperatura ideal de la leche debe rondar los 60-65 °C para mantener su dulzura natural.
Podemos emplear un espumador manual o un vaso con tapa hermética para la leche, agitando fuertemente el vaso hasta que la leche duplique su volumen y tenga una textura cremosa. Después, vamos a verter el espresso en la taza y, seguidamente, la leche vaporizada. La proporción ideal es de 1:2 (un solo de café por cada dos partes de leche), si queremos ser profesionales, podemos terminar con un ligero vertido en el centro para crear una capa fina de microespuma.