El Ruber Internacional Centro Médico Masó ha abierto las puertas de su laboratorio de criobiología y de reproducción asistida para mostrar al público todos los procesos que intervienen en la creación de una nueva vida.
El objetivo es ofrecer a las mujeres que deseen concebir en algún momento toda la información necesaria para que lo puedan hacer con las mayores garantías de éxito.
Yosu Franco, doctor en biología molecular y responsable de la Unidad de Reproducción Asistida de Ruber Internacional, ha sido el encargado de realizar la visita.
Durante la misma, el experto ha destacado la necesidad de informar y dar a conocer todos los factores que pueden llegar a influir en la fertilidad, ya que cada vez existe una mayor demanda de servicios de reproducción asistida, sobre todo en parejas mayores de 40 años.
"Una de cada diez mujeres en edad fértil sufre alguna disfunción ovárica, lo que conlleva a más dificultades para lograr un embarazo. Es imprescindible que las mujeres dispongan de toda la información acerca de su fertilidad, desde edades muy tempranas, para evitar la esterilidad y las frustraciones que provoca", asegura.
Y añade: "A menudo nos encontramos con casos de mujeres que, ya rondando la cuarentena, acuden a la consulta por un problema de infertilidad, y con un desconocimiento absoluto sobre cómo afecta la edad a la reserva ovárica y la calidad ovocitaria".
La demanda de los tratamientos de fertilidad ha aumentado notablemente en los últimos años. Según datos del último estudio de la SEF, en 2021 aumentaron un 30% los ciclos de fecundación in vitro (FIV) respecto a 2020 y un 12% respecto a 2019.
En 2021 se registraron en España 40.638 niños nacidos mediante técnicas de reproducción asistida, aproximadamente el 11% de todos los nacimientos en España en ese año.
La edad, factor esencial
Los datos apuntan a que las mujeres tienden a posponer la decisión del embarazo, situándose la edad media del primer embarazo por encima de los 32 años.
Entre 2012 y 2022 se ha incrementado un 27,9% el número de nacimientos de madres de 40 o más años, según indica el INE.
La criopreservación como alternativa
"No podemos permitirnos que una mujer de 32 años no sepa las consecuencias que tiene posponer el embarazo y no conozca alternativas como la criopreservación. El objetivo es que no se quede ni una sola mujer sin la información y sin la capacidad de decisión", coincide Elena Carrillo de Albornoz, directora de la Unidad de Reproducción Asistida de Ruber Internacional.
La subfertilidad afecta a más de 800.000 parejas en España y el principal factor en la mujer es la capacidad ovocitaria. Es decir, se produce un envejecimiento ovárico. Así que el consejo de los especialistas es planificar el proceso.
Una de las técnicas punteras que pueden ayudar en la planificación de la maternidad es la criopreservación ovocitaria, una poderosa herramienta para que las mujeres tomen el control de su reloj biológico.
En los últimos años, se ha experimentado una creciente demanda en la congelación de óvulos, aumentando hasta más de un 160% con respecto a 2015. En 2021 se criogenizaron más de 41.000 ovocitos.
35 años, edad límite para criopreservar
"Los casos de famosas que afirman haber concebido de forma natural a partir de los 40 generan mayor desinformación y hacen que muchas mujeres no lleven a cabo una planificación previa de conservación de sus óvulos para poder garantizar una gestación con éxito en el futuro", asegura el doctor Franco.
Los 35 es la edad límite para concebir con garantías, por tanto, también es la edad máxima para realizar la criopreservación de los óvulos. A partir de los 37 es muy difícil que una persona conciba de manera natural y ya en los 38 se dispara el número de alteraciones cromosómicas.
¿Cómo funciona la criopreservación de óvulos?
Asistimos a una masterclass en la Ruber Internacional dirigida por el doctor Yosu Franco que nos traslada de una sala a otra mostrándonos el proceso con detenimiento.
Primero la extracción de los óvulos maduros y la vitrificación (técnica de congelación ultrarrápida que minimiza el riesgo de daño celular).
Son los dos primeros pasos de la criopreservación. Eso sí, antes se realiza lo que se conoce como estimulación ovárica, que implica utilizar hormonas para inducir la maduración de múltiples óvulos. Una vez que estos están congelados, se almacenan a temperaturas muy bajas para un posible uso futuro.
En el laboratorio de criobiología, la extracción de óvulos se realiza en el quirófano, desde donde se los llevan a la zona donde se procede a la fecundación in vitro (FIV). Es un procedimiento de reproducción asistida en el que se combina un óvulo y un espermatozoide para formar el embrión, que más tarde se colocará en el útero para su desarrollo. El embriólogo es el profesional encargado de esta tarea para la que se requiere una habilidad muy precisa.
Evolución hasta blastocisto
Así pues, en el laboratorio de FIV los embriólogos manipulan los embriones, que se guardan durante los primeros días en incubadores (como si fueran úteros). Para no sacarlos de los mismos, estos cuentan con un sistema de time-lapse que permite analizar el estado del embrión mediante vídeos. Entre el día 5-7 del proceso, el embrión evoluciona hasta blastocisto. La tasa de embriones que lo consigue suele estar entre el 40 y el 60%.
En este mismo espacio se realiza lo que se conoce como biopsia embrionaria. En concreto, consiste en extraer algunas células ovocitarias del embrión una vez fecundado para evaluar su calidad y que todos sus cromosomas estén bien. Esto se hace a través de unos microinyectores y microscopios.
En dos semanas el equipo recibe los resultados del análisis procedente del laboratorio de genética, en el que se indica si el embrión posee un número de cromosomas correcto y se puede transferir al útero o si, por el contrario, presenta alteraciones cromosómicas que lo invalidan para su implantación.
Todo el misterio de la vida, gracias a la pericia de las manos de los médicos y a la alta tecnología que rodean estas salas.