En la búsqueda de una vida saludable, hay alimentos que priorizamos en nuestro día a día. Las frutas y verduras no pueden faltar si queremos perder peso y mantenernos en un buen estado de salud; sin embargo, ahora hay otros alimentos que parecen haberse colado en esta lista de opciones beneficiosas: los frutos secos.
Además de contar con una gran variedad de formas, colores y gustos, los frutos secos se han colocado en el pódium por diferentes razones: están repletos de grasas saludables, antioxidantes, proteínas y una gran cantidad de nutrientes clave para el rendimiento deportivo y la vida sana en general.
Cada uno de ellos tiene una capacidad única; sin embargo, hay uno que tendemos a olvidar, por considerarse un 'falso' fruto seco, pero que por sus beneficios puede llegar a compararse con una fruta: las castañas.
Beneficios de las castañas
Las castañas han sido una fuente de alimento durante miles de años. Crecen en árboles del género Castanea y muchas especies de este grupo pueden vivir unos 500 años o más. Las plantas de las que crecen son nativos de muchos lugares del mundo, como China, Japón, América o Europa.
De todos ellos, el castaño europeo, Castanea sativa, es el más común y proporciona la mayoría de las castañas que se venden en la actualidad, especialmente en España y en épocas como la Navidad, cuando las calles se impregnan de su olor tan característico una vez están asadas.
Las castañas son ricas en vitamina C, lo que las hace únicas entre otros alimentos. De hecho, son los 'frutos secos' que más se parecen más a las frutas y únicamente media taza de castañas crudas puede aportarnos entre el 35 y el 45 por ciento de nuestra ingesta diaria de vitamina C.
A pesar de su gran aporte de esta vitamina, es cierto que se pierde una parte cuando las hervimos o asamos, aunque su aporte sigue siendo muy alto. Para retener más esta capacidad, lo que tenemos que hacer es asarlas a temperaturas más bajas o usar un deshidratador de alimentos para secarlas.
Sin embargo, si hay algo que no se pierde aun estando cocinadas, es su capacidad antioxidante. Las castañas son ricas en ácido gálico y ácido elágico, dos compuestos cuya concentración aumenta cuando se cocinan.
Las castañas contienen una serie de antioxidantes protectores —incluida la vitamina C anteriormente nombrada—, carotenoides, luteína y zeaxantina, además de varios compuestos vegetales, incluidos los polifenoles, el ácido gálico ya nombrado y los taninos.
Estos compuestos protegen a las células del daño causado por un proceso llamado oxidación y de esta manera pueden ayudar a proteger contra enfermedades crónicas, por lo que son capaces de combatir el envejecimiento. De hecho, son los más famosos en productos estéticos, ya que son capaces de reducir la inflamación de las células, limitar las manchas, suavizar las arrugas y protegernos del paso del tiempo.
Al ser una fuente de polifenoles, incluidos el ácido gálico y elágico, las castañas pueden proteger el corazón del daño oxidativo. Además, si contenido de potasio es muy importante para regular la presión arterial.
Las castañas son una fuente útil de fibra que favorece la función digestiva. Esta sustancia también actúa como prebiótico, alimentando las bacterias que viven en el intestino y, a su vez, ayudando a mantener un ambiente intestinal saludable. No solo eso, sino que nos ayuda a mantenernos llenos por más tiempo y evita los posibles antojos que nos hacen ganar peso.
Aunque las castañas aportan más carbohidratos que otros frutos secos, esta misma fibra ayuda a regular su liberación. Además de esto, los antioxidantes protectores ácido gálico y elágico son capaces de mejorar la respuesta de nuestras células a la insulina, lo que hace que el control general del azúcar sea más efectivo.
A pesar de tener grandes beneficios, este 'fruto seco' se encuentra en una categoría que presenta un riesgo de alergia común, por lo que algunas personas pueden ser alérgicas a ellas a pesar de tolerar con seguridad tanto los cacahuetes como los frutos secos.
Las castañas crudas son seguras para la mayoría de las personas; sin embargo, debido a que contienen taninos, pueden causar trastornos digestivos y náuseas en algunas personas, por lo que así como con todos los alimentos, se debe controlar su ingesta.
Cómo comer castañas
Las castañas están disponibles para comprar entre los meses de octubre a febrero, aunque se pueden encontrar durante todo el año en algunos comercios. Lo ideal es buscarlas crudas, cuando están más frescas y nutritivas.
Dado que las castañas crudas tienen un alto contenido de taninos amargos, es posible que la mejor opción asarlas antes de comerlas, esto aumenta su contenido de azúcar y añade un toque de dulzura, por lo que se vuelven más ricas.
Si esa manera no es nuestra favorita, existen otras muchas para comer castañas: a modo de puré con una licuadora, asándolas y añadiéndolas a ensañadas, espolvoreándolas sobre alimentos, confitadas o a modo de bollería.
Los expertos recomiendan consumir un puñado de castañas al día. Este tipo de fruto seco tiene un alto contenido calórico, por lo que consumir demasiadas podría provocar un aumento de la cantidad de calorías diarias que ingerimos.