Antiguamente, la sexualidad y el placer femeninos estaban totalmente invisibilizados: "La mujer debe ser pasiva y débil. Las mujeres están hechas especialmente para complacer al hombre", escribía Rousseau en Emilio, uno de sus tratados filosóficos.
Parece que hoy en día este estigma va desapareciendo, en parte gracias al auge y la normalización de los vibradores e instrumentos creados únicamente para generar placer, excitando el único órgano del cuerpo humano que solo sirve para eso: el clítoris.
La normalización y la búsqueda de prácticas sexuales que estimulan los genitales femeninos también han ayudado a extinguir algunas creencias y valores antiguos que impedían a las mujeres disfrutar de su plenitud sexual. MUSA, una marca revolucionaria para el bienestar de las mujeres, presenta sus productos para acompañar a las mujeres tanto en el descubrimiento de su sexualidad como en el resto de etapas de su vida.
Hablamos con Lucía Martínez Villarejo, matrona y sexóloga, que hace hincapié en la importancia de gozar de una buena salud sexual para mejorar nuestra salud física y mental.
¿Qué beneficios tiene gozar de una buena salud sexual?
Si nos vamos a lo puramente biológico, cuando nuestro cerebro se abre a la comunicación sexual (individual o compartida) y se adentra en un estado de consciencia lleno de pasión, se segregan numerosas sustancias capaces de producir cambios en nuestro organismo.
El aumento de oxitocina y endorfinas se relacionan con un mejor estado de ánimo, reducción de la ansiedad, y disminución de algunos dolores. Además, implica un esfuerzo muscular y cardiovascular moderado que puede contribuir a mejorar la hipertensión, enfermedades cardiacas, fortalecer el suelo pélvico y la musculatura en general.
Se produce también una disminución del cortisol, lo que implica la reducción del estrés; el aumento de endorfinas unido al menor cortisol, parecen mejorar el sistema inmunológico. De hecho, varios estudios muestran que existe cierto aumento de la concentración de Inmunolgobulina A, un anticuerpo que actúa como primera línea de defensa frente a infecciones.
Una vez se ha producido orgasmo, aparece un pico de prolactina que podría inducir relajación, sueño y descanso posterior. Los beneficios emocionales se relacionan fundamentalmente con el impacto que tienen el placer y la satisfacción en nuestras vidas, mejora la autoestima y la percepción de uno mismo.
Además, el papel de la sexualidad se interrelaciona con el respeto, la complicidad, y otras expresiones de afecto. Disfrutar de una buena salud sexual contribuye al bienestar integral de las personas.
Para mejorar nuestra salud sexual, solas y en pareja...
Vivimos en un mundo saturado de rutinas, prisas, exigencias y carga mental, especialmente las mujeres. A veces me da la sensación de que no podemos ni mirar al cielo y disfrutar de los colores del atardecer.
Estamos desconectadas de nuestros sentidos, se nos pasan por alto una infinidad de estímulos agradables. Si no somos capaces de percibir el rico olor del café por la mañana, posiblemente nuestro cerebro tampoco podrá codificar ningún estímulo en sexual, y no conectaremos con la erótica. Es fundamental vincularnos de nuevo con los pequeños placeres y disfrutes cotidianos, porque la sexualidad va de eso, de permitirnos gozar.
Otro punto interesante sería el autoconocimiento. La sociedad está brutalmente sexualizada, y paradójicamente la sexualidad de las mujeres sigue sin tener voz. No se conocen nuestras fantasías, deseos, lo que nos activa. A veces ni nosotras mismas lo sabemos, y es fundamental hacer solas ese camino, aprender a disfrutar de nuestra propia sexualidad.
La sexualidad compartida trasciende las prácticas sexuales que cuentan con más marketing. Incluyen miradas cómplices y deseantes, abrazos y besos largos, calmados, sin la demanda de continuar; acariciar, rastrear cada centímetro de piel, no solo por dar placer, sino disfrutándolo en primera persona. Olerse, saborearse, sin priorizar genitales ni pecho... ¡hay mucho cuerpo gustoso por descubrir!
Hablemos sobre los beneficios de la masturbación.
Como dice la sexóloga y comunicadora Sonia Encinas: masturbarse es autocuidado y amor propio. Favorece la salud sexual, por lo que muchos de sus beneficios son comunes a los anteriormente citados.
Entre ellos se encuentran la reducción de dolores incluido el menstrual, fortalecimiento del suelo pélvico, favorece la lubricación de la vagina, tiene beneficios cardiovasculares y musculoesqueléticos, mejora el estado de ánimo y la capacidad de concentración, reduce el estrés y la ansiedad, favorece el sueño y descanso, cuida el autoestima y es una herramienta para conocer mejor nuestro cuerpo y sus sensaciones.
En muchas ocasiones, el autoerotismo se cataloga como experiencia sexual de segundo orden, incompatible con una relación de pareja. Sin embargo, es una oportunidad muy valiosa para conectar con el placer.
En mi experiencia como matrona y sexóloga he visto mujeres cuya sexualidad ha estado reprimida durante años, para las que el descubrimiento de la masturbación ha tenido un valor incalculable y ha supuesto una ganancia de bienestar y placer.
¿Qué puedes contarnos sobre el orgasmo femenino?
No hay ningún otro tema en el que la literatura científica en comparación con la prensa no especializada sea tan dispar. El orgasmo es una experiencia compleja en la que intervienen varios órganos y sistemas del cuerpo. Desde que somos adolescentes, las mujeres nos debatimos entre si somos 'vaginianas' o 'clitorianas', y muchas veces ni siquiera compartimos estas reflexiones.
El orgasmo es un reflejo que se produce por sensaciones placenteras
Freud consideraba que el único orgasmo válido era el que se lograba con la penetración vaginal, a través del clítoris significaba inmadurez. Ahora sabemos que el orgasmo es un reflejo que sucede si nos dejamos llevar por las sensaciones que nos produce la estimulación placentera de cualquier zona erógena del cuerpo, unido a un estado mental en clave erótica.
La vagina y el clítoris son órganos que, en algunos casos, sirven como vehículo de excitación para conseguir el orgasmo. El órgano sexual más importante es el cerebro, el más grande la piel, y el único cuya función se centra exclusivamente en proporcionar placer es el clítoris. Éste contiene alrededor de ocho mil terminaciones nerviosas (más que cualquiera y el doble que el pene) y está compuesto por tejido eréctil.
La anatomía genital es diversa, la forma, disposición y sensibilidad del clítoris es muy variada. Su parte visible, conocida como glande, es pequeña y está ubicada en la zona superior de la vulva, tapada por el capuchón. Es la parte más expuesta y por lo tanto la más sensible. Los cuerpos cavernosos del clítoris se extienden hacia el interior y los lados.
En función de cómo se dispongan, algunas mujeres son más sensibles a las caricias externas de labios menores, otras sienten más en el lado izquierdo que en el derecho por ejemplo, y otras prefieren la estimulación interna a través de la vagina. Los músculos del suelo pélvico también son importantes, se contraen rítmicamente durante el orgasmo y estas contracciones son una parte fundamental de la experiencia.
¿Qué tipos de orgasmo existen?
Socialmente se han descrito multitud de tipos de orgasmos: el vaginal, clitoriano, anal, orgasmo de pezones, mental, cervical....pero lo que realmente los diferencia es la vía a través de la cual se consigue la estimulación sexual.
Científicamente sabemos que es el cerebro quien determina y controla el proceso, sin embargo, existen pocos datos sobre cómo lo genera. Contamos con una gran cantidad de estímulos que provocan el orgasmo, y algunos estudios exhaustivos sugieren que la activación pélvica parte de la médula espinal, la experiencia subjetiva es generada por estímulos supraespinales, y parece que las neuronas espinotalámicas lumbares juegan un papel crucial.
No hay un lugar concreto ni un toque mágico que garantice el orgasmo. Prácticamente cualquier cosa puede desencadenarlo por ser el estímulo final necesario para alcanzar el punto de excitación máximo.
¿Es cierto que el uso continuado de vibradores puede insensibilizar la zona, y hacer que disfrutemos menos del sexo con nuestra pareja?
Los juguetes eróticos son un buen recurso para añadir diversión a las prácticas sexuales, una herramienta estupenda para descubrir qué nos gusta y cómo obtener placer. Algunos estudios sugieren que facilitan la llegada del orgasmo, en concreto los succionadores o vibradores de alta intensidad son capaces de producir agradables sensaciones, diferentes a cualquier otro tipo de estimulación.
Sin embargo, si se usan de manera sistemática o como única vía de activación sexual, podrían saturar los receptores sensitivos del clítoris, lo que repercutiría en una menor sensibilidad de la zona, que puede ser reversible.
Lo único que tenemos que tener en cuenta es lo siguiente: facilitar el movimiento y no dejarlo quieto en una sola zona, limitar el tiempo de uso a unos 10 minutos de forma continuada y, por supuesto, ¡no sentir culpa! No deberían suponer una amenaza para nadie. Si disfrutamos del sexo individual podremos, si nos apetece, compartirnos con más gusto.
Algún suplemento o vitamina que podamos tomar para mejorar el deseo sexual...
Hay diferentes plantas medicinales que podrían actuar como afrodisiacos naturales: maca, damiana, aswaghanda, tribulus, fenogreco, ginseng, y pinus pinaster. La mayoría de ellas también tienen un efecto positivo sobre la excitación y orgasmo.
Por otro lado, pequeños ensayos clínicos han demostrado mejoría en la libido tras tomar vitamina D y E. Encontramos estas vitaminas en alimentos como los pescados grasos, yema de huevo, queso cheddar, champiñones y seta shiitake (vit. D); frutos secos y semillas, aceites vegetales, verduras de hoja verde, frutas como el aguacate, mango, kiwi o mantequilla de cacahuete (vit. E), entre otros.
El zinc es un mineral que ayuda en la producción y regulación de testosterona, hormona que influye en el deseo sexual de hombres y mujeres.
Lo encontramos en ostras, cangrejos, mejillones, carne de ternera, cerdo, muslos de pollo, legumbres como el garbanzo o las lentejas, semillas de calabaza, avena o anacardos. Todas estas sustancias también se encuentran en los suplementos alimenticios de farmacias y herbolarios. Aunque ningún alimento o suplemento va a cambiar nuestra vida sexual de la noche a la mañana, pueden ayudar a mejorar nuestra sexualidad.
¿Cómo mejorar nuestra sexualidad a partir de los 50?
Es cierto que numerosos testimonios de mujeres que se encuentran en menopausia, o en la transición a esta, reconocen que el sexo ha ido perdiendo espacio e importancia en sus vidas. Además de la disminución del deseo sexual, pueden percibir mayor dificultad para tener orgasmos, así como menor intensidad y duración de estos.
La disminución de estrógenos causa con frecuencia sequedad vaginal, que ante una penetración que no va acompañada del nivel de excitación suficiente, podría ocasionar dolor. Este es uno de los principales motivos para rechazar las relaciones sexuales. Lo más importante es entender que el sexo siempre debe ser placentero, y que no tenemos que vernos obligadas a hacerlo si no nos apetece.
¿Conviene utilizar lubricantes?
Cuando realmente estamos excitadas y nos apetece compartirnos sexualmente, entonces podemos apoyarnos de lubricantes para favorecer el juego. Si no, solo sirven para perpetuar una práctica que no nos está interesando. En algunas ocasiones puede ser recomendable usar hidratantes vaginales, especialmente si contienen ácido hialurónico, o incluso un tratamiento farmacológico prescrito por un profesional.
¿De qué depende el aumento o disminución del deseo sexual?
Recientemente he liderado una investigación que muestra que la sexualidad también depende de otros factores y del estado de la pareja. Esto es crucial para comprender la mayor o menor motivación que podemos sentir por mantener relaciones sexuales, aparte de los efectos que puedan tener los cambios hormonales generados por la menopausia.
En relaciones de pareja, es necesario señalar el valor que tienen el diálogo, el respeto y la confianza, para poder generar un contexto en el que tengan cabida prácticas sexuales diversas, y no centradas exclusivamente en el coito.
Los relatos de mujeres de este estudio nos han informado de que la pareja puede ser percibida de una forma fraternal, como si convivieran con un amigo, y no con alguien por quien sentir atracción.
En estos casos, la pérdida de conexión e intimidad puede conllevar la desconexión erótica de la pareja, y emerge en muchas mujeres cierta resistencia a cambiar las reglas del juego, como si esta etapa fuera un tiempo casi en exclusiva para sí mismas.
Entonces, ¿la busqueda del placer femenino sigue siendo tabú?
Históricamente se ha tendido a oponer y desvincular a la feminidad del poder. Las mujeres son vistas como, o bien el sexo débil, frágil, impotente; o bien seres enigmáticos que pueden controlar a los hombres sólo con su sexualidad. Son expertas en empatía, comprensión, delicadeza, muestras de afecto, educación y cuidados familiares. ¿Acaso no es esto compatible con la búsqueda del placer?
Los grandes pensadores de la sociedad greco-romana crearon teorías que muestran una visión de inferioridad de la mujer justificada por su condición biológica, diferente a la del hombre. Estas teorías son la base del discurso en el que se basa la medicina moderna, que unido a un condicionamiento religioso, supone que desde algunas las instituciones la salud sexual sigue estando muy vinculada a la reproducción.
Los mensajes que reciben las mujeres están enfocados en prevenir posibles consecuencias negativas del sexo, en lugar de centrarse en la promoción del placer como fuente de salud y bienestar, y no se aborda la sexualidad de manera integral a lo largo de toda la vida.
La salud sexual y el placer obtenido de ella predicen positivamente el resultado de salud general. Por ello, también es importante contar con profesionales expertos que inicien conversaciones desde lo cotidiano, y ofrezcan información en múltiples formatos.
Nos corresponde asumir la responsabilidad de incluirla en nuestra práctica habitual y nuestras investigaciones, exigir más formación, y poder contar con sexólogos y expertos para derivar los casos complejos.
¿Cómo podemos acabar con el estigma?
La educación sexual es una estrategia fundamental que supone la primera línea en promoción del placer, prevención de vilolencias, y abordaje de dificultades sexuales, entre otras. Requiere tiempo, conocimientos, habilidades de comunicación, y recursos bibliográficos que contribuyan a impulsar cambios sexuales positivos adaptados a cada persona.
Por otro lado, confío mucho en el encuentro interpersonal como principio activo. Las asociaciones de mujeres que comparten vivencias y experiencias actúan como agentes de cambio.
Tienen capacidad de movilizarse y movilizar a su entorno, logrando poco a poco avances sociales. Confío en que cada vez las escuchemos más y cuidemos su salud sexual, porque como dijo Betty Dodson, "la igualdad de género empieza en el orgasmo femenino".