Echo la vista atrás y me doy cuenta de que está por cumplirse casi una década desde que empecé a estudiar la carrera universitaria. Me hago consciente de que mi círculo de amigas está compuesto por mujeres casadas, divorciadas, madres y eternas solteras, así como que mis iguales en el trabajo ya no me doblan la edad como la primera vez que me enfrenté al mundo laboral. ¿He dejado de ser joven?

Somos muchas las mujeres que enfrentamos esta pregunta en diferentes etapas de la vida. En mi caso, no he alcanzado aún los 30 y es un interrogante que ronda mi mente desde hace cinco años. Las comparativas son odiosas, a la par que poco esclarecedoras en una realidad tan plural como la que vivimos hoy día y recurrir a la ciencia puede romper nuestra autopercepción. 

"La juventud física es un mosaico de vitalidad biológica y bienestar. Desde una perspectiva científica, la juventud se extiende hasta los 25 años, cuando el cuerpo alcanza su pico de desarrollo físico", comentaba la farmacéutica y responsable científica de HD Cosmetic Efficiency, Ana Torrens. 

Con dicha categórica afirmación, respaldada por otros expertos en salud, estoy segura de que más de una ha emitido un grito de horror al darse cuenta de lo lejana que queda la fecha en que cumplieron dicha cifra: "¿Soy acaso una señora para que me cedan el asiento en el metro?", comentaba indignada una de mis allegadas cerca de los 50 años. 

"Señora treintañera, divorciada, y yogui", se definía otra de mis más cercanas con mucho orgullo de haber alcanzado dicha edad.

Una cuestión de género 

Cumplir años es una alegría solo para el 15% de la población de nuestro país. Un porcentaje no muy elevado que demuestra lo mucho que valoramos 'ser jóvenes'. Hay quienes, con optimismo, alargan este calificativo hasta la edad de 74 años, mientras que expertos en salud fijan un tope mucho inferior.

En el caso de las mujeres, el final de la juventud más aceptado se fija en los 40 años por el condicionante hormonal relacionado con la pérdida del ciclo menstrual. Se estima que, a esta edad, la mujer comienza a experimentar cambios en el metabolismo, en su sistema endocrino y en la regularidad de su período, acercándose de esta manera a su etapa no fértil de la vida. 

Queda claro así que el envejecimiento se percibe diferente entre hombres y mujeres. Mientras que a ellos, con los años, se les percibe como potenciales líderes duchos en experiencia y atractivo, parece que pasa lo contrario con las mujeres quienes reciben una constante presión por mantenerse 'siempre jóvenes' o lo que es lo mismo, con un aspecto adolescente forzado: tapa tus canas y disimula tus arrugas… pero que no se note que lo haces. 

Malas noticias para todos aquellos que pretenden frenar el paso del tiempo, "el envejecimiento es un proceso biológico natural e inevitable. Aunque los avances de la ciencia y la medicina, incluida la medicina estética, pueden ralentizar algunos signos del envejecimiento y mejorar la calidad de vida, no hay forma de detenerlo por completo", confiesa Rita Sêco, médico estética. Así que toca convivir con él, ¡y qué bien!

Mujer mayor de pelo blanco sentada al sol Pexels

A los 28 años mis padres se casaron y compraron un piso. Cuatro años después, nació mi hermana mayor y tres después, yo. Para la época, mi madre "ya no era tan joven" y tenía 32 años. En 2024, la media de edad para dejar el hogar familiar y emprender tu camino en solitario son los 29 años y el tema de tener una casa en propiedad es, cuanto menos, un sueño alcanzable a largo plazo. Por no hablar de formar una familia con hijos en el caso de que esa sea tu meta de vida. 

¿Cómo vamos a dejar de ser jóvenes si no hemos alcanzado la independencia, madurez y estabilidad de lo que debería ser un adulto promedio? Aquí se abre el debate, una vez más.

Juventud, ¿divino tesoro? 

La juventud se asocia con vitalidad y belleza. "Muchos cánones de belleza valoran las características típicas de la juventud como una piel tersa, firme y sin arrugas", comentaba la doctora Sêco. Pero es mucho más que todo esto. 

"Juventud, divino tesoro" decía Rubén Darío en uno de sus poemas. Algo con lo que discrepa la población definida como adulta, de 40 años en adelante. Estos perciben a las generaciones de menor edad como "poco confiables" y "dadores de problemas", según recogía el CIS en 2017, calificativos que se justifican con la inexperiencia de los mismos.

La realidad es que ser joven no es solo una cuestión de años cumplidos, ni de la apariencia exterior o la experiencia vital y laboral. La salud mental importa, y mucho, en saber si seguimos siendo jóvenes o no. Tener una mentalidad abierta y flexible podría mantenernos jóvenes eternamente.

Enemigos de la edad

"La juventud eterna es un concepto más filosófico que biológico. Cuando el cuerpo empieza a mostrar signos de envejecimiento, la persona deja de ser joven, aunque los avances en medicina pueden demorar la aparición de los signos de envejecimiento", declara el médico deportivo Juan Ruiz Trillo, de la clínica FEMM. 

La pérdida de colágeno tiene consecuencias visibles, como son la pérdida de elasticidad y firmeza, indicando que vamos perdiendo la tan ansiada juventud, pero no es el único indicador de edad. 

El desequilibrio hormonal. "Unos niveles adecuados de testosterona, estrógenos y la hormona de crecimiento influyen en el desarrollo y mantenimiento de las características juveniles. El tratamiento individualizado hormonal sustitutivo con hormonas bioidénticas ayuda a mantener el equilibrio, mejorando la falta de apetito sexual, vitalidad, energía, memoria y concentración, así como el musculoesquelético", explica el doctor Trillo.

Preservar la salud cardiovascular y la fuerza muscular es también clave para fomentar nuestra vitalidad. Una vida saludable con hábitos de nutrición óptimos y ejercicio físico son la llave a la juventud biológica, pero también mental. 

"Los desarrollos en dermatología y cosmetología han estirado notablemente el proceso de envejecimiento. Es cierto que no se puede parar el tiempo, pero podemos ayudar a la piel a que se mantenga mejor", asegura Torrens.

Jóvenes eternamente

La necesidad de sentirnos "jóvenes eternamente", como coreaba la mítica canción de Pol 3.14 surge del deseo de extender los años más dulces de la vida, disfrutando de cualquier tiempo pasado en el que éramos libres en espíritu, que de no querer que nuestra apariencia física cambie, pero el paso de los años es irrefrenable. 

Verano o invierno, sin importar el pasado o el futuro… ya lo anhelaba la mencionada canción convertida en himno generacional para las adolescentes del 2011. "Si te quedas quieta ahí, te grabo en mi cabeza cuando no paras de reír".

Tal vez ese sea la respuesta a la tan repetida pregunta por todas: viviremos y seremos jóvenes eternamente mientras recordemos todo aquello que nos hacía vibrar a los 15, a los 15, a los 35, más allá de etiquetas generacionales o de edad que supongan una limitación para ser quienes queramos, como queramos. Emprende a los 60 o cásate a los 20. O al revés. Sé joven, eternamente.