La sudoración es una función corporal completamente natural que todos tenemos en algún momento. Sin embargo, algunas personas, este proceso puede volverse una verdadera pesadilla debido al excesivo sudor que puede generar. Un problema al que se conoce científicamente como hiperhidrosis, y que afecta a un significativo porcentaje de la población, causando molestias tanto físicas como emocionales.
Los síntomas de la hiperhidrosis son evidentes: sudoración excesiva frecuente, manchas de sudor visibles en la ropa, manos húmedas y pegajosas, o calcetines constantemente mojados. Un hecho que, para quien lo sufre, puede ser extremadamente angustiante, llegando a afectar su calidad de vida o incluso llevándole a evitar situaciones sociales o laborales.
Para diagnosticar la hiperhidrosis, los médicos suelen basarse en la historia clínica del paciente y realizar un examen físico. Aunque también, en algunos casos, se pueden realizar pruebas adicionales para descartar otras condiciones médicas que podrían estar causando la sudoración excesiva.
Qué es la hiperhidrosis
La hiperhidrosis es una condición caracterizada por una sudoración desmesurada o demasiado continua que excede las necesidades fisiológicas del cuerpo. No necesariamente se produce cuando se practica deporte o hace un excesivo calor. Las personas que lo sufren no tienen una causa aparente, incluso en reposo, cuando están calmados o cuando el ambiente es aparentemente fresco.
Es el resultado de glándulas sudoríparas hiperactivas y existen diferentes tipos de hiperhidrosis dependiendo del exceso de la sudoración o de la zona afectada.
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Hiperhidrosis primaria (focal). Este tipo afecta principalmente áreas específicas del cuerpo, como las axilas, palmas de las manos, plantas de los pies y el rostro. La hiperhidrosis primaria suele comenzar en la infancia o adolescencia y se cree que tiene una base genética.
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Hiperhidrosis secundaria (generalizada). Este tipo es menos común y es generalmente un síntoma de otra condición médica subyacente, como la menopausia, el hipertiroidismo, la diabetes o ciertos trastornos neurológicos. A diferencia de la hiperhidrosis primaria, puede comenzar en la edad adulta y afecta áreas más grandes del cuerpo.
Independientemente de cuál se sufra, la hiperhidrosis es una condición que puede afectar significativamente la vida diaria de los adultos, aunque también hay casos de menores, llegando incluso a ocasionar problemas psicológicos.
Impacto psicológico de la hiperhidrosis
La hiperhidrosis no solo afecta físicamente, sino que también tiene un impacto psicológico significativo en las personas que lo sufren. La sensación de pudor, vergüenza o ansiedad que se experimenta, a menudo, lleva a evitar interacciones sociales y profesionales.
La constante preocupación por el sudor visible en las prendas o el mal olor corporal puede resultar en una disminución de la autoestima y, sin embargo, no todas las personas saben que existen tratamientos médicos disponibles para frenar la excesiva sudoración.
Tratamientos disponibles
Afortunadamente, existen varios tratamientos que pueden ayudar a controlar los síntomas de la hiperhidrosis:
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Antitranspirantes. La aplicación tópica de los antitranspirantes que contienen sales de aluminio son la primera opción de tratamiento. Actúan ocluyendo parcialmente los conductos de las glándulas sudoríparas, reduciendo así la cantidad de sudor producido.
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Iontoforesis. Este tratamiento utiliza una corriente eléctrica para "desconectar" temporalmente las glándulas sudoríparas. Es particularmente efectivo para la sudoración en las manos y los pies.
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Inyecciones de toxina botulínica (bótox). Las inyecciones de bótox bloquean temporalmente los nervios que estimulan las glándulas sudoríparas, reduciendo la sudoración. Este tratamiento es comúnmente utilizado para la hiperhidrosis axilar.
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Medicamentos anticolinérgicos. Estos medicamentos bloquean la transmisión de señales nerviosas a las glándulas sudoríparas. Sin embargo, pueden tener efectos secundarios significativos y generalmente se reservan para casos graves.
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Cirugía. En los casos más severos, puede considerarse la cirugía para eliminar las glándulas sudoríparas o cortar los nervios que las activan. Este tratamiento es generalmente el último recurso debido a los riesgos asociados.
Además de los tratamientos médicos, ciertos cambios en el estilo de vida pueden ayudar a controlar la hiperhidrosis, como evitar las comidas picantes y la cafeína, ya que estos pueden aumentar la sudoración. También resulta muy efectivo para disimular el sudor en los tejidos, utilizar ropa de fibras naturales como telas de algodón que permiten una mejor transpiración.