Cada vez es más frecuente escuchar alguna noticia sobre una mujer que ha tenido un infarto, como ha sucedido recientemente con Caritina Goyanes, que fallecía a causa de esta dolencia el pasado 27 de agosto a los 46 años. Sigue siendo muy común pensar que los hombres son los que tienen problemas de corazón, mientras que la mujer está protegida por las hormonas.
La realidad es muy diferente y es una prioridad conocerla. La primera causa por la que una mujer perderá la vida es la cardiovascular, que engloba tanto enfermedades cardiacas como ictus.
Es importante destacar que la mortalidad está aumentando dramáticamente en las menores de 50 años. ¿Cuáles son las causas?, ¿ha cambiado el corazón de las mujeres? Sin duda son varios los factores que están favoreciendo esta situación
Baja percepción del riesgo
Históricamente, la enfermedad cardiovascular se ha considerado principalmente un problema masculino. Esto ha llevado a una menor concienciación sobre el riesgo en las mujeres, tanto entre la población general como entre los propios profesionales de la salud. Las escalas que utilizamos para medir el riesgo cardiovascular suelen clasificar a la mujer en la categoría de bajo riesgo por su género.
Además, no incluyen factores de riesgo específicos que pueden aumentar su probabilidad de padecer una enfermedad cardiovascular, como por ejemplo, complicaciones en el embarazo y trastornos endocrinos o autoinmunes del tipo inflamatorio, que son más frecuentes en la población femenina.
Dificultad para reconocer los síntomas
Aunque el síntoma del infarto más frecuente es el dolor en el pecho, la mujer puede presentar otra sintomatología diferente que no reconoce como un problema cardiaco.
Este hecho, sumado a la falta de sensación de vulnerabilidad al infarto, condiciona que posponga acudir al hospital y, cuando lo hace, suele destacar síntomas poco frecuentes o atípicos que el médico puede no identificar como relacionados con el corazón.
Como resultado, se producen retrasos en el diagnóstico y tratamiento, con una menor tasa de intervenciones en la mujer o de prescripción de determinados fármacos, como las estatinas o los antiagregantes. Todo ello conlleva que el riesgo de fallecer tras un primer infarto en mujer sea un 20% superior que en el hombre y presente una mayor mortalidad por insuficiencia cardiaca.
Infrarrepresentadas en los estudios
Existen también muchos interrogantes en aspectos específicos de la enfermedad cardiovascular de la mujer porque durante años han estado infrarrepresentadas en los estudios clínicos sobre patología cardiovascular, con una importante brecha en la aplicación de estos conocimientos en la práctica clínica diaria y asumiendo que, determinados valores diagnósticos y terapéuticos, son válidos independientemente del género.
Por este motivo, surgen proyectos de investigación como WAKE UP o movimientos como 'Corazón de mujer', para concienciar a la sociedad de la importancia de la salud cardiovascular en la mujer y avanzar en el conocimiento con innovación y tecnología, junto con iniciativas como Mujer y Corazón de la Sociedad Española de Cardiología.
El foco en las jóvenes
El impacto de todos estos factores está siendo especialmente acusado en la mujer joven, entre las cuales incluso las causas del infarto pueden ser diferentes a la habitual placa de colesterol que bloquea una arteria. Esto dificulta la estrategia de actuación y hace aún más necesario controlar los factores de riesgo tradicionales y los específicos de la mujer, y por supuesto, más estudios de investigación.
Analizando esta realidad, tampoco se nos puede escapar que las tasas de sedentarismo y obesidad están aumentando en la mujer joven, con altos índices de inactividad física. Además, apenas existe concienciación del riesgo que supone la enfermedad cardiovascular y de la necesidad de cuidar el corazón desde joven.
Los hábitos tóxicos siguen siendo frecuentes en la mujer, con inicios a edades más tempranas. No hay que olvidar que una vez que una mujer desarrolla hipertensión arterial es de más difícil control que en el hombre, y que la diabetes triplica el riesgo de infarto precoz.
El futuro de la prevención
El primer paso para mejorar las estadísticas es conocer el alcance del problema y la situación de la enfermedad cardiovascular en la mujer del siglo XXI. El segundo paso es sentirse vulnerable al problema, con el fin de motivar un cambio en nuestra forma de vivir, priorizando nuestro corazón, ya sea tanto en mujer como en hombre.
El cardiólogo no es solo un médico para el hombre mayor o el enfermo, sino que debemos actuar también sobre la mujer y acompañarla en su salud, a cualquier edad. Para ello, es crucial el apoyo de otros profesionales sanitarios, e implicar a otros especialistas, incluidos los médicos de atención primaria.
Las buenas noticias son que la enfermedad cardiovascular puede prevenirse hasta en un 80% de los casos, por lo que debemos ponernos a trabajar mano a mano, asumiendo la responsabilidad entre todos.
A nivel individual debemos priorizar la salud de nuestro corazón con hábitos de vida saludables y acudir a revisiones periódicas. Las sociedades científicas también deben contribuir a la divulgación y educación de la sociedad y de los profesionales, y las administraciones poner las herramientas para facilitar el diagnóstico precoz e invertir en salud con el fin de disminuir los gastos relacionados con la propia enfermedad.
Dra. Leticia Fernández Friera, directora del Centro Integral de Enfermedades Cardiologicas HM CIEC