Está claro que la apariencia es superimportante, y más en esta sociedad, pero también quiero creer que cada vez somos más conscientes de lo relevante que es no solo parecerlo, sino también sentirse joven. Que no nos suenen los huesos, que no nos duelan las articulaciones, que no estemos llenas de arrugas...
Por esta preocupación generalizada que conlleva el paso de los años, cada vez hay más curiosidad por una proteína, frecuentemente ingerida como un suplemento nutricional: el colágeno.
Está formado por tres aminoácidos y, si lleváramos una dieta equilibrada (cosa que generalmente no es así), lo ingeriríamos sin problema. Este componente tiene funciones determinantes para los tejidos de nuestro cuerpo.
Entiendo que la piel es un punto clave que nos preocupa, no tener arrugas, marcas… pero el colágeno es fundamental para nuestros huesos, articulaciones y ligamentos. En resumen, para cualquier parte de nuestro organismo que contenga fibras.
Por eso, más allá de la suplementación, es estupendo entender qué podemos añadir a la dieta para ingerir de forma natural más colágeno y los aminoácidos que lo componen.
Hace cientos de años, comíamos el animal entero. Eso hacía que la variedad de nutrientes fuera mucho mayor. Ahora, nos limitamos a comer el músculo, por lo que inevitablemente tenemos un déficit de estos nutrientes.
Por eso, si queremos empezar a tener mejor la piel, algo fundamental es empezar a añadir al menú más partes del animal. Las que sois de buen comer y os gusta la gastronomía clásica, seguramente os alegraréis cuando leáis que lo mejor es comer la piel o los huesos y que también debéis tomar de vez en cuando platos típicos como las manitas de cerdo.
Si, por el contrario, lo tuyo no es la comida de toda la vida, los caldos de huesos son una buena alternativa. Para ello, te recomiendo que hagas una buena cacerola con huesos de animales de pasto, lo combines con alguna verdura como la cebolla, el ajo y la zanahoria y lo dejes hervir unas 4 o 5 horas para poder extraer el colágeno. Ese consomé puedes tomarlo a lo largo de toda la semana por la noche como entrante.
Otra opción muy cómoda es cocinar gelatina pura, combinarla con zumos de frutas naturales y tomarla durante el desayuno. Ojo, estos productos a menudo vienen con saborizantes y edulcorantes, es importante que revises bien las etiquetas.
La vitamina C, lo que llamamos oro rosa, es un nutriente esencial, que en los suplementos de colágeno suele venir incorporado. Además de ser uno de los grandes antioxidantes y eliminador de radicales libres de nuestro cuerpo, resulta esencial para conseguir que las fibras del colágeno se entrelacen y tengan firmeza. Por eso, el consumo de cítricos (por ejemplo, hacer una gelatina de naranja) y de pimientos crudos elevará notablemente el efecto del colágeno que consumes.
Si no solo no te gusta la comida tradicional, sino que no tienes tiempo ni interés por cocinar, entonces la suplementación será tu mejor aliada. La recomendación habitual son unos 10 gramos para una persona de unos 70 kg. Y lo ideal es que consumas un colágeno que en su composición incluya vitamina C y magnesio. Además, si lo tomas por la noche, es bastante probable que mejore la calidad de tu sueño.
El colágeno ingerido tiene poco que hacer si el propio de nuestro cuerpo no lo cuidamos. Por eso es vital que cumplas los puntos básicos para mantener el que ya tienes:
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Practicar entrenamiento de fuerza. Así conseguirás fortalecer tu musculatura y esto inevitablemente ayudará a tus huesos y mejorará tu metabolismo.
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Exponerte al sol. Es dañino hacerlo en exceso, sobre todo cuando llevamos un estilo de vida sedentario donde nos pasamos todo el año en la oficina y nos quemamos en agosto. Solo 15 minutos de sol diarios ayudarán a la síntesis de vitamina D y esto colaborará también en tu piel.
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Evitar tóxicos como el alcohol y el tabaco. Este último es el destructor por antonomasia de colágeno.
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Tener una alimentación saludable rica en proteínas. Esta es la forma de ingerir de forma natural los aminoácidos que componen el colágeno.