El popular factor Rh es bien conocido por las mujeres embarazadas por los peligros que lleva asociados. La incompatibilidad del grupo Rh de la madre y de su bebé puede ser, en efecto, un factor de riesgo durante la gestación.
Conversamos con la doctora Alicia de las Heras Moreno, del Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, para despejar dudas.
¿Qué es el factor Rh?
El factor Rh es una proteína de la superficie de los glóbulos rojos que se hereda de ambos padres. Si se manifiesta, la persona será de grupo sanguíneo positivo; si no, de grupo sanguíneo negativo.
El sistema ABO es también una clasificación de los glóbulos rojos según otras proteínas expresadas en la membrana. La diferencia principal es que las proteínas del grupo ABO suelen ser de tipo IgM, que, al ser de mayor tamaño que las de tipo IgG del factor Rh, es menos habitual que atraviesen la placenta y pasen a la circulación del bebé, por lo que es más raro que causen problemas.
¿Y en el embarazo?
Si la madre es de grupo Rh negativo y el bebé es de grupo Rh positivo, como el padre, los glóbulos rojos del bebé podrían pasar a la circulación sanguínea materna, haciendo que la madre se sensibilice frente a las proteínas del bebé y produzca defensas contra su sangre (los llamados anticuerpos anti-D).
Para disminuir y controlar los riesgos derivados de la incompatibilidad Rh, las mujeres, de manera rutinaria, llevarán a cabo un análisis al inicio del embarazo para determinar su grupo sanguíneo, su grupo Rh y la presencia o no de anticuerpos anti-D.
Las defensas que produce la madre Rh negativa pueden pasar a la circulación del bebé, produciendo la llamada enfermedad hemolítica del recién nacido. Esta es una afectación en la que las defensas de la madre destruyen los glóbulos rojos del bebé más rápido de lo que el cuerpo del bebé puede reemplazarlos.
¿Y si es el primer parto?
Durante el primer embarazo con incompatibilidad Rh, los glóbulos rojos del bebé que pasan a la circulación materna son identificados como extraños, y el sistema inmune de la madre comienza a producir defensas contra esa proteína (factor Rh) que tiene el bebé.
Normalmente, a lo largo de ese embarazo no da tiempo a que se terminen de producir esas defensas y pasen de la circulación materna a la del bebé. A no ser que la madre se sensibilizara antes del embarazo (por ejemplo, por haber recibido transfusiones previamente con incompatibilidad Rh). Habitualmente es en embarazos posteriores, con nuevos bebés de grupo positivo, cuando las defensas previamente formadas pueden pasar a la circulación del bebé.
La enfermedad hemolítica
La enfermedad hemolítica del recién nacido es una afectación en la que las defensas de la madre destruyen los glóbulos rojos del bebé más rápido de lo que el cuerpo del bebé puede reemplazarlos.
Los síntomas que se ven en el recién nacido son palidez; coloración amarillenta de la piel, llamada ictericia (consecuencia de la acumulación de bilirrubina al destruirse los glóbulos rojos), que en formas graves puede provocar daño neurológico (denominado 'kernicterus'); anemia; aumento del tamaño del hígado y del bazo (lugares de destrucción de los glóbulos rojos); y acúmulo de líquido en diferentes órganos debido al fallo cardiaco consecuencia de la anemia grave (denominado 'hydrops fetalis').
Si el bebé ya ha nacido, se puede recurrir a transfusiones sanguíneas, fototerapia en incubadora o, en casos de mayor gravedad, a la exanguinotransfusión (recambio completo de la sangre del bebé).
El tratamiento
Si el grupo de la madre es negativo y no está sensibilizada, deberá recibir un fármaco denominado vacuna anti- D a las 28 semanas de embarazo.
Además, en caso de sangrado, aborto o si se somete a pruebas invasivas (como una amniocentesis, biopsia corial o fetoscopia), se administrará antes. Esta vacuna está formada por anticuerpos contra el antígeno D (Rh), por lo que se utiliza como profilaxis para que las madres de grupo negativo no produzcan defensas contra los glóbulos rojos positivos del bebé (el anti-D artificial se 'pegaría' a los glóbulos rojos positivos del bebé impidiendo que entraran en contacto con el sistema de defensa materno y evitando, por tanto, que la madre forme sus propios anti-D).
La vacuna no afecta a los glóbulos rojos de la madre y tiene una duración limitada en el tiempo (se va eliminando), motivo por el que puede ser necesario repetir su administración a lo largo del mismo embarazo o en distintos embarazos.
Cabe destacar que, en el momento del nacimiento, si el bebé resulta de grupo positivo, la madre recibirá una segunda dosis, mientras que, si el bebé es negativo, no será necesario administrarla.