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La versatilidad culinaria de la berenjena hace que sea una de las hortalizas más valoradas en cualquier época del año. En España, la morada es la más famosa e, incluso para muchos, la única que existe. Sin embargo, existe una variedad de la misma muy desconocida, que ha sobrevivido el paso del tiempo únicamente gracias a los huertos de autoconsumo y, en algunas zonas, a los pequeños comercios locales.

Hablamos de la berenjena blanca, la alternativa más interesante de la hortaliza. Se distinguen por su piel de color blanco puro o ligeramente marfil, en contraste con la tradicional que todos conocemos. Su textura es cremosa y suave una vez cocinadas, y su sabor, aunque delicado, es ligeramente más dulce y menos ácido, lo que la hace mucho más versátil. 

Tienen una forma similar a la variedad convencional, siendo generalmente ovaladas o alargadas, aunque algunas pueden tener una forma más redondeada. Aunque las berenjenas blancas no son tan comunes en los supermercados como las moradas, están ganando popularidad debido a sus beneficios. 

'Oro blanco' del huerto

Las berenjenas blancas son muy ricas en nutrientes. Conserva los popularmente conocidos como son las vitaminas E, A, C, B1, B2 o sus altos valores en ácido fólico, fibra y carbohidratos. Por ello, se le atribuyen propiedades diuréticas, laxantes y relajantes, por lo que cocinada con muy poca grasa, beneficia a personas afectadas con artritis y gota.

A pesar de que no contienen tantos pigmentos antioxidantes como las berenjenas moradas (especialmente la nasunina, presente en la piel oscura), siguen siendo beneficiosas para la salud debido a su contenido en otros antioxidantes y compuestos fenólicos.

Uno de los mayores beneficios de las berenjenas blancas es su alto contenido en fibra. Esta fibra es esencial para mantener una digestión saludable, ya que promueve el tránsito intestinal y puede ayudar a prevenir el estreñimiento. Además, contribuye a la sensación de saciedad, lo que puede ser útil para controlar el peso, ayudando a reducir el apetito sin añadir muchas calorías.

Añadido a ello, las berenjenas blancas tienen un bajo contenido en calorías y grasas, lo que contribuye en la pérdida de peso de quienes así lo desean. Son mayormente agua, aproximadamente un 92%, lo que las hace refrescantes y ligeras, pero sin sacrificar su valor nutricional.

Las berenjenas blancas también son una buena fuente de antioxidantes. Aunque su contenido en nasunina, el antioxidante que se encuentra principalmente en la piel morada de las berenjenas comunes, es menor, aún contienen otros antioxidantes que combaten el daño oxidativo en el cuerpo.

Este efecto oxidativo, causado por los radicales libres, está vinculado a diversas enfermedades crónicas, como el envejecimiento prematuro, enfermedades cardíacas y ciertos tipos de cáncer. Cuando consumimos antioxidantes en nuestra dieta, estamos previniendo o retrasando este tipo de afecciones, así como promoviendo un organismo saludable.

Berenjena blanca. Istock.

Las berenjenas blancas son especialmente beneficiosas para personas con colesterol alto porque no absorben tanto aceite durante la cocción. Además, contienen ácido clorogénico, un compuesto fenólico que se ha estudiado por sus propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y antidiabéticas que puede ayudar a reducir los niveles de colesterol LDL (conocido como el "malo").

Estas hortalizas son una fuente de vitaminas del complejo B, como la vitamina B1 (tiamina) y B6 (piridoxina), que juegan un papel clave en el metabolismo energético y en el funcionamiento del sistema nervioso. También aportan vitamina C, que es fundamental para el sistema inmunológico, lo que combinado con los antioxidantes nos ayuda a un envejecimiento saludable.

El potasio es otro nutriente que se encuentra en las berenjenas blancas. Este mineral es esencial para la función adecuada del corazón y para mantener el equilibrio de líquidos en el cuerpo, ayudando a regular la presión arterial. El consumo regular de alimentos ricos en este mineral puede ser beneficioso para reducir el riesgo de hipertensión y problemas cardiovasculares.

Cómo consumir berenjena blanca

Además de la distinción obvia del color, la berenjena blanca tiene una carne más suave y dulzona que la morada, haciéndola más agradable al paladar. Sin embargo, si algo tiene en común con su variante oscura, es su gran versatilidad culinaria, que nos permite cocinarla de diferentes maneras.

La berenjena blanca tiene una gran variedad de usos, desde los clásicos (como la berenjena a la parmesana) hasta creaciones más gourmet. No es necesario pelarla porque es básicamente lo mismo que el interior y ofrece beneficios para la salud similares a los de las alcachofas.

Se pueden hacer gratinadas, rellenas, a modo de pastel, albóndigas, se puede añadir en pizzas, ensaladas o podemos saltearlas. El blanco intenso es indicativo de frescura, y con los días se vuelven marrones y aparecen manchas, señal de oxidación en el interior.

Como el resto de solanáceas, la berenjena blanca no se puede consumir cruda, y la cocción potencia sus matices dulces y vegetales, especialmente en cocciones que provoquen la reacción de Maillard o de oscurecimiento enzimático, ya sea a la brasa, al horno o salteada en la sartén, como explican desde gastronosfera.