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El jamón de York es uno de esos alimentos que ha logrado hacerse un hueco en la vida cotidiana de millones de personas, convirtiéndose en un básico indispensable en la cocina de muchos hogares, especialmente en España. 

Desde hace generaciones, este producto ha sido una elección habitual para quienes buscan una opción versátil y rápida de preparar, ganándose un lugar privilegiado en desayunos, comidas y cenas con tostadas, sándwiches o pizzas, entre muchos otros.

Sin embargo, y a pesar de su popularidad, el jamón york ha pasado de ser un alimento nutritivo a un producto ultraprocesado que esconde una serie de riesgos para la salud. La nutricionista y dietista Patricia Ortega nos habla sobre ello, y la importancia de limitar su ingesta.

¿Por qué limitar la ingesta de jamón york?

El jamón york es un embutido procesado, compuesto principalmente por paleta de cerdo. Su suavidad, sabor y textura lo hacen ideal tanto para los más pequeños como para los adultos, lo que le ha permitido mantenerse como un clásico en la alimentación familiar. 

Sin embargo, y a pesar de la creencia popular, la paleta de cerdo no es su único ingrediente. "Para mejorar su conservación y sabor, suelen añadirse otros componentes como féculas, nitritos, colorantes, conservantes, y, generalmente, un exceso de sal", explica Patricia Ortega, dietista-nutricionista especialista en alimentación vegetariana y vegana y patología digestiva.

Tanto el jamón york, como los chorizos, salchichones, salchichas o hamburguesas comunes y corrientes, son carnes procesadas que han pasado por diversos procesos para favorecer su conservación, textura, olor y sabor. Y esto implica que no deberíamos consumirlos de forma habitual.

Estos aditivos, lejos de complementarlo, lo convierten en un producto ultraprocesado que puede comprometer nuestra salud a largo plazo. Especialmente, por ser considerado como un alimento "alto en colesterol y grasas saturadas", explica la experta.

"El consumo habitual de estos alimentos contribuye al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes y varios tipos de cáncer, incluyendo el de colon", indica Ortega.

La misma Organización Mundial de la Salud (OMS) ya anunció en 2015 que este tipo de carnes aumentan el riesgo de cáncer. Por cada 50 gramos de carne procesada consumida al día, el riesgo de sufrir cáncer colorrectal aumenta un 18%, según la revisión de 800 artículos publicada en la revista The Lancet Oncology en aquel momento.

Jamón York.

Además del colesterol y las grasas saturadas, el jamón york tiene un alto contenido en sal y azúcares añadidos que "pueden desestabilizar nuestros niveles de presión arterial y azúcar en el organismo, aumentando la probabilidad de desarrollar problemas metabólicos", indica la nutricionista Ortega.

Uno de los factores que más fama de saludable ha otorgado al jamón york es precisamente su pobre contenido calórico, siendo uno de los embutidos con menor cantidad de calorías del supermercado, rondando las 100 kcal por cada 100 gramos, dependiendo de la marca.

Sin embargo, poseer pocas calorías no hace saludable a un alimento; si se trata de un alimento procesado cuya táctica comercial es venderse como "bajo en calorías", la realidad es que existen numerosas alternativas que pueden cumplir con esa función sin los riesgos que implica el consumo de carnes procesadas,

La alternativa de los expertos

El jamón york "no aporta a la dieta ni nada interesante ni ningún tipo de nutriente que no se pueda obtener de alimentos con mucha más calidad". Por ello, la primera recomendación por parte de la experta es reducir su consumo.

Sin embargo, debido la documentación acerca de los posibles riesgos del jamón york, el producto ha evolucionado, ofreciendo versiones más saludables o adaptadas a necesidades específicas, como las opciones bajas en sal o con menos grasas. 

"Hoy en día podemos disfrutar de alternativas de origen vegetal, que son más saludables y que puedan aportar una proteína de calidad a nuestros sándwiches", indica la experta", por ejemplo, las carnes vegetales como el tofu, seitán o el tempeh.

En cuanto a las opciones de jamón york, la experta recomienda la marca Heura, "que no solo son visualmente similares al jamón york, sino que también aportan proteínas de alta calidad, son fuente de fibra y no contienen aditivos", indica.

"Estas lonchas vegetales, elaboradas a partir de ingredientes vegetales pueden ofrecer hasta un 64% de proteínas, además, no contienen grasas saturadas perjudiciales ni colesterol, lo que las convierte en una opción ideal para quienes buscan cuidar su salud sin renunciar al placer de un buen bocadillo", explica.

Receta de una alternativa vegetal de jamón York.

Además, como bien refleja el Real Decreto 474/2014 sobre derivados cárnicos, existirían varias categorías para distinguir la calidad de un jamón cocido como sería el jamón york; y la única categoría "saludable" sería la denominada "extra", cuyo porcentaje de carne real oscila entre el 80-90%, pudiendo llegar hasta un 95%.

La mayoría del jamón york que podemos adquirir en el supermercado suele tener un 50-70% de carne real. La segunda categoría de jamón cocido poseería un 70% de carne y proteínas de relleno para retener agua y darle un sabor más jugoso, y la tercera categoría y de peor calidad apenas poseería un 50% de carne real. El resto de "relleno" consiste en féculas, proteínas de relleno y agua. Pero de carne, lo justo.