Guardar alimentos en el congelador es un hábito común en muchos hogares, y en países como España, es una práctica muy extendida por su conveniencia. La congelación permite conservar los alimentos por largos periodos de tiempo, lo que evita el desperdicio y asegura disponer de ellos cuando se necesiten.
Desde hace tiempos inmemorables hemos escuchado que este tipo de hábito es seguro, que siempre y cuando nuestros alimentos y elaboraciones estén congeladas, no se estropean y, de hecho, aguantan "tanto tiempo como sea necesario".
Sin embargo, aunque la congelación es un método seguro y eficiente, existen ciertos riesgos asociados a esta práctica si no se realiza de forma adecuada. Según los expertos como Blanca García-Orea, lo ideal es que los alimentos se congelen, almacenen y descongelen en unos periodos de tiempo concretos para asegurar su integridad nutricional y evitar riesgos para la salud.
La advertencia sobre guardar comida en el congelador
La congelación tiene la capacidad de detener el crecimiento de microorganismos como bacterias y hongos. No obstante, no acaba con ellos. A diferencia de lo que sucede con el parásito Anisakis, que sí es eliminado al congelar el pescado a temperaturas adecuadas, muchas bacterias y otros tipos de microorganismos simplemente entran en un estado de latencia.
Esto significa que no se reproducen ni provocan intoxicaciones mientras los alimentos permanecen congelados, pero una vez que los alimentos se descongelan, pueden volver a activarse si no se toman las medidas necesarias para su consumo inmediato.
Uno de los principales peligros de guardar la comida en el congelador es la falsa sensación de seguridad que puede generar la creencia de que todas las bacterias son eliminadas en el proceso.
Si los alimentos no se descongelan correctamente o se almacenan durante demasiado tiempo, el riesgo de crecimiento bacteriano puede incrementarse una vez que vuelvan a temperatura ambiente.
Además, otro riesgo relevante es la posible ruptura de la cadena de frío. Este concepto se refiere a mantener los alimentos a una temperatura constante durante todo el proceso de almacenamiento y descongelación.
Si en algún momento se rompe esta cadena, como podría suceder por ejemplo durante un corte de luz, los alimentos podrían descongelarse parcialmente y favorecer el desarrollo de bacterias dañinas, incluso aunque después vuelvan a congelarse.
Cada alimento y preparación tiene un periodo límite de congelación. En el momento en el que transcurre, no significa que estén en mal estado, sino que es posible que hayan perdido nutrientes y propiedades organolépticas (textura, sabor, color, etc.).
Además de los meses que pueden llegar a durar los alimentos congelados, el tiempo que pasa para consumirlo tras la descongelación también es importante: "Si lo has congelado nada más cocinarlo, se comportará como un guiso recién hecho", explica la nutricionista, "Si lleva carne o pescado, se deberá consumir en uno o dos días".
En el caso de que no lleve ni carne ni pescado, el alimento "se deberá consumir en 3-4 días". En el caso de que la elaboración haya estado dos días en la nevera, y después lo hayamos congelado, "solo nos durará un día tras descongelarlo".
El tiempo máximo de cada comida en el congelador
Uno de los errores más comunes en España es pensar que la comida que congelamos puede durar tanto tiempo como necesitamos; sin embargo, la nutricionista Blanca García-Orea ha explicado los meses límites de cada preparación y alimentos más comunes.
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Platos elaborados por nosotros como guisos, purés, sopas o legumbres: 3 meses.
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Carne picada cruda: entre 3-4 meses.
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Carne cruda grasa como cordero o cerdo: 4 meses.
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Carne cruda de aves como pollo y pavo: 6-9 meses.
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Pescados blancos crudos: entre 4-6 meses.
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Pescados azules crudos: entre 2-3 meses.
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Mariscos crudos: entre 3-6 meses.
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Conservas de pescado abiertas: 2 meses.
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Pan: 3 meses.
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Embutidos: entre 1-2 meses.
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Frutas y verduras: entre 8-12 meses.
Además, la nutricionista también hace hincapié en aquellos alimentos que no congelan bien porque pierden propiedades organolépticas (textura, sabor, color, etc.) y nutricionales. Entre ellos encontramos:
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Arroz y pasta
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Patata cocida o frita
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Alimentos muy grasos
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Fritos
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Salsas como la mayonesa
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Ensaladas o verduras que se vayan a comer en crudo
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Huevo crudo con cáscara
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Quesos blandos, semi o curados: que se vayan a tomar sin cocinar