Con el invierno llamando a la puerta y la Navidad proclamando que queda poco para su llegada, el ambiente está más que preparado. El clima más fresco, la niebla por la mañana, las aceras mojadas, pero también, las luces en las calles, los árboles a medio construir, los mercadillos navideños y, por supuesto, las castañas asadas.
A pesar de que ya no sean tan populares como hace unas décadas, las castañas son el olor más característico de los últimos meses del año. Son ese bocado que nos transporta a cuando éramos pequeños o a ese cariño de cuando se compartían en familia. Además de ser reconfortantes y deliciosas, lo cierto es que estos frutos también son especialmente saludables.
La castaña es un fruto seco; sin embargo, es el más peculiar de todos ellos. De hecho, se las compara en muchas ocasiones con los cereales porque sus valores nutricionales pueden tener, en este sentido, mucho más en común con ellas. En España, se erigen como un verdadero tesoro para la salud.
Los beneficios de las castañas
Las castañas son un alimento único entre los frutos secos, destacándose por su valor nutricional y los múltiples beneficios que aportan a la salud. Originarias de regiones templadas, han sido consumidas durante siglos no solo como una fuente de energía, sino también por sus propiedades beneficiosas para el organismo.
Mientras que los frutos secos son una fuente abundante de proteínas vegetales y de grasas saludables, las castañas tienen una proporción muy baja de estos nutrientes. En su caso, destacan por contener un alto aporte de carbohidratos acompañados de una buena proporción de fibra. Sin embargo, al tener un porcentaje tan bajo de grasas, las castañas tienen también un valor energético mucho más bajo que los frutos secos. Tal y como recoge la Fundación Española de la Nutrición (FEN), 100 gramos de castañas contienen 209 kilocalorías.
A diferencia de otros frutos secos, las castañas tienen un contenido graso muy bajo, lo que las hace menos calóricas. Esto las posiciona como una opción ideal para personas que buscan mantener un peso saludable, añadido a su alto contenido en fibra dietética, esencial para mantener una buena salud digestiva.
La fibra contribuye a regular el tránsito intestinal, previniendo el estreñimiento y un microbioma intestinal saludable. Al consumir castañas, se obtiene un alimento que mejora la saciedad, lo que es especialmente útil para controlar el apetito y reducir los antojos entre horas.
Su composición se basa principalmente en carbohidratos complejos, que se absorben lentamente en el organismo, proporcionando energía de forma sostenida y ayudando a estabilizar los niveles de glucosa. Este efecto es beneficioso tanto para quienes buscan controlar su peso como para personas con problemas metabólicos como la diabetes, ya que evita los picos y caídas rápidas de azúcar.
Las castañas también son ricas en vitaminas, particularmente del grupo B, como la B1 (tiamina), la B2 (riboflavina) y la B6 (piridoxina), que desempeñan un papel fundamental en el metabolismo energético y en el buen funcionamiento del sistema nervioso.
En cuanto a minerales, las castañas son una excelente fuente de potasio, magnesio, fósforo y hierro. El potasio es crucial para la salud cardiovascular, ayudando a mantener un equilibrio adecuado de los líquidos en el organismo y regulando la presión arterial.
El magnesio contribuye al buen funcionamiento muscular y nervioso, mientras que el fósforo desempeña un papel esencial en la formación de huesos y dientes. Por su parte, el hierro presente en las castañas puede ayudar a prevenir la anemia, especialmente cuando se combina con otros alimentos ricos en vitamina C, que facilitan su absorción.
El bajo contenido en grasas de las castañas, junto con su perfil rico en antioxidantes, ayuda a proteger al cuerpo contra enfermedades inflamatorias y a mejorar la salud del corazón, a la vez que nos protege de los agentes externos y promueve un envejecimiento más saludable.
Cómo consumir castañas
Al ser frutos secos, es posible que muchas personas piensen que pueden tomarse al natural. Según explica la tecnóloga de los alimentos Beatriz Robles en su perfil de Instagram, las castañas son más seguras y más agradables de consumir cuando se han sometido a un cocinado. No solo pueden asarse, sino que también es posible tostarlas e, incluso, cocerlas.
Las castañas contienen muchos taninos, "compuestos fenólicos que se encuentran en la parte comestible y, sobre todo, en la cáscara y los tejidos que la rodean, produciendo una sensación de aspereza en la boca que se conoce como astringencia", indica la experta.
Por ello, la mejor opción para consumir castañas es cocinarlas antes. Debido a los ácidos grasos como el Omega 6 y Omega 3, los expertos recomiendan no consumir más de un puñado de castañas al día. Lo ideal serían unos 50 gramos, o lo que se traduce en tres o cuatro.