Nos pasamos la vida buscando la "receta mágica" para la eterna juventud. Ya sea en forma de tratamientos estéticos, consejos básicos, hábitos estratégicos o cosméticos que prometen eliminar cada pequeña arruga. A pesar de que muchos de ellos parece que funcionan, lo cierto es que la genética representa alrededor del 25% de la esperanza de vida de una persona, mientras que la dieta, el medio ambiente, el ejercicio y otros factores del estilo de vida constituyen el resto.
Con el paso de los años, la importancia de llevar una vida saludable ha ido ganando terreno. Cada vez nos preocupamos más sobre qué alimentos incluir en nuestra dieta, pero también sobre qué otros debemos reducir o evitar en cierta medida. Seguir una serie de recomendaciones al respecto no solo nos ayudará a tener energía y mantenernos en forma, sino que los estudios demuestran que si se empieza a mejorar la dieta (incluso después de la mediana edad), se puede ganar una década o más de vida.
Cuando no somos conscientes ni llevamos cierto control acerca de lo que ingerimos, indirectamente estamos acelerando el envejecimiento y enfermedades asociadas al consumo de ciertos alimentos. Por eso, es igual de importante seguir una dieta con variedad de verduras, legumbres y cereales que ponerle la etiqueta de "prohibido" a comidas como el arroz.
Todos sabemos que hay ciertos alimentos que son dañinos para nuestra salud, como los ultraprocesados o los dulces. Por este motivo, intentamos reducirlos o reemplazarlos por otros naturales o mínimamente procesados. Sin embargo, el problema surge cuando ingerimos diariamente muchos pensando que son beneficiosos, pero que para los expertos deberían eliminarse cuanto antes de las dietas.
En los últimos años, el Dr. Sinclair, un científico e investigador de Harvard, se ha convertido en uno de los defensores más acérrimos de la idea de que el envejecimiento es una enfermedad que puede y debe tratarse. En este sentido, el codirector del Centro Paul F. Glenn de Investigación sobre la Biología del Envejecimiento de la Facultad de Medicina ha expuesto cuáles son los alimentos que deben evitarse cuando se alcanza cierta edad.
El alimento que hay que evitar a partir de los 30
De todas las categorías que conocemos en la alimentación, hay algunas que son imprescindibles, como los carbohidratos. Constituyen un componente fundamental en una dieta rica y saludable: brindan energía y ayudan a nuestro cuerpo a metabolizar las grasas. Dentro de esta clase podemos encontrar los simples, que se digieren con mayor facilidad, y los complejos, que el organismo tarda más en digerir.
Estos carbohidratos también se pueden dividir en refinados y no refinados. Los primeros se someten a un procesamiento exhaustivo, en el que se eliminan nutrientes importantes que combaten enfermedades. Al pasar por esta fase, están perdiendo todos los beneficios iniciales y relacionados con la categoría a la que pertenecen.
Los carbohidratos refinados, como los que se encuentran en el pan blanco o las galletas saladas, tienen un efecto similar al del azúcar en el organismo. Elevan rápidamente los niveles de glucosa, lo que puede provocar picos de insulina y contribuir a acelerar el envejecimiento. El biólogo David Sinclair recomienda evitarlos cuanto antes si queremos mantenernos saludables por mucho más tiempo, de hecho, él mismo confirma que "ha retrasado su edad biológica 30 años".
Ingerir estos carbohidratos refinados no solo pueden contribuir al aumento de peso, sino que están relacionados con enfermedades graves y pueden ser una fuente de energía ineficaz. Algunos estudios han encontrado que las dietas ricas en carbohidratos refinados se asocian con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas o diabetes tipo 2.
El pan blanco, la pasta blanca, harina blanca, arroz blanco, cereales procesados y azucarados, bebidas azucaradas, bollería, galletas o aperitivos como las patatas fritas son alimentos que, para el experto en longevidad, promueven un envejecimiento temprano. Por ello, no debemos consumirlos habitualmente o en grandes cantidades, ya que se les ha quitado todo el valor nutricional y vitaminas, por lo que se consideran carbohidratos vacíos.
El cuerpo también digiere este tipo de carbohidratos más rápido, lo que puede hacer que aumenten los niveles de azúcar e insulina en nuestro cuerpo, provocando hambre y un mayor riesgo de resistencia a la insulina.
Cuando vayamos a hacer la compra, lo mejor es buscar alternativas más saludables, debemos reemplazar los granos refinados por granos enteros: copos de avena, centeno, maíz o espelta, etc. También se pueden elegir copos tostados o cereales hinchados integrales y sin azúcares añadidos.