Muchas personas, en algún momento de su vida, se preocupan por su peso y buscan la forma de deshacerse de los kilos de más. La razón puede ser puramente estética, por verse mejor, o para poder disfrutar de una mejor salud o desempeño en la práctica de determinadas actividades. Independientemente del motivo que pueda llevar a ese deseo de adelgazar, es importante tener toda la información necesaria para poder obtener los mejores resultados y en este caso te vamos a hablar de algo que puedes hacer mientras cenas para perder peso de forma definitiva y segura.
Más allá de cuidar lo que comemos y mantener una dieta saludable, es necesario saber cómo ingerir los alimentos. Numerosos estudios han permitido llegar a la conclusión de que, todas aquellas personas que estén tratando de perder peso, deberían evitar las distracciones a la hora de cenar, centrándose tan solo en lo que están haciendo.
Algunas distracciones, como ver la televisión al mismo tiempo o estar manipulando el smartphone pueden tener consecuencias negativas sobre nuestra salud, provocando incluso que se engorde. Lo hace principalmente por el hecho de que, al estar distraídos, es más probable que se ingiera una mayor cantidad de comida de la realmente necesaria. Sin embargo, no es lo único que hay que hacer para adelgazar de forma segura.
A la hora de cenar es también necesario comer despacio y con agua, evitando de esta manera las bebidas alcohólicas y los refrescos azucarados, los cuáles aportan unas calorías vacías difíciles de eliminar del organismo.
Identifica el hambre emocional
Más allá de cenar despacio, sin distracciones y con agua como bebida, es necesario saber identificar el denominado hambre emocional, un tipo de hambre al que se puede combatir con tan solo beber un vaso de agua, sin necesidad de ingerir ningún sólido. Por ello se considera que es emocional y no físico, que es el hambre que sentimos cuando llevamos muchas horas sin comer o cuando aún no hemos desayunado.
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En cualquier caso, lo más importante es consumir alimentos naturales y dar prioridad a la salud por encima de cualquier otro aspecto. Por lo tanto, si quieres adelgazar de una forma segura y definitiva, lo mejor quedes hacer es cambiar tus hábitos para comer mejor.
A través de una adecuada alimentación y ejercicio físico podrás bajas de peso sin temer al "efecto rebote" propio de las dietas "milagro". Además, ten en cuenta que desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan un mínimo de 15.000 pasos diarios para estar en buena forma.
Los diferentes tipos de hambre
Son muchas las razones que nos llevan a comer sin que realmente tengamos la necesidad de hacerlo. El estrés o la tristeza pueden llegar a despertar en nuestro interior un deseo de ingerir alimentos, pero también lo hace el aburrimiento o el simple hecho de que haya llegado la hora de comer.
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Según la pediatra Chozen Bays, autora del libro Mindbul Eating: A guide to rediscovering a healthy and joyful relationship with food, en el que invita a los lectores a redescubrir una relación saludable con los alimentos y a comer de forma consciente, se pueden diferenciar siete tipos de hambre distintos. Estos están relacionados con diferentes partes de nuestra anatomía y son los siguientes:
- Hambre visual: es aquel en el que el deseo por comer se encuentra directamente relacionado con el aspecto de la comida. De esta forma, al mirar los alimentos nos parece apetecible, ya sea por sus formas, colores, texturas e incluso por los recipientes en los que se encuentran.
- Hambre olfativa: en este caso se trata de un hambre que viene impulsado por el olor de la comida. El gusto y el olfato se encuentran muy relacionados entre sí y se pueden llegar a confundir. El hambre olfativa tiene un gran poder de persuasión en nosotros y pueden llevarnos a comer determinados alimentos sin que previamente hubiésemos sentido ganas de comer.
- Hambre de boca: cuando comemos sin pensar y con mayor frecuencia de lo que deberíamos es cuando aparecen en escena los conocidos como antojos. Este es uno de los tipos de hambre más difíciles de abordar, ya que se basa en el deseo que tiene la boca y que está provocado por el sabor y la textura de los alimentos. Una de las mejores formas de hacerle frente es masticar bien la comida para sentirse más satisfechos.
- Hambre estomacal: cuando nuestro estómago siente hambre, puede advertirnos con una sensación de vacío en el abdomen o incluso ruidos. Este se rige por las sensaciones del mismo y es necesario prestarle atención para distinguirla de algunos estados emocionales.
Hambre celular: este tipo está basado en las necesidades energéticas de nuestro cuerpo. En función del nivel de energía y la actividad física, puede informarnos de los alimentos que necesitamos para poder restaurar el equilibrio del organismo. - Hambre emocional: en muchas ocasiones comemos por motivos relacionados con nuestras emociones, ya sea por estar pasando por un mal momento o por tener que lidiar con el estrés del día a día. Habitualmente, la alimentación emocional es utilizada para distraer, consolar, adormecer, evitar o enfrentarse a una emoción indeseada o negativa. En la gran mayoría de los casos es un hambre que no se consigue satisfacer con los alimentos.
- Hambre mental: por último, hay que hablar del hambre mental, que está basada en nuestros propios pensamientos, diciéndonos lo que "debemos" o no comer, así como los alimentos "buenos y malos". Son mensajes que se transmiten tras haber recibido información previa a través de médicos, anuncios, estudios, redes sociales, etcétera.