El Fondo Monetario Internacional asegura que Portugal es el ejemplo de que la austeridad funciona. Intervenido en mayo de 2011, el país luso ha dedicado los últimos años a poner en práctica todas las reformas y recomendaciones de la troika, unas medidas que permitieron al país salir del rescate el 17 de mayo de 2014, pero que han dejado un coste alto para la población. A pocos días de las elecciones generales en Portugal, que se celebran este 4 de octubre, EL ESPAÑOL hace un repaso por las medidas adoptadas a lo largo de los últimos cuatro años y sus efectos en el país.
El programa de rescate fue aprobado el 16 de mayo de 2011 y desde entonces los recortes se hicieron fundamentalmente en cuatro direcciones: el aumento de impuestos, los recortes en la seguridad social, las pensiones y los sueldos de los funcionarios públicos. En los cuatro años de austeridad, los portugueses perdieron las pagas extra de Navidad y de verano, los sueldos bajaron hasta un 10 % y las pensiones hasta un 16%, en función de los ingresos.
“Las medidas de austeridad de la troika eran duras, pero el Gobierno fue más allá aún. Y la cosa no ha sido más grave porque el Tribunal Constitucional impidió cerca de un 20% de la austeridad que estaba pensada por el Gobierno”, indica el economista Pedro Lains, del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa.
Así fue como los portugueses vieron aumentar la edad de jubilación hasta los 66 años y el IVA del agua y del gas subir del 6% al 23%. El 17 de mayo del año pasado Portugal salió oficialmente del programa de rescate, tras cuatro años bajo la tutela de la troika, que dejaron de herencia la mayor carga fiscal de la historia lusa. Y un país empobrecido, según organismos sociales e internacionales. “En todo esto, no se han tenido en cuenta las personas. Se miró solo la [macro]economía. Se han acentuado las desigualdades y se mató a la clase media portuguesa. Los rendimientos de los 10% más ricos son once veces superiores a los de los 10% más pobres. Es un gap increíble”, señala Eugenio Fonseca, presidente de Cáritas Portugal. En los últimos cuatro años, esta organización ha aumentado un 53% la atención a las familias: en el primer semestre de 2011, 18.774 familias recurrían a los servicios de la institución, mientras que en el primer semestre de 2015 lo hicieron 28.729.
En mayo de este año, la OCDE señaló a Portugal como el noveno país más pobre de Europa y un informe del Instituto Nacional de Estadística, también de este año pero con datos de 2013, revelaba que uno en cada cinco portugueses viven con menos de 411 euros al mes. “Es una quinta parte de la población. Un país con dos millones de pobres no es un país mal gobernado, es un país desgobernado”, dice Alfredo Bruto da Costa, sociólogo especialista en desigualdad y política social y exministro de Coordinación y Asuntos Sociales entre 1979 y 80. “La desigualdad está en las entrañas de la sociedad y si no se ataca con un plan específico, no va a desaparecer. No serán los mecanismos de mercado los que la van a combatir”, concluye.
Los datos económicos en los que se apoya el Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho tampoco son del todo claros. “Tengo muchas dudas de que se pueda hablar de éxito en un caso de estos. Ni los datos del paro, ni de la deuda pública ni el déficit, permiten sacar esa conclusión”, dice André Freire, politólogo del Instituto Universitario de Lisboa. “Debido a la austeridad, la economía se contrajo un 7,5% desde 2011”, completa el economista Lains.
Los tres pilares que hacen tambalear el éxito
Los datos del segundo trimestre de 2015 del Instituto Nacional de Estadística de Portugal situaron la tasa de paro en un 11,9%. Para recordar un dato más bajo hay que retroceder hasta 2010. Sin embargo, los datos también revelan que, en los últimos cuatro años, han desaparecido 219.000 puestos de trabajo.
La paradoja se explica con la reducción de la población activa debido a los que han desistido de buscar trabajo y a la emigración (se estima que han salido del país 200.000 personas en estos cuatro años, un 2% de la población). Otro dato importante a la hora de evaluar el mercado laboral portugués es la calidad del trabajo que se está creando: 243.000 personas siguen trabajando a tiempo parcial. “No basta con tener trabajo, tiene que ser un trabajo digno. Muchas veces, la base de la pobreza de las familias es un trabajo con un sueldo que no cubre sus necesidades básicas”, destaca Eugenio Fonseca.
Los últimos datos de Eurostat, correspondientes al primer trimestre de 2015, sitúan la deuda portuguesa en casi 226 millones de euros, un 129,6% del PIB, y 20 puntos por encima de cuando empezó la legislatura. Esto significa que pese a que es el valor más bajo del último año, Portugal es el sexto país más endeudado del mundo y el tercero de la zona euro. Por delante de los lusos solo están los griegos y los italianos. Para el segundo trimestre aún no hay datos europeos oficiales, pero el Banco de Portugal avanza que la deuda será de 128,6% del PIB. Las previsiones de la Comisión Europea estiman que el país termine el año con una deuda de 130,2%.
Los datos del déficit del Eurostat para el segundo semestre del año aún no están disponibles, pero según los números oficiales nacionales de la Unidad Técnica de Apoyo Presupuestario la cifra de los primeros seis meses ronda los 4,9%. Para finales de año el Gobierno ha establecido la meta de un 2,7%, pero el FMI estima que el déficit portugués se quede en los 3,1%.
Con estos datos, es de esperar que un gran porcentaje de los presupuestos generales del Estado del año que viene se destinen pagar la deuda pública y que la austeridad siga en el país hasta que las cuentas se equilibren. “El déficit está oscilando todo el tiempo, la deuda pública ha subido, pero lo que me parece más preocupante de todo esto es que los problemas de fondo no se han solucionado. No hemos tenido un segundo rescate y la economía está creciendo, pero como no se han tomado medidas estructurales, sino que apenas se pensó en los resultados inmediatos, nos recuperaremos con los mismos problemas de antes”, sentencia Pedro Lains. “Se han creado condiciones para un crecimiento, pero no sé si para una economía sostenible. Crecimiento no es sinónimo de desarrollo y menos con el empobrecimiento que sufrimos”, concluye Eugenio Fonseca.
A pesar de seguir a rajatabla las indicaciones del FMI e incluso ir más allá, las últimas evaluaciones del organismo internacional no fueron del todo optimistas para el futuro del país. El organismo estima que Portugal crecerá un 1,6% este año pero que ese crecimiento disminuirá en los años siguientes hasta un 1,25% y advierte que, para que se consolide la recuperación, hace falta seguir con las reformas fiscales y laborales, o el país se estancará. Le preocupa que el crecimiento de la economía no sea sostenible y pide que se sigan implementando recortes en el sector público. Los principales partidos han prometido en campaña electoral aliviar la carga fiscal sobre los ciudadanos y suavizar las peticiones del FMI. A dos días de las elecciones, los sondeos revelan que el actual Gobierno conservador de Passos Coelho sería el ganador, con un 38%, frente a los 32% de los socialistas. Queda por ver cuándo cambiará el rumbo de un país que, aunque se encuentre oficialmente fuera del programa de rescate, está lejos de ver el fin de la austeridad.