El Servicio de Seguridad Federal ruso (FSB) ha confirmado este martes por la mañana que la explosión de una bomba fue la causa de la caída del avión Airbus A321 de la compañía rusa Kogalimavia (MetroJet) cuando sobrevolaba la península del Sinaí, en Egipto, el pasado 31 de octubre. El siniestro causó la muerte de las 224 personas que iban a bordo.
"En el vuelo explotó un artefacto explosivo de una potencia de 1,5 k de TNT. Como resultado, el avión se desintegró en el aire", ha informado Alexánder Bortnikovel, jefe del FSB, organismo heredero del KGB.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha prometido hacer todo lo necesario para encontrar a los responsables de este ataque terrorista y ha prometido que todo el peso de la ley caerá sobre sus hombros.
En ese sentido ha anunciado que Rusia intensificará su campaña de bombardeos contra Estado Islámico. "El trabajo de nuestra aviación de guerra en Siria no solo debe continuar. Debe intensificarse de tal modo que los criminales entiendan que la venganza es ineludible", ha declarado Putin.
"El asesinato de nuestra gente en el Sinaí es uno de los crímenes más sangrientos por el gran número de víctimas. Y nada va a secar las lágrimas de nuestras almas y corazones. Quedarán para siempre con nosotros. Pero no nos impedirá encontrar y castigar a los culpables".
"Todos aquellos que intenten ayudar a los criminales deben saber que las consecuencias caerán totalmente sobre ellos", concluye Putin. El FSB ha ofrecido en paralelo una recompensa de 50 millones de dólares a cambio de información sobre los responsables de atentado.
Rusia ha intensificado en los últimos días los contactos diplomáticos con los aliados occidentales que combaten a Estado Islámico en Siria. El último tuvo lugar en la cumbre del G-20 de Antalya, Turquía, en el que mantuvo un aparte de media hora con el presidente de EEUU Barack Obama, con quien ha mantenido relaciones tensas desde que anunciara la intervención en Siria en favor de su aliado Bashar Al Asad.
Diplomáticos rusos también se han reunido en Abu Dhabi con representantes de rebeldes sirios, que acusan a la aviación rusa de golpearles a ellos en lugar de a Estado Islámico para favorecer al régimen de Al Asad.
Dos detenidos en Egipto
Poco después de conocerse las conclusiones del informe oficial ruso, las autoridades egipcias han informado de que interrogan a 17 personas en relación a la investigación del atentado.
Concretamente, han detenido a dos empleados del aeropuerto internacional de Sharm el Sheik, de donde partió el avión siniestrado, bajo sospecha de que pudieron ayudar a colocar la bomba antes del despegue.
Rusia negó la hipótesis terrorista durante semanas
Los servicios secretos de Reino Unido informaron a Rusia apenas ocho días después del siniestro que sus conclusiones apuntaban a un atentado terrorista pero el Kremlin se ha mostrado reacio a admitir que podría tratarse de una represalia por la intervención militar en Siria.
"Ni la comisión gubernamental ni la comisión técnica disponen a día de hoy de datos fidedignos de que pudo tratarse de un atentado terrorista" declaraba Maxim Sokolov, ministro de Transporte, el 10 de noviembre.
El primer ministro Dimitri Medvédev recibía las informaciones con más cautela: "La posibilidad de un atentado terrorista, desde luego, se mantiene como una de las causas de lo que ocurrió", señalaba por aquél entonces.
Tanto Estados Unidos como Egipto se decantaron también por la hipótesis terrorista pero Rusia barajó también que la aerolínea, envuelta en suspensión de pagos, hubiera hecho volar el avión sin pasar los pertinentes controles de seguridad, un extremo que quedó finalmente desmentido.