Si obviamos el tiro que aparece a la derecha de la imagen, podríamos estar ante un fin de fiesta: las copas vacías, apuradas hasta el último sorbo ante el "lo siento señores, pero cerramos en 10 minutos", que podría haber soltado el camarero, como cada viernes poco antes del cierre. La fotografía tiene una composición perfecta: el impacto de la bala queda a la derecha, las copas a la izquierda sobre la mesa y dividiendo simétricamente la escena el marco del escaparate.
La fiesta no acabó. La fiesta murió en el Café Bonne Biére: allí fueron asesinadas tres de las 130 víctimas mortales que dejó el atentado del autodenominado Estado Islámico en París.
Lo sugerente y lo obvio
La fotografía de las copas vacías fue tomada el sábado 14 de noviembre sobre las tres de la tarde. El autor es David Ramos, fotógrafo de la agencia Getty Images. Fue portada en varios medios digitales, como The New York Times o este mismo.
"No era una foto complicada de hacer", me cuenta Ramos desde Barcelona. "Era la más simple, pero me narraba el caos, a través del pequeño detalle, y con un cuadro compositivo muy limpio. El tiro, la simpleza de un solo impacto, las copas, los cristales rotos sobre la mesa y esa vela en el vaso, te cuentan tanto sin mostrar nada. Pero no me tuve que estrujar mucho la cabeza, porque era una foto fácil", dice Ramos. "Quedaba aún restos de sangre, pero yo me niego a dar sangre porque sí, por el hecho de tener que dar sangre".
Cuando una imagen funciona empieza a publicarse en distintos medios y a correr en redes sociales. Las copas vacías funcionaron. Tanto que otros fotógrafos de otras agencias sirvieron posteriormente fotos similares. "¡Claro que nos copiamos!", aclara Ramos. "A mí no me importa que venga otro fotógrafo a hacer la misma foto. Que yo haya visto la imagen no significa que sea mía", subraya. "Tenemos estrategias de publicación para evitar esto. Yo podría haber aguantado esa foto y haberla enviado a las siete de la tarde para garantizarme que nadie iba a tener ya la misma luz. Pero no me parecía correcto estar haciendo estrategias en un día como ese. Había que enviar enseguida y en lo último que piensas es que te vayan a copiar".
Cómo trabaja un fotógrafo de agencias
El fotógrafo de agencias ha sido muchas veces injustamente denostado por otro tipo de pseudoprofesionales más situados en la esfera de lo artístico y que suelen conjugar los verbos en primera persona, hablan de obra, proyecto personal y de documentar la realidad desde que desayunan. Denostan a todo aquel que tenga que hacer un trabajo fotográfico diario, informativo, tan variado que puede ir desde una anodina rueda de prensa, pasando a un 'photocall' con las absurdas exigencias de la estrella de turno, un terrible atentado, horas esperando a que salga un delincuente del juzgado o un partido de fútbol.
"A mí eso es lo que me gusta", incide Ramos. Este trabajo te da la oportunidad de hacer cosas muy variadas. Yo, por ejemplo, el jueves estaba haciendo unas fotos de unos guiris en un festival en Benidorm, muy divertido, con mucha fiesta, y unas horas después estaba haciendo fotos de gran tristeza y dolor en París", cuenta Ramos.
"Me ofrecí para poder ir a París, porque ya había trabajado en lo de Charlie Hebdo", prosigue. "Llegué a Orly [aeropuerto de París] sobre la una de la tarde, y me fui a hacer el recorrido coordinándome con Chris Furlong, jefe del dispositivo, y Jeff J. Mitchell, otro fotógrafo de Getty Images. Todo estaba muy cerca, pero eran escenarios distintos. Por ejemplo, en la sala Bataclan era más complicado, por cómo estaba situada, contar qué estaba pasando, pero en los otros escenarios podía contar el dolor y el duelo", narra.
Como equipo Ramos se llevó dos cámaras, y objetivos 400 mm ("no sabíamos si podía haber más atentados o operaciones policiales, en las que te toca trabajar muy lejos"), un 70-200, un 24-70 y dos lentes fijas de 35 y 24 mm. "Al final tiras sobre todo de los fijos y del 70-200. Yo trabajo con diafragmas cerrados, f9, f11, para que la imagen tenga más profundidad y no solo te centres en un detalle o una persona, sino que puedas ver todo, desde lo que está en primer plano, hasta lo que le rodea. Ahora estamos acostumbrados al 'fast food' fotográfico: foto en pequeño y rápido. Mi estilo es otro. Yo busco contar la atmósfera, el ambiente, y eso con un desenfoque no lo puedes contar".
La trayectoria Ramos arranca en 2001 en el Diario de Andorra, después de estudiar Fotografía en la Politécnica de Barcelona. "En el periodismo local te tenías que hacer cinco, diez historias al día. Aprendes mucho. Una vez llegué a cubrir la inauguración de un aparato de aire acondicionado en el despacho de un ministro", recuerda entre risas. Tras curtirse en la prensa local, verdadera escuela, saltó a la agencia AP en 2008 y desde 2010 trabaja para Getty Images con base en Barcelona.
Las otras fotos de París
Como editor te sientes extrañamente más tranquilo cuando en la cobertura de un hecho como los atentados de París comienzan a aparecer fotos con estilos que reconoces y firmas que te transmiten la seguridad de que vas a tener fotos de alta calidad para tus lectores. El propio David Ramos, Susana Vera, Pedro Armestre, Emilio Morenatti, Juan Carlos Hidalgo o Daniel Ochoa de Olza, son solo algunos de estos nombres, que muestran el gran nivel que hay en la fotografía informativa en España.
Le pido a David Ramos que me seleccione otras de sus fotografías tomadas en París tras los atentados:
"Esta foto creo que se ha perdido entre tantas fotos que ha habido estos días. El cuadro te está transmitiendo diferentes ideas: la mujer que llora frente al Petit Cambodge y se lleva la mano a la boca, la anciana que se ha llevado la silla de casa para poder participar tranquila en la vigilia, mucha gente detrás, y al fondo el Carillon...Me habla mucho de ese París".
"Esta foto es una foto muy tonta, anecdótica. Es la mano de un policía que va a retirar una Torre Eiffel [en uno de los lugares de duelo]. Me habla mucho de la presencia policial, de las medidas de seguridad, del ambiente".
Es obvio que sin los fotógrafos de agencias los medios no llegaríamos ni a la mitad de los lugares a los que llegamos. Solo vemos la foto, el resultado final, pero no somos conscientes de las horas de trabajo que hay detrás, las esperas, las prisas para que lleguen las fotos que estamos todos esperando, que la policía les deje trabajar, que los ciudadanos no les vean como un enemigo que busca coartar tu intimidad...
Pero sin los fotógrafos de agencias, simplemente, lo contaríamos peor.