Varios mitos se han derrumbado en Venezuela tras los resultados de las elecciones parlamentarias, que dan a la oposición una amplia mayoría. El más grande de ellos es el del chavismo como invencible. Sólo una derrota electoral contaba en su haber el Gobierno venezolano. Un revés que en 2007 impidió al entonces presidente Hugo Chávez reformar la Constitución. Pero hoy las fuerzas de cambio han sido contundentes.
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) afirma haber conseguido una mayoría de dos tercios de los diputados, una verdadera pesadilla para el Gran Polo Patriótico, alianza de partidos alineados con el chavismo.
Henry Ramos Allup, diputado electo por la MUD y favorito a presidir el nuevo Parlamento, ha dicho que el Gobierno de Nicolás Maduro “se está derritiendo”. Hay varios factores que atentan contra la estabilidad presidencial que en 2016 enfrentará un año complejo.
1. La Asamblea Nacional en contra
Hasta ahora Maduro se había acostumbrado a gobernar por decreto, con el respaldo de un Parlamento que le ha otorgado la potestad de legislar y que no ha ejercido ninguna de las funciones controladoras inherentes a la institución.
A partir del 5 de enero, cuando se instale la nueva Asamblea Nacional, compuesta en su amplia mayoría por diputados de la oposición, la historia será distinta. Los nuevos parlamentarios estarán encargados de estudiar y aprobar los nuevos presupuestos, de interpelar, como no se ha hecho en muchos años, a los ministros y altos cargos. Es una Asamblea Nacional que tendrá que pedir cuentas a una gestión en donde predomina la opacidad. Tanto es así que los indicadores económicos básicos como inflación o desabastecimiento, no han sido divulgados en todo el año. Maduro, poco acostumbrado al escrutinio institucional, tendrá que soportar que se investigue su gestión, acusada de corrupción. Puede quedar al desnudo.
2. Posible cambio constitucional
Que la oposición tenga 2/3 de la representación parlamentaria no es poca cosa. La Constitución venezolana establece que con semejante mayoría se puede convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, órgano que podría redactar una nueva Carta Magna, llegado al caso. Un parlamento así también puede remover a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, cuya actual mayoría está vinculada al oficialismo, o destituir al vicepresidente y a los ministros, previo voto de censura. Trabas que afectan la gobernabilidad.
3. Revocatorio del mandato
En 2016 Maduro llegará a la mitad de su mandato, por lo que se puede activar, vía consulta popular, el mecanismo para revocarlo como Presidente. La Constitución establece que el 20% de los electores “podrá solicitar la convocatoria de un referéndum”. Maduro quedaría revocado si los proponentes consiguen igual o mayor número de votos que lo eligieron. En 2013 fue electo con 7.587.579 sufragios. La popularidad de Maduro pasa por un mal momento y diversos sondeos le dan poco más del 25% de aceptación popular. Henrique Capriles, uno de los líderes de la oposición, ha dicho que esta opción debe ser bien estudiada por los integrantes de la Mesa de la Unidad, que aglutina a la oposición.
4. Crisis económica
En Venezuela la inflación es de tres dígitos y la moneda, el bolívar, ha sufrido una sobre devaluación. El acceso a los alimentos por parte de la población es muy limitado. En ocasiones la comida se vende racionada, porque el desabastecimiento es del 85% en algunos rubros. Tampoco se consiguen todas las medicinas y los pacientes hipertensos o cardiópatas hacen milagros para poder seguir sus tratamientos. Los salarios no alcanzan y la reventa de productos en el mercado negro es habitual.
La mala noticia es que todo indica que en 2016 esto va a empeorar, porque no se han tomado medidas necesarias para fomentar la producción nacional. Maduro ya ha perdido un bastión importante como la Asamblea Nacional por su mal manejo de la crisis económica. Un escenario de conflictividad social está latente.
5. Caída de los precios del petróleo
Venezuela es un país monoproductor que vive de la renta petrolera. Por eso cuando los precios del crudo son altos, todo es fiesta. Pero cuando caen, aparece la inestabilidad. El mercado internacional petrolero apunta a la baja. La Organización de Países Exportadores de Petróleo no ha llegado a un acuerdo para recortar su cuota mundial, por lo que el barril en torno a los 30 dólares parece una constante en los meses por venir. Eso descuadra todas las cuentas del gobierno venezolano que en los últimos años ha aprovechado precios por encima de los 100 dólares para importar los bienes, descartando la producción nacional y beneficiando a la corrupción. Esa caída en los ingresos puede obligar a que Maduro tenga que hacer recortes en programas sociales, de por sí ineficientes, pero que alivian un poco la situación económica en miles de hogares.
6. Un presidente sin pueblo
Para atravesar el difícil camino que lleva a la recuperación del país, Maduro no puede navegar solo, necesita convocar a la mayoría de los venezolanos, pero el jefe del Estado se ha visto incapaz de lograrlo. Sobre él recae la percepción de la culpa y la tesis de la “guerra económica” que tanto pregona no ha calado en la gente. La credibilidad del presidente, que ha usado cuanto recurso propagandístico tiene a la mano para torcer el sentimiento popular, está por el suelo. Pocos confían en su capacidad de poder enderezar el rumbo, según la encuesta Venebarómetro.
7. El enemigo interno
Tras la muerte de Hugo Chávez son varias las castas que luchan por el poder dentro del chavismo. Maduro encabeza a una de ellas y es incómodo para otras tantas. Ante la posibilidad de ver cómo la “revolución bolivariana” naufraga, Maduro puede ser sacrificado. Una renuncia, como prueba de abnegación revolucionaria, sería una vía elegante de sacarlo de escena. Lo otro es que las conspiraciones puertas adentro del chavismo lo dejen gobernar en paz. Hay sectores del oficialismo que se oponen a su estilo de gobernar y que pudieran fraccionar al chavismo, debilitándolo todavía más. Habrá que ver cómo digieren la derrota parlamentaria.