Los líderes de la UE dicen ‘no’ a las exigencias Cameron
Ven inaceptable que se recorten las prestaciones sociales a los ciudadanos comunitarios que trabajan en Reino Unido
18 diciembre, 2015 01:44Noticias relacionadas
La salida del Reino Unido de la UE podría estar un paso más cerca. El primer ministro británico, David Cameron, se ha topado durante la cumbre que termina este viernes con la negativa del resto de socios a una de sus exigencias claves de cara al referéndum sobre la pertenencia de Reino Unido a la UE, que debe celebrarse antes de finales de 2017. Los líderes europeos ven “inaceptable” que Londres pretenda discriminar a los ciudadanos del resto de estados miembros y denegarles durante cuatro años los beneficios sociales ligados al empleo.
El único acuerdo que han alcanzado los jefes de estado y de gobierno de los 28 es seguir negociando para encontrar “soluciones mutuamente satisfactorias” de aquí a la próxima cumbre del 18 y 19 de febrero de 2016, porque todos quieren que Reino Unido siga en la UE. “La verdad es que será un trabajo muy duro”, ha admitido Cameron en una improvisada rueda de prensa tras la cena del jueves, consagrada al problema británico. Pero pese a las críticas de sus colegas, el primer ministro no ha presentado ninguna alternativa al veto de cuatro años ni lo ha retirado. “Sigue estando sobre la mesa”, ha dicho.
Cameron esperaba lograr un pacto rápido, ya en esta cumbre, que le permitiera clamar victoria ante el euroescéptico electorado británico, adelantar la consulta a primavera de 2016 y ganarla con facilidad. Como condición para defender la permanencia de Reino Unido en la UE, el primer ministro británico había presentado a sus socios cuatro exigencias. Sobre tres de ellas ya hay prácticamente acuerdo. Los líderes europeos aceptan inscribir la competitividad en el ADN de la UE, ofrecer salvaguardas a los países que no forman parte del euro y permitir que Londres se desvincule del compromiso de avanzar hacia “una Unión cada vez más estrecha”.
Objetivo, limitar la entrada de ciudadanos europeos
Su cuarta demanda es la más polémica y la que ha provocado el bloqueo de las negociaciones. Cameron quiere limitar la entrada de inmigrantes en Reino Unido, pero no sólo de los extracomunitarios sino también de ciudadanos de otros países de la UE. Alega que la cifra actual de 300.000 inmigrantes al año no es sostenible, preocupa a los ciudadanos y da alas a formaciones populistas como el UKIP. Y la solución que ha propuesto consiste en privar a los ciudadanos comunitarios de beneficios sociales ligados al empleo durante los cuatro primeros años que residan en Reino Unido. En la actualidad, el 40% de los inmigrantes comunitarios cobra algún tipo de prestación social británica, que según Londres generan un efecto llamada.
El primer ministro británico avisa a sus socios de que las últimas encuestas dan prácticamente un empate entre los que quieren que Reino Unido siga en la UE y los que apuestan por abandonarla. Si no ofrece resultados concretos a los votantes, le resultaría muy difícil ganar el referéndum frente al empuje de los euroescépticos.
Sin aliados en la UE
Los argumentos de Cameron no han logrado de momento convencer al resto de líderes europeos. Denegar a los ciudadanos comunitarios prestaciones sociales que sí reciben los nacionales británicos constituye un caso de discriminación que va contra los principios fundadores de la Unión. “Hay que preservar la libre circulación de trabajadores y el trato igual para todos, porque si no tendríamos una UE que estaría muy amputada en uno de sus principios básicos", ha señalado el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
El primer ministro británico se ha enfrentado incluso a aliados tradicionales de Reino Unido, como los países del este y los bálticos. “No apoyaremos ninguna solución que sea discriminatoria o limite el libre movimiento”, han avisado los primeros ministros de Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia en una declaración conjunta. Para la presidenta lituana, Dalia Grybauskaité, “la libertad de movimiento es un valor central de la UE y no podemos aceptar que se discrimine a nuestros ciudadanos”.
También el presidente francés, François Hollande, ha resaltado que “es inaceptable revisar lo que fundamenta los compromisos europeos”. Incluso la canciller alemana, Angela Merkel, uno de los principales apoyos de Cameron en Bruselas y que acepta incluso reformar los Tratados, ha dejado claro que su respaldo tiene límites. “Queremos que Reino Unido permanezca en la UE pero, al mismo tiempo, las libertades fundamentales, los principios básicos de la UE no pueden restringirse”, ha zanjado.
El único apoyo explícito de Cameron en el Consejo Europeo ha sido el del primer ministro danés, Lars Lokke Rasmussen, que acaba de perder un referéndum para una mayor integración de su país en la UE. “La idea de encontrar un mejor equilibrio entre la libre circulación y la libertad de reclamar prestaciones sociales es una cuestión que nosotros queremos discutir también”, ha dicho. Otro de los líderes que más simpatizan con Reino Unido, el irlandés Enda Kenny, reconocía que “muchos países ya han dicho que no quieren que se discrimine a sus ciudadanos”.
¿Un plan B?
Uno de los más optimistas sobre las posibilidades de llegar a un acuerdo era Jean-Claude Juncker, al que Cameron intentó vetar como presidente de la Comisión. Pero Juncker ha dado a entender que la solución debe pasar por un plan B, una propuesta alternativa a la restricción de cuatro años en las prestaciones sociales.
“La Comisión está dispuesta a examinar otras opciones diferentes al único plan propuesto por el primer ministro británico”, ha dicho Juncker. “Estoy bastante convencido de que encontraremos una respuesta para esta cuestión tan complicada”, ha agregado. También el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, se ha declarado “más optimista” sobre las posibilidades de acuerdo tras el debate del jueves. Pero al mismo tiempo ha dejado claro que la UE no retrocederá en sus “líneas rojas” ni aceptará ningún tipo de discriminación.
El problema ahora es que Cameron tiene muy poco margen de maniobra porque ha puesto por escrito sus exigencias y las ha reiterado en múltiples ocasiones. Cualquier marcha atrás podría interpretarse fácilmente como una derrota y abonar el terreno para la victoria de los que defienden la salida de Reino Unido de la UE.