El número de personas que han dejado sus hogares para pedir asilo en Europa este año supera ya el millón. Así lo indica el último informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) publicado el lunes. El grueso llega por mar a través de Grecia: más de 800.000 según datos de la OIM y ACNUR. Pero se calcula que un cuarto de los que han llegado son niños.
“Es impactante cuántos de los que se bajan de los botes son niños; y no adolescentes, sino niños pequeños”, cuenta a este diario Kirsty McNeill, directora de campañas en Reino Unido de la ONG Save the Children, quien regresó hace un par de semanas de la isla griega de Lesbos, considerada uno de los puntos calientes de entrada de refugiados. “Y cuando ves a padres con sus bebés en brazos bajar de las embarcaciones, te das cuenta de lo desesperados que deben estar para emprender este difícil y peligroso viaje”.
“Llegan exhaustos, un poco desorientados, confusos”, afirma desde la isla de Quíos, otro punto caliente, Raquel Bernedo, jefa del equipo de la Cruz Roja española en Grecia. “Muchas veces no saben adónde llegan”.
UNICEF estima que unos 700 niños llegan cada día a Europa, y la semana pasada la media de refugiados que llegaban a diario a Grecia fue de casi 3.000 personas, informa ACNUR, por lo que muchos menores pasarán la Navidad en el mar. Pero no todos logran alcanzar tierra. Esta Nochebuena 18 personas, incluidos seis niños, han perecido en las aguas del Egeo al hundirse su embarcación, según la agencia de noticias turca Dogan. En total, contando menores y adultos, cerca de 4.000 refugiados han perdido la vida intentando poner pie en el Viejo Continente en lo que va de año. Naciones Unidas señala que con el invierno se están produciendo más y más naufragios.
Los menores que arriban en las costas europeas no siempre lo hacen acompañados. El mes pasado las autoridades informaron de que tenían constancia de que al menos 7.000 niños habían entrado solos en Europa, pero se calcula que son muchos más. Algunas familias envían a sus hijos por su cuenta por falta de recursos. En otros casos, los familiares se ven separados durante la travesía. También hay niños huérfanos que se embarcan ellos solos.
“Y cuando entran en Europa son especialmente vulnerables al abuso y la explotación”, afirma McNeill. Europol, la agencia de la Unión Europea para mejorar la cooperación policial entre Estados miembros, informó en noviembre de que bandas criminales se están aprovechando sexualmente de niños refugiados en Europa y los obligan a trabajar para ellos. “Muchos gobiernos europeos piensan que una vez [los refugiados] están en Europa, están seguros y que debemos centrar nuestros esfuerzos en los que se encuentran en campos de refugiados, porque aquí están a salvo del conflicto”, dice McNeill. “Y aunque eso es cierto, los niños no están a salvo en Europa, son increíblemente vulnerables”.
De hecho, alrededor de unos 4.000 niños refugiados continúan desaparecidos estas navidades en Europa, según datos de Save the Children. Se trata de menores que se registraron al cruzar las fronteras europeas pero a los que se les perdió de vista cuando continuaron su viaje. Los destinos preferidos de los refugiados son el centro y el norte de Europa. Alemania, que anunció una política de puertas abiertas, afirma albergar en estos momentos cerca de un millón de solicitantes de asilo.
ACNUR informa de que el proceso de gestión de solicitudes en condiciones normales, aunque varía en cada país, suele llevar meses, por lo que en lugares como Alemania, que tiene un volumen muy grande de peticiones de asilo, puede demorarse más. Una vez las solicitudes son admitidas a trámite, el país receptor tiene la obligación de prestar ayuda y acoger temporalmente al refugiado hasta que se le otorgue o deniegue protección internacional. Pero en algunos casos, los refugiados están semana tras semana haciendo cola para poder presentar una solicitud, como la familia Jadada de Afganistán, que llevaba dos meses esperando en Berlín para pedir asilo cuando EL ESPAÑOL los entrevistó a mediados de diciembre.
Numerosos jóvenes refugiados recién llegados pasarán la Navidad en los llamados “espacios amigables para la infancia”, que establecen las diferentes ONG y organismos que trabajan con ellos. Se trata de espacios “para que los niños puedan ser niños otra vez”, indica Bernedo, de Cruz Roja. En estos espacios, los niños pueden descansar, dibujar y jugar, y se organizan incluso talleres de pintarse la cara. Reciben asimismo atención psicosocial. “También sirven para identificar a aquellos que viajan solos”, afirma Almudena Olaguibel, especialista en políticas de infancia de UNICEF España. “Hacemos mucho esfuerzo para [lograr] reunificaciones familiares”.
Olaguibel dice que siempre que existe la posibilidad, los espacios para niños se instalan en edificios cedidos por los gobiernos europeos, más apropiados para los pequeños. Cuando hay necesidad, sin embargo, se levantan carpas en tramos donde se agolpan muchos solicitantes de asilo.
Las fuentes consultadas por este diario aseguran que la población refugiada en Europa es móvil y que están en constante tránsito de un lado a otro, en contraste con la imagen de los campos de refugiados de países del Oriente Medio. Por lo tanto, los niños pasan poco tiempo en los espacios amigables para la infancia.
Preguntada sobre si su organización prepara algo especial para los niños en Navidad, Olaguibel afirma estar segura de que los voluntarios se volcarán especialmente con ellos en estas fechas. Sin embargo, apunta que “la prioridad ahora es el frío, es el invierno, no tienen ropa, llevan como la misma ropa mucho tiempo”. Por su parte, Bernedo, de Cruz Roja, afirma que “seguimos manteniendo el dispositivo [de atención primaria y psicosocial] durante estas fechas y la Navidad realmente no cambia la actividad que nosotros desarrollamos”.
La UE se ha comprometido a acoger 160.000 refugiados y distribuirlos entre Estados miembros, pero en estos momentos ha relocalizado a menos de 300. Si bien las ONG destacan que las autoridades están ayudando con la crisis, en ellas recae una gran responsabilidad.
Por su parte, McNeill, de Save the Children, destaca lo mucho que se ha volcado la sociedad civil para ayudar en la crisis humanitaria y sobre todo a los niños. Por ejemplo, la ONG ha lanzado una campaña para que ciudadanos británicos escriban mensajes solidarios que se incluirán en libros que se regalarán a niños refugiados en los próximos días y McNeill ha asegura que la gente ha respondido con ímpetu. “Cada libro tendrá un mensaje de bienvenida especial”, dice. “Creo que en la respuesta del público a esta crisis es donde mejor vemos los ideales europeos”.