Muchos problemas de gran envergadura confluyen en la Venezuela de hoy. Los venezolanos son náufragos de una “tormenta perfecta”. A primera vista, y por la proximidad de la instalación de la Asamblea Nacional el 5 de enero, cualquiera podría estimar que el conflicto entre el oficialismo y la oposición está en primer orden. La diatriba política pareciera cobrar protagonismo, pero es el tema económico el que marca el pulso del resto de las crisis que se gestan en la nación suramericana.
Durante 2015 los principales problemas de los venezolanos fueron el desabastecimiento, la escasez y alto costo de la vida, según estudios del Instituto Venezolano de Análisis de Datos. El gobierno de Nicolás Maduro no ha sabido dar solución a esa preocupación y lo ha pagado con la derrota sufrida el 6 de diciembre en las elecciones parlamentarias. El revés le ha costado caro: la oposición cuenta con una mayoría de las dos terceras partes de la Asamblea Nacional.
Algunos expertos critican que, a pesar de lo contundente del resultado, Maduro no haya hecho anuncios de envergadura que permitan entender que el mensaje de las urnas ha sido asimilado. De hecho, sus ministros han puesto sus cargos a la orden, pero el Presidente no se ha pronunciado respecto a un nuevo Gabinete. Casi se cumple un mes desde las elecciones.
Gestos tímidos
Recientemente el Ejecutivo ha reformado la Ley de Impuesto sobre la Renta para que “sectores del gran capital” paguen 40% de alícuota máxima. También ha modificado la Ley de Impuestos a las Grandes Transacciones Financieras, aumentando la tasa por cada transacción y ha decretado que el Estado tiene el derecho a la explotación y exploración del oro y otros minerales “estratégicos”. Todo para tratar de incrementar los ingresos en medio de la crisis. Pero la complejidad de la situación venezolana, que, además, sufre por la caída de los precios del petróleo, su principal fuente de ingresos, hace que analistas como Luis Vicente León califiquen estas decisiones como “insuficientes”.
Para León, de la firma Datanálisis, no se pueden atender los desequilibrios económicos sin atacar sus causas. Una de ellas es el múltiple sistema cambiario que existe en Venezuela que, según ha manifestado en sus redes sociales, estimula la corrupción. “Mientras mantengan la divisa a precios ridículamente bajos y se nieguen a devaluar seguirá habiendo demanda infinita, corrupción e inflación”.
En Venezuela la compraventa de divisas se encuentra restringida por un control de cambio que estipula tres tasas. Según economistas como Víctor Álvarez, ninguna de ellas se ajusta al que debería ser el valor del dólar. En el mercado negro la divisa norteamericana se cotiza en 833 bolívares mientras que la tasa preferencial para la importación de alimentos y medicinas está fijada en 6,3 bolívares.
El control de precios, el incremento de las importaciones por parte del sector público, el subsidio del Estado a la gasolina y la “asfixia” al sector privado por parte del gobierno, son otros de los factores que deben cambiar, destaca León.
Pero nada de eso pareciera que está por ocurrir. Maduro no se ha reunido con los diferentes actores económicos del país tras las elecciones y se ha negado a dialogar con la oposición. Los voceros de la “revolución bolivariana” también han negado públicamente que sea necesario recurrir a organismos multilaterales para obtener asistencia económica, a pesar de que las reservas internacionales del país apenas superan los 16,5 millardos de dólares. Culpan de todo a factores externos, a la “guerra económica”, a una incansable conspiración en contra de la “revolución”.
Críticas desde todos los ángulos
La urgencia en la adopción de las medidas económicas no es una petición exclusiva de los factores opositores. Desde el chavismo son varios los grupos que han exhortado a Maduro a que haga los ajustes pertinentes.
Miguel Rodríguez Torres, exministro de Interior y Justicia de Maduro y uno de los militares que participó junto al fallecido presidente Hugo Chávez en el fallido golpe de Estado de 1992, ha publicado en su perfil de Twitter, tal como lo hacen la mayoría de los actores de la política venezolana sin espacio en los medios tradicionales, que "el valor de un político está en saber interpretar las manifestaciones de su pueblo”, en clara alusión al Presidente venezolano. “Las medidas económicas necesarias deben tomarse sin más demora”, se lee en otro tuit del mayor general (retirado) del Ejército.
Felipe Pérez Martí, ministro de Planificación en tiempos de Chávez, ha dicho que un ajuste “tímido y parcial” no va a parar la hiperinflación. En conversación con el periodista Víctor Salmerón para el portal Prodavinci, el doctor en economía recomienda “un programa que incluya lo cambiario, monetario, fiscal, institucional, productivo, la compensación social a los más vulnerables”.
Luis Vicente León, profesor universitario y articulista, cree que ante un 2016 retador, el gobierno “no ayudará”. “A estas alturas, el país debería estar enterado de los sacrificios que vienen. Pero no”. Lamenta que, ante el silencio oficial, la gente se vaya a enterar a la fuerza de los ajustes que serán inminentes, forzados por la realidad económica. De mantenerse la tendencia, pareciera que las grandes medidas contra la crisis no serán tomadas de forma voluntaria por la clase gobernante, sino obligadas por las circunstancias.