Una imagen del barrio Kreuzberg en la capital alemana.

Una imagen del barrio Kreuzberg en la capital alemana. A. Berry Getty

Mundo CRISIS DE REFUGIADOS

En el 'Pequeño Estambul' de Berlín: ¿qué opinan los turco-alemanes de los refugiados?

Hablan los vecinos de Kreuzberg, que se debaten entre el deseo de mantener la solidaridad con los demandantes de asilo o dejarse llevar por las reticencias que despierta en Alemania este drama.

31 marzo, 2016 02:03
Berlín

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Alemania y Turquía viven días más tensos de lo que parece. Pese al reciente acuerdo alcanzado en materia de refugiados por la Unión Europea y el país mediterráneo, una iniciativa promovida conjuntamente por Berlín y Ankara, el país de la canciller Angela Merkel y del presidente Recep Tayyip Erdogan lidian actualmente con un roce diplomático surgido de la aparente hipersensibilidad frente a la crítica del jefe del Ejecutivo turco.

Un vídeo musical satírico realizado por la cadena germana NDR sobre el líder turco y, entre otras cosas, su actitud represiva ante la libertad de prensa, ha costado este mes al embajador alemán en Ankara una convocatoria del ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía. “Un periodista que escriba algo que no guste a Erdogan, mañana está en prisión”, se escucha en dicho vídeo. Las autoridades turcas han pedido que se impida la visualización de esa sátira en internet. Lo han hecho en vano, aunque no sin causar revuelo en Berlín.

La convocatoria del embajador alemán ha sido un gesto de “arrogancia desesperada”, según Norbert Röttgen, portavoz de política internacional de la Unión Cristiano Demócrata (CDU). En la prensa, este episodio le ha costado a Erdogan calificativos como el de “dictador a medias” de parte del Süddeutsche Zeitung, uno de los periódicos germanos de referencia. Sin embargo, por mucho que disgusten en Alemania y Europa los aspectos más represivos del Ejecutivo turco, no se quiere poner en duda el reciente acuerdo de cooperación en materia de refugiados. La crisis de los demandantes de asilo constituye un drama que “ha permitido a la UE redescubrir a Turquía”, dice a EL ESPAÑOL Celal Özcan, corresponsal en Berlín del diario Hürriyet, una de las principales cabeceras del país mediterráneo.

Europeísta convencido, Özcan, al igual que buena parte de la comunidad turca de Alemania, vive muy a su manera la crisis de los refugiados. La percepción de este drama en puntos como Kottbusser Tor, en el centro de Berlín y no lejos de donde Hürriyet tiene sus oficinas, es algo distinta a cómo se ve esta problemática en el resto de Alemania. Ante la llegada masiva de demandantes de asilo, hay turcos y turco-alemanes persuadidos de que hay que ayudar y seguir siendo solidario. Pero también los hay que se plantean dudas sobre cuánto tiempo hará falta ayudar, qué ocurre con quienes delinquen siendo refugiados y qué soluciones hay para resolver el origen de la crisis. A saber, la guerra civil en Siria.

"Soy turco pero alemán de Berlín"

Apo se presenta como “turco pero alemán de Berlín”. Este hombre de 34 años ya ni recuerda la última vez que estuvo en Turquía. “He crecido aquí y siempre he vivido aquí”, asegura, mientras espera que le llegue su turno en una pequeña barbería regentada por turcos en el 'Kotti”. Ese nombre es el apodo que recibe la zona que rodea la estación de metro berlinés de Kottbusser Tor, en el céntrico barrio de Kreuzberg. Este distrito, al igual que los de Neukölln (sureste) y Wedding (noroeste) son las áreas de Berlín más pobladas por turcos y turco-alemanes. Los alrededor de 200.000 habitantes con raíces turcas que se estima viven en la capital germana representan una parte importante de la comunidad turca de Alemania, compuesta por unos de 3 millones de personas.

En Berlín, los turcos son, con diferencia, la minoría más visible. Tanto es así que, en zonas de Kreuzberg, se puede vivir casi como en Turquía. En los barrios turcos berlineses, hay guarderías y escuelas en las que se habla tanto turco como alemán, mercados con productos típicos de la nación mediterránea, cafés, quioscos con la prensa de Turquía y una amplia gama de servicios para los enraizados en el país próximo-oriental.

UNA ESTAMBUL EN BERLÍN

La zona de Kottbusser Tor es un punto clave en la geografía turca de Alemania. “El 'Kotti' es el 'Pequeño Estambul' de Berlín. Uno, cuando viene de Turquía sin saber alemán, puede venir al 'Kotti' y vivir en turco sin problemas”. Así describe esta zona Ogouzhan-Yasin, un turco-alemán de 25 años que bebe café en el bar de su tío, situado en la Oranienstrasse. Al local vienen, sobre todo, clientes árabes y originarios de Turquía para tomar algo y, también, para fumar tabaco aromatizo en cachimba.

El Drogheda United (equipo de la segunda división irlandesa de fútbol) lleva en su escudo la estrella y la media luna turca en homenaje al gesto de ayuda del Imperio Otomano

Para gente como Ogouzhan-Yasin, Apo, el cliente de la barbería, o Fatih, un taxista de 35 años vecino de Kreuzberg, la crisis de los refugiados es un drama sobre el que no resulta fácil pronunciarse. “Es curioso, aquí los alemanes están divididos, los hay que están a favor de acoger refugiados y los hay que no”, dice Fatih. Este ciudadano turco y alemán -tiene las dos nacionalidades- se refiere a sus compatriotas germanos como si fueran nacionales de otro país, en el que él está un poco aparte.

“En Turquía, tenemos una cultura de ayudar. Turquía siempre ha ayudado cuando se ha necesitado”, mantiene el taxista. Fatih alude con orgullo a las consecuencias futbolísticas de la historia solidaria de su país en la ciudad irlandesa de Drogheda, a la que el sultán otomano Abdulmayid I envió comida y asistencia financiera durante la Gran Hambruna sufrida en Irlanda a mediados del siglo XIX. “Allí, el Drogheda United (equipo de la segunda división irlandesa de fútbol) lleva en su escudo la estrella y la media luna en homenaje al gesto de ayuda del Imperio Otomano”, subraya Fatih.

AYUDAR A LOS REFUGIADOS SIRIOS

En esta tradición solidaria se inscribían las recientes palabras del primer ministro de Turquía, Ahmet Davutoglu, ante las asociaciones de sus compatriotas en Berlín. “Davutoglu les pidió en su última visita a Berlín que ayudaran a los refugiados sirios, que son gente con la que tenemos una historia en común, son nuestros vecinos y hay que ayudarles”, según hace memoria para EL ESPAÑOL Özcan, el corresponsal del Hürriyet. Su periódico tiene sus oficinas berlinesas en Kreuzberg. “Es para estar cerca de nuestros lectores”, asegura Özcan.

Sobre la cuestión de los refugiados, Kristian Brakel, experto especializado en asuntos relacionados con Turquía del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores (DGAP, por sus siglas alemanas), plantea que la “línea del Gobierno turco es clara en esta materia, y consiste en tomar como invitados a los hermanos sirios desplazados”.

La crisis de los refugiados en Turquía no es como en Alemania porque aquí en los últimos seis meses parece que no hay otro tema del que informar; en Turquía no todos los días se informa sobre este asunto

“La sociedad turca ha aceptado bien en líneas generales a los refugiados”, apunta Dilek Kurban, investigadora en temas de inmigración, minorías y derechos humanos procedente de Estambul. “Existe una simpatía hacia los refugiados en Turquía”, plantea esta experta, que trabaja para la prestigiosa Hertie School of Governance de Berlín. Además, el problema de los refugiados, pese a que el país mediterráneo ha acogido a casi 3 millones de personas procedentes del conflicto en Siria y que Ankara dice haber gastado entre 7.000 y 9.000 millones de euros en su asistencia, “no preocupa especialmente en Turquía”, agrega Kurban.

La zona de Kottbusser Tor se considera una zona peligrosa por la Policía.

La zona de Kottbusser Tor se considera una zona peligrosa por la Policía. S.M.

LOS TURCOS Y SUS PROBLEMAS

“La crisis de los refugiados en Turquía no es como en Alemania porque aquí en los últimos seis meses parece que no hay otro tema del que informar, porque en Turquía no todos los días se informa sobre este asunto”, subraya Özcan. “Turquía tiene sus propios problemas, y los refugiados no son el principal, los más destacados son la lucha contra la organización terrorista del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) o el turismo, porque nos hacemos preguntas del tipo: ¿cuántos turistas vendrán este año?¿Cuántos irán a España en lugar de a Turquía?”, añade el corresponsal.

Los turcos de Alemania, sin embargo, están más expuestos a la discusión germana sobre los refugiados, marcada por una creciente preocupación general. Sólo el año pasado, Alemania recibió 1,1 millones demandantes de asilo. Casi 80.000 de ellos fueron acogidos por la capital germana.

Ahora hay mucha gente que se dedica a robar, especialmente por la noche, son refugiados, argelinos, marroquíes, sirios, no se llevan bien y se pelean a menudo

Kottbusser Tor, según dicen en el barrio, ha cambiado de un tiempo a esta parte y coincidiendo con la llegada a la ciudad de los demandantes de asilo. Esto es al menos lo que estima Ogouzhan-Yasin, el joven que apura su café en la Oranienstrasse. “En el 'Kotti' ahora hay mucha gente que se dedica a robar, especialmente por la noche, son refugiados, argelinos, marroquíes, sirios, entre ellos no se llevan bien y se pelean a menudo”, asegura. “También hay mucha droga, heroína, cocaína, marihuana, hachís, de todo”, añade.

La zona de Kottbusser Tor aparece como uno de los “puntos calientes” de Berlín en términos de seguridad. La policía lo considera un lugar “peligroso” en vista de los abundantes delitos que allí se comenten, ya sean robos, agresiones o crímenes relacionados con drogas. Sin embargo, más allá del sentir de Ogouzhan-Yasin, no consta oficialmente que la mayoría de esos delitos sean cometidos por demandantes de asilo. En este sentido, hay estudios que dan buena cuenta de que la tasa de criminalidad entre refugiados no es mayor que en la de otros sectores de la población.

Esta conclusión, por ejemplo, la ha sacado Ulf Küch, criminalista en Braunschweig, una ciudad de 300.000 habitantes de Baja Sajonia (centro). Küch acaba de publicar un libro, Soko Asyl (Ed. Riva, 2016), dedicado a combatir los prejuicios existentes sobre los demandantes de asilo. A su entender, no se ha registrado un incremento notable de la criminalidad con la llegada de los refugiados.

CASTIGAR A LOS REFUGIADOS QUE DELINQUEN

A muchos en el 'Kotti', sin embargo, no convencen estos estudios. Así ocurre con Kevin. A un turco-alemán en la veintena que trabaja en un quiosco del 'Kotti' hasta bien entrada la madrugada, le acaban de robar en su tienda. No duda a la hora de señalar al responsable del hurto. “Ha sido un refugiado”, dice. “Los que roban, trafican, hay que castigarlos”, añade, matizando que “los refugiados que vienen a vivir aquí como todo el mundo, sin problema, deben quedarse”.

Apo, el cliente de la barbería, sostiene mientras espera su turno que “hay mucha gente que viene aquí como refugiada, luego se dedican a comprar drogas y a pelearse”. “A esos habría que retirarles los papeles y fuera, adiós, a su casa”, zanja, después de haber dicho que “hay que abrir las puertas a los refugiados, porque todo el mundo tiene derecho a vivir”.

“¿Cuándo vamos a dejar de ayudar a los refugiados?”

En este sentido, Sinan, otro turco-alemán que trabaja en un restaurante de comida turca de la Oranienstrasse, no lejos del “Kotti”, estima “que lo que ha hecho Alemania con los refugiados, abriéndoles las puertas está muy bien, por un lado, pero, por otro lado, hay que pensar que no sólo hay que dar pescado, hay que enseñar a pescar”. “¿Cuándo vamos a dejar de ayudar?”, se pregunta este joven de 35 años.

A él tampoco le son ajenas muchas de las preocupaciones que tienen el resto de alemanes sobre la crisis de los refugiados, especialmente las relativas a la integración. “Integrar a los refugiados es demasiado difícil, porque han perdido familiares, sus hogares, vienen traumatizados a Europa y además hay una gran diferencia cultural entre los europeos y el resto, les va a llevar mucho tiempo integrarse”, añade.

Aparte quedan para Sinan y el resto las preocupaciones por el coste económico de esa integración, algo más presente en el resto de la población alemana. “Alemania es un estado social y esta ayuda a los refugiados tiene un coste para la sociedad, y la gente lo sabe, la gente ve que esto tiene un precio para su bolsillo”, asegura Kurban, la investigadora de la Hertie School of Governance.

UN ACUERDO EU-TURQUÍA DIFÍCIL DE APLICAR

Tampoco parece jugar un papel importante el reciente acuerdo alcanzado entre la UE y Turquía para la gestión de la crisis de los refugiados impulsada por Merkel y Davotuglu. “Lo de Europa y Turquía, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan lo quiere utilizar en las próximas elecciones, para decir eso de 'yo he alcanzado un acuerdo importante con Europa'”, desdeña Sinan.

Lo que sí que parece importar más es cómo Turquía se está ocupando de los refugiados. En este sentido Kurban asegura que “Turquía no es el mejor país al que confiar los refugiados”. “Hay 300.000 refugiados en campos de acogida, el resto están repartidos por todo el país, el Gobierno les paga el alquiler, pero no es fácil que encuentren un trabajo, y muchos se dedican a pedir, incluidos niños”, resume el periodista de Hürriyet.

En vista de esta situación, y de las recientes restricciones a las libertades públicas puestas en marcha por el Gobierno de Ankara, se ha escuchado a Cem Ozdemir, líder de Los Verdes de origen turco, preguntarse: “¿Cree alguien realmente que un país maltrata a sus ciudadanos puede ofrecer seguridad a la gente que está huyendo de la Guerra?”.

Sinan, el hostelero, también es muy escéptico con el Ejecutivo turco, y no duda imaginando soluciones. “Lo que habría que hacer es solucionar la crisis en Siria, creando un país nuevo”, plantea utópico. Fatih, el taxista, prefiere remitirse a la propuesta turca no menos ilusoria a día de hoy consistente en crear zonas seguras dentro de Siria en las que puedan vivir los refugiados protegidos militarmente por un ejército que habría que determinar. “Yo estoy a favor de esto que propuso Turquía hace ya tiempo, pero nadie ha secundado la iniciativa”, lamenta.

Europa sabe que no puede permitirse tener una Turquía débil

Tras alcanzarse el acuerdo UE-Turquía por el que Ankara recibirá hasta 6.000 millones de euros de Bruselas de aquí a 2018 para hacer frente al desafío que plantean los refugiados en suelo turco, Özcan se muestra expectante. “Ya veremos si funciona el sistema ideado con el acuerdo, hay que ver cómo y qué pasos se dan”, porque “es muy difícil actuar cuando hay muchos refugiados”, asegura este corresponsal.

En cualquier caso, él es optimista en lo que concierne a las relaciones de Europa con Turquía. “Europa sabe que no puede permitirse tener una Turquía débil, porque eso es muy peligroso”, concluye.