La noticia acaparó titulares en la prensa mundial: Anders Breivik, el asesino de 77 personas en la isla noruega de Utoya y en Oslo en julio 2011 había recibido un espaldarazo del juzgado de primera instancia en la capital que atendía su demanda por recibir un "trato inhumano".
El tribunal dio por demostrado que se habían violado los Derechos Humanos al haberle sometido a cacheos desnudo y controles sin aviso durante meses. Además, la sentencia señaló que no se había tenido en cuenta su estado mental -con trastorno de personalidad según varios psiquiatras- al establecer su régimen de condena.
Breivik vive bajo un régimen de seguridad "extra alta", según la denominación noruega, en la prisión de la localidad de Skien. Se trata de una modalidad que las autoridades del país nórdico sólo han empleado en once ocasiones desde su implantación en 2002, informan a EL ESPAÑOL desde la Dirección del Servicio Correccional Noruego.
El preso que menos tiempo pasó bajo este régimen penitenciario estuvo un mes; el que más, 1 año y 9 meses. Excepto Breivik, "el hombre responsable de los ataques del 22 de julio de 2011", alude asépticamente y sin nombrarlo el documento facilitado por el Servicio Correccional. De hecho, lleva casi cinco años encerrado en régimen de aislamiento.
Vive bajo el más estricto régimen penitenciario noruego, que queda reservado a personas que han cometido delitos de narcotráfico con agravantes u homicidios. Se caracteriza por:
- celdas y alas penitenciarias especialmente seguras;
- sin contacto con prisioneros de otras alas o unidades y con posibilidad de cierto contacto con quienes están en las mismas condiciones;
- el contacto "limitado" con otros prisioneros debe compensarse a través de contacto "ampliado" con los empleados de la cárcel además de trabajo, educación y otras actividades "adecuadas" además de tiempo de ocio.
Desde que Breivik ingresó en prisión (en una distinta a la actual) llamó la atención internacional la comodidad de las celdas en las prisiones de alta seguridad noruegas, que no presentan barrotes en las ventanas.
Breivik vive en una habitación individual cuyo mobiliario pretende emular, siguiendo la política penitenciaria noruega, la mayor normalidad posible, han explicado autoridades penitenciarias a la BBC. Bien podría ser el cuarto de un estudiante, con su escritorio y estanterías de madera. Una televisión reposa sobre la mesilla de noche para poder verla cómodamente desde la cama, que va a juego con el resto de la habitación.
La sentencia de esta semana confirma que las condiciones físicas y materiales de la condena son "buenas", recoge Efe. El problema está en la duración, pues otras medidas estrictas penitenciarias pensadas como algo temporal en su caso se perpetúa.
SIN VIDA PRIVADA, LA OTRA QUEJA DE BREIVIK
El asesino ultraderechista que tras la matanza lamentó no haber matado a más personas en el campamento de jóvenes socialdemócratas de Utoya o en la capital del país, había reclamado también a la Justicia noruega que no se respetara su vida privada y correspondencia (artículo 8 de la Convención Europea de Derechos Humanos). En este caso, el tribunal no le dio la razón.
La correspondencia y las llamadas telefónicas en el régimen de máxima seguridad al que está sometido Breivik se controlan rutinariamente. Lo mismo sucede con las visitas, que se producen a través de una pared acristalada y vigiladas por un sistema de escuchas o directamente con un agente presente en la sala, aunque el director de la prisión puede decidir rebajar el nivel de control.
Cuando es el abogado quien visita al prisionero, se mantiene su derecho a la confidencialidad excepto por la vigilancia visual a través de la citada pared de cristal. Las llamadas telefónicas no gozan de esta excepcionalidad y la correspondencia se puede confiscar en caso de considerarlo necesario tras pasarla por rayos X y abrirla o leerla.
La sentencia que esta semana ha dado la vuelta al mundo establece que sus conversaciones con las visitas no tengan que ser siempre a través del cristal, que pueda relacionarse con otros presos en régimen de máxima seguridad.
Breivik acabó confinado en este régimen de máxima seguridad porque cumplía los requisitos que establecían que de otra forma había un alto riesgo de fuga o toma de rehenes o que podía involucrarse en una "nueva acción criminal especialmente seria".
El Estado noruego tendrá que pagar las costas del juicio por valor de 35.700 euros que esta semana consideró "probada por encima de cualquier duda razonable" la violación del artículo 3 de la Convención Europea de Derechos Humanos, que prohíbe la tortura y el trato inhumano, contra el asesino ultraderechista.