El pasado viernes, apurando las horas de la XI Legislatura (apodada ya como "la breve"), y como colofón de su performance de los últimos meses, Podemos presentó una batería de medidas sobre la regulación de los medios. Un pretendido golpe de efecto, con poca capacidad de sorprender, a mi juicio, habida cuenta la bien conocida obsesión de Iglesias con este sector.
No es mi intención diseccionar aquí el contenido de las tres proposiciones no de ley. Desgraciadamente, habrá una nueva campaña en la que tendremos tiempo de discutir planteamientos de partido gracias, en parte, a la formación del señor Iglesias.
Hoy, Día Mundial de la Libertad de Prensa, si me lo permiten, me gustaría obviar el cómo para centrarme exclusivamente en el qué. Me apetece reflexionar sobre los objetos de urgencia legislativa podemitas y aportar humildemente alguna idea y referencia que tal vez sean de utilidad (incluso para mis excompañeros de Hemiciclo).
Las cuestiones que preocupan a Podemos deben ser importantes porque han sido recurrentes en la historia
Tres son las cuestiones apremiantes que turbaron el viernes a los diputados de Podemos, empujándoles a presentar propuestas en las últimas horas hábiles de legislatura: la redefinición del derecho a la comunicación, la intervención sobre la propiedad en medios con relación al espectro radioeléctrico y la agencia Efe.
Les voy a ser sincera: los objetos de desvelo de Ciudadanos en este terreno son algo diferentes. Ya saben, para gustos, los colores. Nuestras líneas estratégicas en políticas mediáticas apuestan, entre otras cosas, por una mejora de la transparencia del sistema, por el desarrollo de una nueva ley de la comunicación audiovisual en coordinación con Europa, por la creación de un auténtico regulador independiente de carácter convergente, por la profesionalización y la dignificación del sector y por la implantación de nuevos modelos de financiación y de gestión de RTVE para que sea un verdadero servicio público. Vaya, que estamos en otras cosas.
Sin embargo, hay que reconocer que los objetos de desvelo de Podemos deben ser muy importantes porque han sido recurrentes en la historia. Y ¡vaya que si lo han sido! Los tres temas planteados por las proposiciones no de ley, como temas, no son nada nuevo bajo el sol. La redefinición del concepto de libertad de prensa y el control de la propiedad mediática y de las agencias nacionales de noticias estuvieron reiteradamente presentes en las políticas de comunicación de otros sistemas de prensa a lo largo de la historia. Amén de la intervención sobre la profesión (aunque prefiero obviar el incidente con Álvaro Carvajal).
Cada partido tiene una idea sobre cómo deben operar los medios en función de su concepto de 'libertad de prensa'
Supongo que los compañeros de Podemos lo conocen sobradamente porque son expertos en cuestiones mediáticas. Sin embargo los avatares de la política fácilmente llevan al olvido algunos de los apuntes básicos o libros fundamentales de comunicación que suelen perderse fácilmente en algún traslado. Como el de Cuatro teorías de la prensa, de Siebert, Peterson y Schramm, publicado en 1956, hoy ampliamente superado, pero que sigue siendo un clásico. Un must, como se dice ahora. Este librito inauguró oficialmente el campo de reflexión sobre los modelos mediáticos comparados, un ámbito que analiza diferencias y similitudes entre países en los vínculos entre sociedad, medios de masas y política.
Por aquel entonces estos tres profesores de la Universidad de Illinois ya plantearon que los sistemas de prensa sólo se entienden teniendo en cuenta la naturaleza de los estados, la relación con estos de la sociedad civil y las filosofías políticas de sus dirigentes sobre asuntos como el conocimiento o la verdad. Así, cada régimen (digamos, en estos momentos, cada partido) tiene una fórmula sobre cómo deben operar idealmente los medios partiendo de conceptos como libertad de prensa, propiedad mediática, derecho de acceso o estatus del profesional de la comunicación. Ni que decir tiene, todas estas palabras entrañan perversamente connotaciones diversas.
La taxonomía inicial de los autores norteamericanos (modificada por otros estudios después) hablaba de cuatro sistemas de prensa: el liberal, el de la responsabilidad social, el comunista y el autoritario. Mientras para el primero la libertad de prensa y expresión no deberían coartarse en ningún caso, el modelo de la responsabilidad social (en el que nosotros nos situamos) plantea que hay niveles de rendimiento exigibles a los medios. La clave de su buen funcionamiento es la exigencia de profesionalización.
Para los modelos comunista y autoritario, sin embargo, la prensa resulta fundamental en la socialización, el control social y la movilización hacia metas económicas y sociales planificadas. Por eso la intervención sobre la propiedad, los profesionales de la comunicación y las agencias de noticias son imprescindibles. Lennin, Hitler, Mussolini, Franco o Perón, sin ir más lejos, ya pensaron en todas estas cuestiones y les dieron un carácter prioritario en su regulación. Como -quiero entender que salvando distancias- lo ha hecho la formación de Iglesias.
Pensaba el otro día que la historia es tozuda y la memoria lábil. Ya ven: extrañas y perversas coincidencias.
*** Marta Martín Llaguno, diputada nacional de Ciudadanos, es catedrática de Comunicación Audiovisual y Publicidad.