Los aeropuertos de las principales ciudades egipcias, sobre todo de las turísticas Hurghada o Sharm el Sheij, han sido objeto de estudio en los últimos meses por parte de expertos de seguridad de países como Rusia, Gran Bretaña, Alemania o Estados Unidos.
Después de lo ocurrido el pasado 31 de octubre cuando un Airbus A321 de la compañía rusa MetroJet explotó en pleno vuelo sobre la Península del Sinaí con 224 pasajeros a bordo, las medidas de seguridad aeroportuarias adoptadas por el ejecutivo de Abdelfatah al Sisi en los principales puntos de entrada al país están bajo escrutinio.
Poco ayudó la desconfianza generada a raíz de la negación inicial por parte de las autoridades egipcias de que el siniestro de la aeronave pudiera deberse entonces a un atentado terrorista. El Cairo alegó que la hipótesis más probable era un fallo técnico, un argumento desmentido poco después por Moscú, que apuntó a un ataque yihadista. La rama del autoproclamado Estado Islámico (EI) en la Península del Sinaí, Wilayat Sina, reclamó la autoría del ataque.
El incidente llevó al Gobierno ruso a cancelar todos los vuelos con origen en su territorio hacia El Cairo y los principales enclaves de vacaciones de la costa egipcia del Mar Rojo, hasta esa fecha destino turístico habitual, especialmente en invierno, para rusos, británicos, italianos y europeos de otras nacionalidades. El Reino Unido igualmente decidió suspender sus conexiones, aunque únicamente con el aeropuerto de Sharm el Sheij, del que partió el avión siniestrado.
El pasado mes de marzo el ministro de Asuntos Exteriores egipcio Sameh Shoukry anunció que las autoridades habían aumentando las medidas de seguridad en sus tres principales aeropuertos –El Cairo, Sharm el Sheij y Hurgada– en función de las recomendaciones hechas por un equipo de expertos rusos que fue desplegado inmediatamente después del atentado contra el avión de Metrojet.
En abril otra delegación de expertos en seguridad aérea del Departamento de Transportes de Estados Unidos realizó una visita de cuatro días en este caso al aeropuerto internacional de El Cairo, inspeccionando los métodos empleados tanto para el filtrado de los pasajeros como para la gestión de los equipajes, supervisando especialmente las medidas adoptadas por la compañía EgyptAir en sus vuelos a Estados Unidos.
Según el ministro de Turismo egipcio, Hisham Zazou, el Gobierno ha asignado una partida de 250 millones de liras egipcias (unos 30 millones de euros) para modernizar y mejorar la seguridad aeroportuaria.
Entre otras actuaciones las autoridades egipcias han procedido a la compra e instalación de escáneres de última generación (muchos de los que tenían hasta ahora estaban obsoletos), así como más detectores de metales. También han instruido a la Policía para que destine unidades caninas entrenadas en la detección de explosivos y droga y que éstas, junto con los otros cuerpos de seguridad competentes, pasen a estar bajo el mando de una nueva agencia nacional de seguridad en el transporte que sería supervisada por el ministro de Aviación Civil.
"No es sólo lo que un pasajero puede llevar en la maleta que factura", explica Omer Laviv, jefe de operaciones de una consultora israelí de seguridad aérea. "Hay que tener en cuenta que el equipaje de mano suele pasar en todos los aeropuertos del mundo por un escáner de rayos X. Pero estos escáneres casi siempre detectan únicamente metales, no explosivos que hayan sido fabricados con otro tipo de materiales", añade.
Según este analista, no hay que desdeñar el peligro que representan los componentes químicos o biológicos, "con lo que habría que hacer escáneres constantemente para detectar nuevas sustancias y así una y otra vez".
Omer Laviv aboga por un cambio en las consideraciones generales en cuestiones de seguridad. "No hay que apostar tanto por la detección de lo que pueda haber en el equipaje -que por supuesto también es necesario-, sino sobre todo por las personas. Tener expertos que puedan detectar si alguien es sospechoso y qué posibles malas intenciones pueda tener. Ese es el mejor control de seguridad", concluye.
La seguridad aérea resulta fundamental para un país cuyo PIB depende en más de un 10% de los ingresos que obtiene del turismo. Además supone un reto personal para el presidente Abdel Fatá Al Sisi, que se intenta promocionar como líder de los países sunitas en su contencioso regional con los chiítas liderados por la República Islámica de Irán.
Egyptair: un negro historial de incidencias
El siniestro del Airbus A320 de este jueves, que viajaba entre París y El Cairo, es el sólo el último capítulo de una trágica secuencia de accidentes y atentados en el país más poblado de Oriente Medio y cuya población es, quizá, la más orgullosa del mundo árabe.
Mucho más rocambolesco, -y sin que afortunadamente tuvieran que lamentarse daños personales- fue el incidente inmediatamente anterior a lo sucedido en este jueves maldito. Se trata del secuestro de otro avión de Egypt Air (también un Airbus 320) el pasado 29 de marzo que cubría la ruta Alejandría-El Cairo. El vuelo doméstico, en el que además viajaban 26 extranjeros y siete miembros de la tripulación, efectuó un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto chipriota de Larnaca.
El secuestrador, que amenazó con detonar un falso cinturón de explosivos - poniendo en jaque a los servicios de inteligencia egipcios y europeos a solo una semana de que tuvieran lugar los atentados de Bruselas en los que el EI mató a 35 personas e hirió a más de 300-, resultó ser un egipcio con problemas personales. Aseguró haber secuestrado el avión para poder hablar con su ex-mujer, que residía en Chipre, país donde además pidió asilo. Las decenas de pasajeros a bordo fueron finalmente liberados y el autor del secuestro detenido.
En octubre de 2009 un pasajero a bordo de otro vuelo de EgyptAir intentó secuestrar el avión que volaba desde Estambul hasta El Cairo amenazando con un cuchillo a una de las azafatas de la tripulación. El personal de seguridad que viajaba a bordo -de obligado cumplimiento en los vuelos de la compañía- pudo reducir al agresor y arrestarlo sin que hubiera que lamentar daños personales o materiales. Finalmente, todo quedó en un susto.
Más trágico fue lo ocurrido en mayo de 2002 cuando otra aeronave de la compañía se estrelló por una tormenta de arena cerca del aeropuerto internacional de Túnez-Cartago. En el accidente murieron 14 de sus 62 pasajeros.
Tres años antes, otro avión de EgyptAir que hacía la ruta Nueva York-El Cairo terminó en el Océano Atlántico –frente a la costa de Massachusetts- tras descender casi 14.000 pies en 36 segundos. A pesar de que sus restos fueron encontrados más tarde, siguen sin aclararse por completo las causas del accidente que acabó con la vida de las 217 personas. Las autoridades norteamericanas concluyeron entonces que la hipótesis más probable es que el copiloto estrelló deliberadamente el avión.
Y en el secuestro más letal de la historia reciente de la compañía figura lo ocurrido en noviembre de 1985. Entonces tres terroristas se hicieron con el control del vuelo 648 de EgyptAir, que transportaba a 98 personas. Un agente de seguridad encubierto que viajaba a bordo disparó y mató a uno de los secuestradores. El avión terminó aterrrizando en Malta donde los atacantes dispararon a otros 5 pasajeros. 2 de ellos murieron.
Durante el dispositivo que se organizó para liberar a los pasajeros -y donde se utilizaron explosivos- terminaron muriendo casi 60 personas, incluida la tripulación y uno de los secuestradores.
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