Una vez que la periodista Salud Hernández Moro fue liberada, sus palabras de agradecimiento para la Iglesia Católica de Colombia fueron constantes y reiteradas. Fue ésta junto a la Defensora del Pueblo, quienes intercedieron, no solamente para su liberación sino también para la de los otros dos periodistas colombianos que habían sido secuestrados por la guerrilla del ELN.
La Iglesia se ha convertido en un actor fundamental en las zonas de conflicto, sobre todo, por la confianza que en ella tiene este grupo guerrillero en particular.
El Ejército de Liberación Nacional tuvo entre sus bastiones y fundadores a dos sacerdotes seguidores de la Teología de la Liberación. Desde entonces, esta guerrilla ha tenido siempre canales de comunicación con la Iglesia y por eso no es sorprendente que confiara en el párroco de San Calixto, Ramón Torrado y el padre Jairo López, párroco de la catedral Santa Ana, en Ocaña, quienes estaban acompañados por otros funcionarios de la Defensora del Pueblo y por el obispo de Tibú, monseñor Omar Sánchez, para entregar a Hernández Mora.
La libertad de la española, de Diego De Pablos y de Carlos Melo se debe en buena medida a los oficios del obispo de la Diócesis de Ocaña, monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos, quien anunció personalmente la liberación de la periodista. El obispo, máxima autoridad de la Iglesia en Norte de Santander, fue determinante detrás de todos los contactos con el ELN y las fuerzas militares para hacer posible el escenario de la liberación.
Monseñor Ángel se ha manifestado en varias ocasiones, desde su púlpito, contra del secuestro, confrontando directamente tanto a las guerrillas como a los otros actores armados ilegales presentes en todo el territorio, especialmente en la convulsionada zona del Catatumbo.
NO ES LA PRIMERA VEZ QUE INTERCEDE
De hecho, no es la primera vez que el prelado intercede en la liberación de secuestrados en esta región del país. Fue a través suyo que se negoció la liberación de Ramón José Cabrales, tras lo cual se hizo posible el lanzamiento formal de la mesa de diálogo entre el Gobierno Nacional y el ELN en Caracas.
Para la liberación de Hernández, el obispo, junto con una comisión de la Defensora del Pueblo, estableció el contacto con los frentes de la guerrilla y estuvo en permanente contacto intentando hacer posible su liberación. Así mismo, fue quien organizó todo el protocolo de liberación de los periodistas de RCN Televisión, secuestrados mientras cubrían la retención ilegal de la columnista de El Tiempo.
“Siempre estuvimos listos a servir, nuestra labor no fue mediar sino simplemente recibirlos”, dijo el padre Jairo López, a los medios tras la liberación de Hernández.
Tal como relató el sacerdote, desde hacía tres días estaban en alerta, tanto en la jurisdicción de su diócesis como en la de Tibú. El jueves en la tarde les dijeron que los periodistas serían entregados en una zona escarpada entre los municipios de Teorama y San Calixto.
Los padres Ramón Torrado y Humberto Márquez también hicieron parte de la delegación. “Era un grupo pequeño. Vinieron solo con la señora y nos dijeron que pronto entregarían a los muchachos del canal”, dijo Márquez.
Proceso de paz con ELN
El secuestro de los periodistas deja en un punto muy débil las negociaciones de paz entre el ELN y el Gobierno colombiano. En marzo pasado, cuando el país conoció el inicio de una etapa formal de diálogos con esa guerrilla, el presidente Juan Manuel Santos fue tajante al decir que la instalación de la mesa de negociaciones con el ELN solo iniciaría cuando se liberara a todos los secuestrados.
El viernes, una vez liberados los periodistas, el presidente insistió: “No activaremos ninguna mesa de diálogos mientras el ELN no libere a todos los secuestrados y renuncie definitivamente a este crimen de lesa humanidad”.
La tarea parece no ser sencilla. La guerrilla no ha aceptado públicamente que se trató de un secuestro. De hecho, en el comunicado que le entregaron a Hernández hablan de una retención que “solo obedece a acciones rutinarias para neutralizar la infiltración enemiga en la zona".
Según los analistas, las posibilidades actuales de que el proceso de paz con el ELN avance, por ahora, se ven lejanas. “Han destruido el poco capital político que tenían con estos secuestros y llegan a este proceso con una condición tremendamente precaria”, dice María Victoria Llorente, directora de la organización Ideas para la Paz.