La noticia tomó por sorpresa a todos. El Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición reunida en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) realizaron las primeras “reuniones exploratorias” para iniciar un diálogo en medio de la difícil situación económica y social en Venezuela.
Representantes de ambas partes conversaron con los garantes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), encabezados por José Luis Rodríguez Zapatero, “en forma alternativa”, se lee en el comunicado emitido por el organismo internacional. Es decir, todavía ambos bandos no se han sentado frente a frente, a pesar de que en una información divulgada por Telesur, planta financiada en parte por el Gobierno venezolano, en la que se aseguraba que sí se realizó una reunión entre los enviados de los dos sectores.
Esta primera información generó molestias en seguidores de las dos fuerzas políticas venezolanas, por la poca transparencia con la que se habría gestado el cónclave, por eso Chúo Torrealba, secretario general de la MUD, salió de inmediato a aclarar: “No hay ‘reunión gobierno-oposición’ en Dominicana”.
Zapatero encabeza la comitiva de Unasur que a mediados de mayo anunció, con una visita a Caracas, su voluntad de impulsar “un diálogo nacional” y que ahora gestiona desde República Dominicana los trámites para que el encuentro sea realidad. En ese viaje a la capital venezolana, Rodríguez Zapatero se reunió con Maduro en Miraflores y con miembros de la oposición en la sede del Parlamento.
El exsecretario general del PSOE calificó entonces como “muy intenso” el trabajo de la misión de garantes que debe abordar “los problemas sociales, económicos, institucionales y de convivencia pacífica” en Venezuela, y en su única comparecencia ante los medios para hablar del tema recordó que tiene conocimiento sobre la actual coyuntura, ya que estuvo en Venezuela como observador internacional durante los comicios parlamentarios del pasado 6 de diciembre.
En estos oficios diplomáticos acompañan a Zapatero el exmandatario de República Dominicana, Leonel Fernández, y Martín Torrijos, presidente de Panamá de 2004 a 2009.
“Hay voluntad de diálogo”
En esta etapa, tanto el chavismo como la disidencia se encargaron de exponer sus “requerimientos” a los mediadores para poder dar inicio a una conversaciones formales que permitan lograr acuerdos de convivencia política, justo cuando los Poderes Públicos venezolanos tienen una abierta disputa que ha sido catalogada como una “guerra institucional”. El Ejecutivo y el Tribunal Supremo de Justicia han torpedeado todas las iniciativas legislativas de la Asamblea Nacional que desde diciembre es controlada por la mayoría de los parlamentarios de la MUD.
En el comunicado oficial de Unasur se afirma que los expresidentes Zapatero, Fernández y Torrijos constataron “que existe una voluntad de diálogo de ambas partes, por lo cual se propuso continuar explorando nuevos contactos en fechas próximas”.
Justo mientras se realizaban las reuniones en Dominicana, el colombiano Ernesto Samper, secretario general de Unasur, sostuvo un encuentro con el Papa Francisco en Roma en el que se abordó el tema de Venezuela. El Sumo Pontífice escribió una misiva dirigida al presidente Maduro hace pocos días y ha expresado públicamente que los líderes del país suramericano deben buscar “formas de diálogo y colaboración entre todos”.
Francisco, argentino de nacimiento, es una figura de gran ascendencia en el continente. Sus gestiones fueron clave en el diálogo entre Washington y La Habana, que acabó con décadas de relaciones diplomáticas rotas y que selló una nueva etapa entre Estados Unidos y Cuba. La mediación papal logró concretar el histórico apretón de manos entre los presidentes Barack Obama y Raúl Castro y fue el primer paso para la normalización entre ambos países, que fueron enemigos durante las décadas que duró la Guerra Fría.
¿Qué han dicho las partes?
Chúo Torrealba, de la MUD, expuso que la coalición que representa fue a las reuniones que se realizaron en República Dominicana con una serie de puntos “indispensables en cualquier proceso de diálogo”: La realización del referendo revocatorio este año; la libertad de los presos políticos, garantías para que los exiliados puedan regresar; y respeto a la Asamblea Nacional y a la Constitución. Estas exigencias iniciales pueden constituirse en una verdadera piedra de tranca para el diálogo, ya que Maduro y miembros de su cúpula han sido contundentes: “No hay forma ni manera que este año haya referendo”, dijo Diosdado Cabello, número dos del chavismo, hace apenas unos días.
El Ejecutivo también ha dicho que en Venezuela no existen presos políticos y que Leopoldo López, el disidente más emblemático de los que está tras las rejas, es un preso común.
Pero desde la oposición perciben debilidad en los que hoy están frente al poder y eso podría flexibilizar sus posturas. “Nunca el régimen estuvo tan solo y aislado. Nunca la lucha del pueblo venezolano por la democracia y la libertad tuvo tantos aliados”, escribió Torrealba en su cuenta de Twitter y por eso desde la MUD se sienten con fuerza.
Aseguran en una carta pública que el “proyecto político” que encabeza Maduro “no cuenta ya con apoyo popular” y eso quedó en evidencia con la derrota en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.
En la región las cosas no pintan favorables para el chavismo tras la victoria de Mauricio Macri en Argentina y la salida de Dilma Rousseff de la presidencia en Brasil, dos países de gran peso que han dejado de ser aliados de la “revolución bolivariana”.
En los próximos días la Organización de Estados Americanos (OEA) estudiará si se activa o no la “Carta Democrática” en Venezuela, a petición de la Asamblea Nacional de ese país. Este mecanismo interregional, aprobado en el año 2001, fue creado para “fortalecer y preservar la institucionalidad democrática en la región”. Si dos tercios de las naciones reunidas en la Asamblea General de la OEA (34) considera que en Venezuela hay una ruptura democrática se puede acordar su suspensión temporal como Estado miembro del organismo.
Ese es uno de los principales motivos que han empujado al chavismo a estimular las reuniones vía Unasur, y así lo ha asomado la MUD en su comunicado, pero Delcy Rodríguez, canciller venezolana, ha atribuido al presidente Maduro “la iniciativa” de diálogo con su contraparte. Según ella, el Ejecutivo está interesado en promover “la paz, el respeto al Estado de derecho y la defensa de la soberanía e integridad territorial”. La canciller, junto a su hermano y alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, y el diputado Elías Jaua, fueron los enviados por el Gobierno a República Dominicana. Por la MUD participaron representantes de los partidos Acción Democrática, Voluntad Popular, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo.
Los líderes del G7 también entraron en la escena venezolana gracias a una declaración conjunta adoptada en la reciente cumbre de Ise-Shima, en Japón. La alianza conformada por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido exhortó al Gobierno de Maduro a “respetar los derechos fundamentales, los procesos democráticos, las libertades y el imperio de la ley”.
El G7 también pidió que se establezcan “las condiciones que permitan el diálogo entre el Gobierno y sus ciudadanos, con el fin de encontrar medios pacíficos para resolver la creciente y aguda crisis económica y política, respetando la voluntad del pueblo”.