“Recep Tayyip Erdogan condena la represión policial en Francia”, informaba este lunes el diario galo Le Monde. Sucedió durante un discurso en Estambul, en el que el presidente turco criticó a las fuerzas del orden francesas por la actuación de antidisturbios -con gases lacrimógenos en algunos casos- en las manifestaciones contra la reforma laboral de ese país.
“Condeno la violencia ejercida por la policía francesa contra la gente que usa su derecho a manifestarse”, afirmó el presidente turco, a quien no sólo organizaciones internacionales de derechos humanos sino que hasta su mayor aliada en la Unión Europea, Angela Merkel, le ha dado un toque de atención recientemente.
“Me preocupa mucho la situación de los medios en Turquía y el destino de periodistas individuales así como limitaciones al derecho de manifestación”, manifestó la canciller alemana al tiempo que anunciaba que cedía a la petición de Ankara para que Berlín diera luz verde a un proceso contra un humorista alemán por su “Poema difamatorio” contra Erdogan. Este mismo martes una miss turca (la de 2006) fue condenada a un año de cárcel por compartir otro poema satírico sobre el presidente en redes sociales, aunque sólo tendrá que entrar en prisión si vuelve a cometer un delito similar.
Erdogan no disimuló el por qué hacía aquella crítica a la policía francesa: “[Los países europeos] nos habían subrayado que estaban preocupados [por la situación en Turquía]. Pues bien, yo también estoy preocupado por lo que sucede en Francia”, remarcó. Su ministro de Exteriores, Tanju Bilgiç, también había mostrado su “preocupación” poco antes y había llamado a los agentes franceses a evitar el “uso excesivo de la fuerza”.
Amnistía Internacional denuncia en su informe anual que en 2015 en Turquía “se abrieron innumerables causas penales injustas en virtud de las leyes antiterroristas y sobre difamación criminal, entre otras, contra activistas políticos, periodistas y otras personas que criticaban a las autoridades o la política del Gobierno”.
Precisamente esa ley antiterrorista es una de las cosas que preocupan a Bruselas por los motivos enumerados por AI y que le ha exigido cambiar a Ankara para llevar a cabo el acuerdo sobre refugiados acordado entre las dos partes. La misma ley que Erdogan se niega a cambiar y uno de los motivos por los que el polémico pacto se encuentra en la cuerda floja sólo un mes después de su implementación, como informó EL ESPAÑOL.
El presidente turco, que recientemente forzó la salida de su primer ministro Ahmet Davutoglu por haberse atrevido a tomar la voz cantante en asuntos como la negociación del acuerdo con la Unión Europea sobre los refugiados, marcó el lunes su liderazgo reiterando también sus ideales musulmanes. Ello, a pesar de que Turquía es un Estado laico que hasta hace poco recibía elogios por ser un país de mayoría musulmana que había sabido separar la fe de la política.
En octubre pasado un tribunal de Estambul condenó a entre dos y 14 meses de cárcel a 244 manifestantes de las protestas contra la deriva autoritaria de Erdogan que llenaron sus calles a finales de la primavera de 2013. Sus delitos fueron “participación en manifestaciones ilegales”, “resistencia a la autoridad”, “daños a la propiedad pública” o “ensuciar lugares de oración”, tal y como recogió la agencia EFE.
Seguiremos el camino que mi Dios y querido Profeta dicen
Esta semana Erdogan ha pedido que las parejas musulmanas no llevaran un control de la natalidad, como ya había dicho en anteriores ocasiones y ha recordado el diario turco Hürriyet. “Diré esto claramente: incrementaremos nuestra posteridad y reproduciremos generaciones. Con respecto a la planificación poblacional o el control de natalidad, ninguna familia musulmana puede involucrarse en una mentalidad así. Seguiremos el camino que mi Dios y querido Profeta [Mohamed] dicen”, aseguró el lunes ante la Fundación Turca para el Servicio a la Juventud y la Educación.
Considera que los jóvenes formados en esta Fundación serán “ejemplares en moralidad (…). Creo que será una juventud que no hará concesiones en su culto”, enfatizó.
Erdogan ha encomendado al nuevo primer ministro, Binali Yildirim, reorientar el currículum escolar para eliminar los problemas de la juventud, según el diario turco.
En el reciente discurso ante los jóvenes les previno sobre los “placeres terrenales”, entre los que incluye la “adicción a la tecnología”, al mismo tiempo que les instó a no unirse al PKK o al Estado Islámico.
“¿Queremos educar a una juventud ideal?”, se preguntó. “Necesitamos fundar y mejorar nuestras propias instituciones empezando por la educación parental y preescolar, hasta la graduación y los estudios de postgrado”.
Los comentarios de Erdogan están en línea con su consejo conocido de tener al menos tres hijos por familia, denostar la cesárea y describir los abortos como “asesinatos”, ha recordado Hürriyet. “Uno o dos niños significan la bancarrota. Tres niños significan que no estamos mejorando, pero tampoco retrocediendo. Al menos tres niños son necesarios para cada familia, porque nuestra población está en riesgo de envejecer”, dijo el presidente turco ya en febrero de 2013, rememora el diario.
En noviembre de 2014 pronunció otro polémico discurso en el que aseguró que “no se puede equiparar a mujeres y hombres; va contra natura”. También rechazó que las mujeres pudieran hacer el mismo trabajo que los hombres “como en los regímenes comunistas” y contó que de pequeño besaba los pies de su ruborizada madre, que los apartaba.
“Madre, no retires tus pies, tienen el aroma del cielo”, asegura Erdogan que le decía. Eso sí, criticó la violencia de género y aseguró que va en contra del islam como “religión de la paz”.
Davutoglu aseguró en abril de este mismo año, cuando aún ostentaba el cargo de primer ministro, que la nueva Constitución a la que aspira Ankara sería laica. Pero las lecciones morales que impartió Erdogan al inicio de esta semana y el reciente cambio de su mano derecha para implantar esa política de conseguir a los jóvenes “ideales” marcan un nuevo hito en islamización del Estado turco con él como autoridad moral.
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