Islamismo y homosexualidad: hacia el delito de lesa humanidad
“Para que el mal triunfe, sólo es necesario que los buenos no hagan nada” Edmund Burke, pensador irlandés.
Una imagen vale más que mil palabras. Y una impactante fotografía de dos chicos jóvenes, casi adolescentes, colgados en una grúa en el Irán de los Ayatollahs dio la vuelta al mundo. De pronto se hizo explícito y notorio, algo que se está produciendo en muchos países del mundo, y que la opinión pública internacional se negaba a considerar. Con esta imagen delante, ya no se podía mirar a otra parte. Y ahora constituía un deber moral el actuar para cambiar esta dramática situación de muchos gays y lesbianas que viven en un infierno particular en más de 70 países, perseguidos y incluso masacrados, especialmente en los países instrumentalizadores del Islam con fines políticos represivos y marginalizadores. Sin embargo, no hicimos nada...
La otra foto, una foto más reciente es la de la masacre acaecida en el club Pulse de Orlando (Florida), donde un confeso seguidor del Estado Islámico dejó a más de 50 muertos y más de 50 heridos. El sanguinario terrorista entró en el club y desprendió su odio apagando la vida de decenas de inocentes, porque días antes había sido "provocado" al ver besarse a dos hombres junto a su familia. La tragedia sigue. Orlando está lejos, pero muy cerca al mismo tiempo. Se trata de Occidente, no se trata de un país alejado de Oriente Medio, y ha constituido la mayor masacre terrorista en Estados Unidos tras los atentados del 11S. ¿Haremos algo ahora?
ESPAÑOLES, LGBT... Y MUSULMANES
Aquí en Europa y en España vivimos en un contexto distinto. Nuestra situación es especial. Aquellos de nosotros que provenimos de familias musulmanas nos encontramos en algún punto intermedio, difuso. Pesa sobre nosotros una sensación de malestar ante tanto odio salvaje y nos lagrimean los ojos frente a la idea de cómo pudo haber pasado algo así en un lugar tan próximo. Orlando no está tan lejos. Nos reconocemos en ella. No es menos doloroso pensar en las numerosas familias y amigos que han amanecido con el corazón desgarrado porque la vida de sus seres queridos ha sido apagada por una persona impulsada por el odio.
Al mismo tiempo, muchos de nosotros, musulmanes españoles, particularmente los que además somos lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, hemos cruzado los dedos, aguardando que el autor fuera al menos un lobo solitario que actuó movido por su propia locura. Algunos incluso rezamos para que no fuera musulmán.
Pero fue así. Rápidamente y como ya va siendo habitual, este crimen atroz alimentó la retórica racista y islamófoba y los mensajes contra toda la comunidad musulmana se han extendido como la pólvora.
Conocemos las consecuencias de estos discursos sobre las relaciones entre las minorías en su sentido amplio. Y si nuestra lucha contra los agentes del fascismo religioso vinculado al islam, somos también conscientes de la existencia y el dinamismo de una islamofobia estructural que espera este tipo de acontecimientos dolorosos para difundir su ideología islamofóbica.
LA REALIDAD LGBT EN EL MUNDO MUSULMÁN
Por encima de diferencias y de experimentos democráticos controlados por las armas, en el conjunto de países musulmanes podemos apreciar una preocupante falta de respeto por los derechos humanos más elementales, unas democracias casi inexistentes, unos regímenes políticos no sólo autoritarios sino despóticos y tiránicos, discriminación de la mujer social y legalmente, falta de libertades civiles y religiosas, persecución de los homosexuales y otras minorías como yazzidíes, cristianos, bahais, judíos..., desprecio a la vida humana en muchos países con una esclavitud si no aceptada sí asimilada, y salvajadas como la ablación y otros excesos en algunos países como amputación de manos a ladrones, lapidación de adúlteras o ahorcamiento de homosexuales.
En general en todos los países de mayoría musulmana, se persigue la homosexualidad legalmente y se penaliza severamente. En total son 10 países y zonas los que castigan con la pena de muerte los actos homosexuales: Afganistán, Arabia Saudí, Irán, Mauritania, Pakistán, Sudán, Yemen y algunos estados del norte de Nigeria y algunas zonas del sur de Somalia. En otros países, la homosexualidad puede ser castigada con cadena perpetua o duras penas de prisión, añadiendo a ello el estigma social y el rechazo mayoritario de su entorno y su comunidad. Si a todo ello añadimos las torturas, los malos tratos por parte de policía y en prisión, incluso hasta castigos físicos como latigazos en plena plaza pública para escarnio social, podemos hacernos una idea de este paisaje nada halagüeño para gays y lesbianas en estos países.
En otros países donde incluso no existen leyes que castiguen expresamente a las personas por su orientación sexual, se aplican otras leyes como la Ley de Emergencia Nacional, y eventualmente se les puede acusar de cualquier cosa: escándalo público, conducta indecente, lascivia, actos antinatura, actos contra la moral y las costumbres, actos contra la religión, actos contra la familia, etc… Cualquier excusa es válida para castigar las relaciones homosexuales.
De forma paradójica, las mismas leyes restrictivas que rigen la vida de los musulmanes, estimulan de alguna forma los encuentros homosexuales. Estas leyes impiden que los hombres y las mujeres tengan relaciones sexuales fuera del matrimonio y siempre con un fin reproductivo. Esta limitación sexual impulsa el encuentro carnal entre los chicos jóvenes, por lo que la bisexualidad es una práctica muy extendida en el mundo árabe. No obstante la sociedad sólo es condescendiente y tolera al bisexual activo, que es considerado como macho. Pero donde hay activos deben haber forzosamente pasivos, personas que sufren un brutal, pero por otra parte hipócrita, escarnio público si sus actos son revelados o descubiertos.
LA LETAL APLICACIÓN DEL ISLAM
Las ejecuciones en estos países son públicas siempre, generalmente en estadios y plazas públicas, para que sirvan de actos ejemplarizantes para los ciudadanos. El 25 de Febrero de 1998 un tanque militar de los talibanes aplastó durante 30 minutos a cinco hombres acusados de prácticas homosexuales. El 22 de Marzo del mismo año, dos jóvenes de 18 y 22 años fueron aplastados hasta la muerte, por una pala excavadora. Ambas matanzas se realizaron ante la presencia de público, y en la primera de ellas estuvo presente el líder talibán Mohamed Omar.
En Irán, que padece una de las dictaduras religiosas más intolerantes del mundo musulmán, la homosexualidad está perseguida desde la llegada al poder de los ayatollahs en 1979. Según varias organizaciones de Derechos Humanos, más de 100.000 personas podrían haber sido condenadas a muerte durante este tiempo, de los que unos 4.000 serían gays y lesbianas ejecutados simplemente por su condición sexual. Hace unos años la imagen aterradora de dos jóvenes iraníes, casi adolescentes, colgados de una grúa en una plaza pública de la ciudad de Mashhad, dio la vuelta al mundo. También se tiene constancia de la ejecución de dos varones homosexuales de 24 y 25 años, en noviembre de 2005 en la ciudad de Gorgan, y de otros casos similares. Imaginemos cuantos casos se producen sin que la prensa internacional pueda publicitar estos actos ejemplarizantes del “viciado modo de vida occidental”.
Muchas veces la simple sospecha de ser homosexual sirve para condenar a un acusado con otras penas, como beber alcohol o el acoso sexual. Actualmente en Irán constituye delito tener relaciones sexuales antes del matrimonio, en el caso de las mujeres, beber alcohol, ejercer la prostitución, mantener relaciones homosexuales, el adulterio y un sinfín de actos que en Occidente no lo son.
En un país en convulsión y desangrado por la guerra civil y el terrorismo como es Irak, el gran ayatollah Ali al-Sistani ha decretado una fatwa (orden religiosa de obligado cumplimiento) contra los homosexuales iraquíes. La milicia ultrarradical Badr, que obedece a grupos radicales chíies bajo control de Irán, ya se están cobrando algunas víctimas. En el Reino Unido, Estados Unidos, Canadá y otros países occidentales ya hay decenas de gays iraquíes refugiados, huidos de estas implacables persecuciones. Tras la relativa tolerancia del cruel régimen de Sadam Hussein, ahora los gays iraquíes son atacados impunemente por todos, incluyendo tanto la policía, la guerrilla terrorista o los grupos radicales. Buen panorama para aprovechar y cobrarse venganzas personales y pequeñas rencillas, o ser objeto de chantajes económicos, cuando no apropiarse sencillamente de propiedades y negocios con total arbitrariedad.
TURQUÍA Y LA LAXA APLICACIÓN DEL ISLAM
Turquía constituía hasta hace un par de años una excepción respecto a los demás países islámicos, obligada más por Europa a ajustar su legislación bajo los parámetros de cumplimiento de los derechos humanos bajo amenaza de no poder incorporarse a la Unión Europea más que por convencimiento propio. Si bien el imperio de la ley no es el mismo en la tolerante Estambul que en el resto del país. En los últimos tiempo la deriva islámica del gobierno turco ha cercenado mucho de estos derechos, ilegalizando organizaciones LGBT turcas y consintiendo la alta violencia y a veces hasta linchamiento de gays y lesbianas en pueblos y ciudades, unas veces a manos de la propia familia en los autodenominados crímenes de honor, y otras por vecinos incitados desde mezquitas o por las declaraciones de algún clérigo islamista.
En otros países islámicos, sobre todo del Magreb, aunque existen leyes que penalizan con años de prisión los actos homosexuales, no se aplican en la mayoría de los casos cuando se realizan privadamente. Estos países castigan la notoriedad, el escándalo público y la prostitución sobre todo. Puede parecernos una actitud suave, pero la prohibición de expresar afecto en público, de tener una pareja y conseguir derechos es un atentado directo al desarrollo integral de la persona, que deber llevar una doble vida con la consiguiente desestabilización del equilibrio psicológico y emocional, además de verse víctimas de chantajes y coacciones. Olvidemos por supuesto la posibilidad de legalizar organizaciones que defiendan derechos para gays y lesbianas, que tienen muchas veces que solapar sus reivindicaciones bajo el manto de organizaciones de lucha contra el sida o de derechos humanos ligths, instrumentalizaciones y excusas a la postre de los propios gobiernos.
El caso de Israel constituye un verdadero oasis en medio de todo este desierto que constituyen todos los países árabes, siendo la única democracia formal en todo el Oriente Próximo, sin meternos en disquiciones profundas sobre las relaciones palestino-israelíes. En Israel los Derechos Humanos son respetados formalmente, incluyendo la homosexualidad. Se trata del único país en todo el Oriente Próximo, que no sólo no penaliza las relaciones homosexuales, sino que tiene legalizados grupos activistas gay-lésbicos, celebran el Día del Orgullo Gay, y ofrece una serie de derechos a las uniones homosexuales. Incluso se ha constituído en país refugio para muchos países de la region, sobre todo para los LGBT palestinos. Todo ello a pesar de las fuertes presiones de los ultraortodoxos judíos, cristianos y musulmanes.
En los últimos años, además de la radicalización de muchos países musulmanes de Oriente Medio, en Asia también los países musulmanes han vivido un retroceso en derechos, al incrementarse la ortodoxia fundamentalista y la implantación de la Sharía en muchos países como en la isla de Aceh (Indonesia) o Brunei.
ESTADO ISLÁMICO: GAYCIDIO EN DIRECTO
La persecución de las personas homosexuales por parte del autodenominado “Estado Islámico” (ISIS, DAESH) se ha recrudecido con la ejecución de 77 personas homosexuales, casi siempre por el brutal método del lanzamiento desde altos edificios para luego terminar de lapidar y aplastar en el suelo con grandes piedras.
Actualmente el Estado Islámico y el islamismo radical constituyen la mayor amenaza internacional contra la población LGBT, convirtiendo las zonas ocupadas de Oriente Medio en un auténtico gaycidio, ante el silencio y la inacción del mundo occidental. Ahora pretenden exportar esta barbarie y exterminio hacia Europa y otros países de Occidente, a través de la formación y catequización en el mensaje islamista radical de muchos musulmanes, muchos de los cuales son occidentales que se han formado y combatido en el Estado Islámico. Debemos despertar de una vez de este letargo y actuar con contundencia en la lucha con estos nazis islamistas que pretenden mediante el terror imponer sus ideas y su fundamentalismo religioso en nuestros países y ciudades, y exterminar a todos aquellos que no piensen como ellos.
Esta implacable persecución debe ser combatida de forma urgente y promover la investigación de estos delitos en el marco de los derechos humanos como crímen de lesa humanidad. Debemos promover de forma activa una causa ante la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional, de forma que tanto el Estado Islámico como otros países y personas sean debidamente investigados, encausados y condenados.
LOS DERECHOS HUMANOS SON DE APLICACIÓN UNIVERSAL
Todo pueblo sin excepciones de ningún tipo, tiene derecho a mantener su propia indiosincracia cultural libre de interferencias ajenas, pero el real cumplimiento de los Derechos Humanos debe ser algo universal y prevalecer sobre cualquier singularidad cultural. Invocar una pretendida multiculturalidad a veces mal entendida, no puede llevarnos a obviar la justa exigencia de cumplimiento estricto de los derechos humanos en estos países. No se trata de inmiscuirnos en asuntos privados o política interna de estos países, tenemos la ineludible obligación moral de extender el cumplimiento universal de los derechos humanos en todos los países de este planeta. Una comparación adecuada puede ser el tema de la violencia doméstica, tan en voga desde hace un tiempo en nuestro país, donde hasta hace unos años se consideraba un asunto exclusivamente intrafamiliar el hecho de que un marido pueda pegar a su mujer sin que vecinos y autoridades puedan inmiscuirse en sus asuntos.
El culpable sin duda en esta lamentable situación es la estricta interpretación de la SHARIA (ley islámica) basada en el Corán, realizada por la corriente dura y radical del Islám. Según los expertos, el Corán no avala en sí estos comportamientos, y está lleno de tales ambigüedades que una lectura crítica sin ser irrespetuosa permite a un tiempo atacar y defender cosas tales como la superioridad masculina, los derechos de la mujer o la cooperación con otras religiones. De hecho tampoco los Evangelios incitan a la violencia, pero una interpretación sesgada de la Biblia fue coartada para justificar excesos tales como las Cruzadas o quemar herejes en su tiempo.
Incluso en pleno s. XIX, y hasta bien entrado el s. XX, la Iglesia Católica se oponía férreamente al liberalismo y la modernización que incluía entre otras cosas: la separación efectiva de Iglesia y Estado, la secularización de la sociedad, democracia frente a regímenes autoritarios y la instauración de libertades religiosas y civiles. Todo ha conllevado a una concepción universal de orden social cuyo centro es el cumplimiento efectivo de los derechos humanos.
El status quo de las sociedades musulmanas está secuestrado por el carácter intocable de la corriente dominante además de la docilidad de los fieles que rechazan cualquier apertura modernizadora al confundirla con occidentalización.
CONCLUSIÓN
Dada la difícil situación actual que viven estos países, el camino del exilio, el refugio en terceros países o una vida clandestina constituyen el horizonte vital más próximo para muchos gays y lesbianas.
La Humanidad ha demostrado reiteradamente que puede sobreponerse a las ideas de ciego seguidismo que toda religión presenta y armar su destino de manera inteligente.
Es necesario que los propios musulmanes encaucen su propio destino, comenzando por la “libertad de duda”, incluso de sus Sagradas Escrituras. Tal como propone Irshad Manji, la activista canadiense de origen Ugandés, hay que recuperar la “Ytihad” (no confundir con “yihad”: obligación de extender el Islam), que es una tradición de la época dorada del Islam (750-1250) que defendía el derecho al pensamiento independiente.
La sociedad occidental debe ser autocrítica sobre su vergonzoso comportamiento al no denunciar o hacerlo únicamente tibiamente la sistemática violación de los derechos humanos en estos países. Quizás la verdadera razón sea que muchos de estos países son productores de petróleo, y Occidente pero sobre todo Estados Unidos prefiere una estabilidad en los precios del crudo a una conciencia moral tranquila. En resumen, se venden derechos humanos por petrodólares. El mundo occidental y sobre todo Europa deben ser los adalides y defensores de los derechos humanos en estos países y exigir una aplicación universal de los mismos. Las ayudas con estos países no puede seguir siendo ciega con esta dramática situación, y la colaboración debe ser activa y constructiva impulsando cambios en estos países.
*Paco Ramírez es el presidente del Observatorio Español contra la LGBTfobia (www.stoplgbtfobia.org)
*Samir Bargachi es el presidente de Kifkif, Organización Española de Migrantes y Refugiados LGBT (www.kifkif.lgbt)