Dispositivo policial frente al centro comercial del ataque.

Dispositivo policial frente al centro comercial del ataque. Reuters

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Múnich se despierta de la pesadilla: "Hay tristeza pero la gente sigue con su vida"

Los vecinos del barrio donde se produjo la matanza intentan recuperar la normalidad mientras se mantiene un importante despliegue policial. 

23 julio, 2016 15:24
Enviado especial/ Múnich

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El barrio de la capital bávara que fue escenario en la noche de este viernes del ataque protagonizado por el identificado como David S., el joven que quitó la vida a diez personas –incluida la suya propia– y causó 27 heridos, aún mostraba esta mañana signos de conmoción tras las escenas de pánico desencadenadas en el ataque. El autor de la matanza que dejó nueve víctimas mortales este viernes utilizó una pistola de 9 mm, con la que aparentemente se suicidó en una calle situada en las cercanías del restaurante de comida rápida y el centro comercial donde la emprendió a tiros.

A los vecinos del barrio donde está el centro comercial Olympia les cuesta encontrar  palabras para describir cómo se han levantado el día después. "Horrible, horroroso" o “catastrófico” son términos recurrentes para calificar el drama de este viernes. Son abundantes los vecinos Moosach – nombre del distrito muniqués donde ocurrió el ataque – que no quieren hablar por "haber estado demasiado cerca ayer de lo ocurrido", según los términos de una señora de mediana edad que declinó responder a más preguntas.

Dino, un hombre de 35 años que pasea a su perro, también estuvo muy cerca. “Yo estuve en el McDonald's en que ocurrió todo, es difícil vivir con eso, hubo niños de doce y trece años muertos, vi a la gente entrar en estado de pánico”, lamenta. “Ni yo ni nadie hicimos nada cuando ocurrió, estamos en estado de shock, tratamos, eso sí, de ayudar a las víctimas”, añade este padre de familia con dos hijos, que pudo llegar a su casa tras el suceso. “Mucha gente necesitó la ayuda de psicólogos”, recuerda.

Una de las ventanas de su apartamento da a la Henchystrasse, en la que aparentemente se suicidó el autor de la matanza. Se encuentra a diez minutos del restaurante de comida rápida donde empezó el drama. Dino muestra en su móvil una fotografía borrosa de las instalaciones de la policía forense alrededor del cadáver. Esa calle está hoy cortada. Está dentro del amplio perímetro de seguridad montado por la policía alrededor del centro comercial Olympia.

Los abundantes comercios que están aquí afincados, permanecen cerrados. La presencia policial es muy abundante. En las inmediaciones del restaurante de comida rápida y del centro comercial hay al menos una docena de vehículos de las fuerzas de la seguridad. “Esta es una zona de seguridad grande, porque lo que pasó ayer también fue grande”, dice uno de los agentes de policías que bloquean la Lassallestrasse. Ésta se convierte más adelante en la Hanauerstrasse, la calle en cuyo número 68 se encuentra el centro comercial Olympia y el McDondald's donde ayer ocurría el tiroteo.

Ba, un inmigrante de Sierra Leona que trabaja conduciendo en la línea 60 de la red de autobuses de la capital bávara, debía hoy llegar conduciendo hasta la parada que tiene al lado del centro comercial. “La empresa me comunicó por la mañana que todo había terminado, que sólo había un responsable del ataque, que estaba muerto y que podíamos trabajar”, asegura.

"Nos escondimos y oímos los disparos"

El tiroteo generó en la tarde-noche del lunes una rápida reacción de las autoridades bávaras, que llegaron a activar la alerta antiterrorista durante casi ocho horas, desde las casi las seis de la tarde hasta las dos de la madrugada de hoy. Durante ese periodo de tiempo, la ciudad se quedó sin metro y transporte público. "Hoy la zona está más tranquila de lo habitual, se nota que hay tristeza, pero la gente sigue con su vida", afirma el conductor de autobuses.

Sin embargo, retomar el día día no igual de fácil para todos. Hussein, un padre de familia de mediana edad con cuatro hijos, afirma que los suyos “están intranquilos, han pasado toda la noche nerviosos”. Le acompaña su hijo de doce años, que ha perdido en el ataque a una compañera de clase de origen albanés. El menor dice no acordarse del nombre de la fallecida, pero su padre entiende que era una buena idea acercarse al lugar del ataque para poner unas flores en señal de duelo por las víctimas. “Hemos perdido varios vecinos”, asegura, aludiendo a quienes perdieron la vida.

A primera hora de la tarde, viandantes como Hussein y su hijo podían acercarse a depositar flores, velas y otros objetos en memoria de las víctimas. La zona más inmediata al lugar del tiroteo seguía, sin embargo, acordonada con una veintena de vehículos policiales. La estación de metro del centro comercial permanecía cerrada, mientras que el tráfico rodado se mantenía interrumpido.

Otro hombre de unos 40 años que prefiere no ser identificado pasó ayer desde poco antes de las seis de la tarde, cuando comenzó el tiroteo, hasta las diez de la noche, en una de los dependencias de un restaurante chino situando en el centro comercial Olympia. Dicho establecimiento se encuentra en el segundo nivel del edificio dedicado a las compras. “No escondimos siguiendo el consejo de la policía”, cuenta. “Oímos los disparos y vimos a la gente alejándose”, añade este hombre, que esta mañana vino en vano a recuperar su coche, que se encuentra bloqueado en la zona precintada.

El tiroteo de anoche generó una rápida reacción de las autoridades bávaras, que llegaron a activar la alerta antiterrorista durante casi ocho horas, desde las casi las seis de la tarde hasta las dos de la madrugada de hoy. Durante ese periodo de tiempo, la ciudad se quedó sin metro y transporte público. La estación central de trenes de Múnich fue evacuada y hasta 2.300 agentes de las fuerzas de seguridad fueron movilizadas para hacer frente a la situación, incluidos miembros del el cuerpo de elite GSG-9, una unidad creada en 1972 tras la toma de rehenes de los Juegos Olímpicos de Múnich.

“¡MANOS A LA CABEZA!”

El ataque ocurrió precisamente no lejos del parque olímpico que acogió esa edición de los Juegos en los que se produjo el secuestro de once atletas israelíes a manos del grupo terrorista palestino Septiembre Negro – allí se llega en tres paradas en metro desde el lugar del tiroteo. Aquel suceso en la villa olímpica terminó en una masacre en la que perdieron la vida diecisiete personas, la de los deportistas, de la los cinco terroristas y la de un policía de la entonces llamada Alemania Occidental.

Durante horas, anoche se especuló con la posible huida de tres supuestos autores del ataque, extremo que no llegó a confirmarse pero que hizo que cundiera el miedo en la ciudad. Se trata, según los términos del periódico muniqués Süddeutsche Zeitung, de “una tarde que nadie que la haya vivido podrá olvidar rápidamente”. Así ha de ser especialmente tanto entre las víctimas, sus familiares , gente como Dino y aquellas personas que tuvieron que ser evacuadas de la zona del ataque siguiendo la orden de la policía: “¡Manos sobre la cabeza!”.