Bogotá

Aunque hace seis años fue rival de Juan Manuel Santos en la contienda electoral a la presidencia, el exalcalde de Bogotá, Antanas Mockus ha decidido acompañar al Gobierno en la búsqueda de apoyo por el Sí. Mockus,  referente a nivel mundial en cultura ciudadana cree que esta es una oportunidad histórica para Colombia, que le permitirá dejar atrás más de medio siglo de guerra.

Mockus contestó a las preguntas de EL ESPAÑOL para explicar las razones detrás del 'Sí'.

¿Por qué votar por el Sí en el plebiscito?

Lo he dicho en diversos escenarios. Prefiero apoyar la paz y equivocarme, que apoyar la guerra y acertar. Hay que votar por el sí porque hay que construir sobre lo ya construido de cara a un problema que ha sido endémico y muy prolongado. No podemos darnos ese lujo. Fueron 50 años de guerra, 4 años de conversaciones. Tener que empezar de nuevo es muy poco atractivo.

La calidad del trabajo hecho por el equipo negociador es difícilmente superable. Otro proceso llevaría condiciones un poco distintas, pero los problemas a resolver serían muy similares: qué va a pasar con los miembros de las Farc, cómo se van a reinsertar en la vida económica del país, pero sobre todo cómo se van a reinsertar en la vida política. El ordenamiento hegemónico actual logró unas negociaciones para el Estado muy favorables con muy poca representación de la guerrilla.

Lo que más tiempo ocupó fue acordar la terminación del conflicto. Y en eso creo muy afortunada conducción en términos de la construcción de terminología. En eso la labor del comisionado Jaramillo dejó una huella muy grande. Es muy interesante en temas de resolución del conflicto. Parte del conflicto obedece al uso irresponsable de alguna terminología.

¿A qué se refiere con la construcción de terminología?

Es lo que Uribe ha hecho de manera efectiva durante toda su vida política. Uno de los aportes grandes de Uribe es la confrontación de términos para definir realidades. Uribe niega la existencia de las Farc. Es una negación verbal. Cuando dice que en Colombia nunca ha habido guerra, está desconociendo un conflicto de más de 50 años. Sin embargo, en esta pelea, da la sensación de que Uribe está solo. Quienes lo acompañan repiten lo que él dice, pero nunca tienen la contundencia de él, en los argumentos que usa para el No.

Por otro lado, el acuerdo es una creación colectiva que puede perdurar más en el tiempo.

¿Cómo explicar fácilmente a quien no conoce la realidad colombiana, que después de 50 años de guerra, existan colombianos que no estén de acuerdo con avanzar en un proceso de paz?

No es fácil porque se ha generado una campaña basada en el temor. Me parece que el argumento más peligroso usado por Uribe es el del castrochavismo, y el que más impacto ha tenido. Hoy es poco probable que Colombia gire hacia esta tendencia ideológica, pero aun así, es un discurso que muchos ciudadanos han creído. Asustar es fácil y políticamente muy irresponsable. Meterle miedo a la gente es un recurso destructivo.

¿Cuáles son las partes del Acuerdo que usted más destaca?

Una de ellas es el acompañamiento internacional. Esa es una diferencia grande con el proceso del expresidente Pastrana en el Caguán.

Pero más allá de eso, me parece que este Acuerdo nos permite cumplir la Constitución del 91 y reactivar el consenso en torno a temas fundamentales para Colombia. Por ejemplo, el tema de reforma agraria, que ha estado en mora durante tanto tiempo en nuestro país.

Hay una desconfianza básicamente de la élite que, sobre el tema, han reaccionado a la defensiva, cuando deberían sentirse más tranquilos. Creen que al menor descuido les van a expropiar.

Así mismo, lo relacionado con narcotráfico, con terminación del conflicto, con reparación y justicia. En términos generales, es un texto que logra avanzar en temas que hasta hace pocos años yo creía imposible poder discutir con un actor como esta guerrilla

¿A qué cree que se debe esto? ¿Qué cambió en Colombia para poder avanzar en este proceso de paz?

Me parece que se dieron varias condiciones. Las Farc venían debilitadas en todo sentido. Santos se encuentra con una guerrilla habida de reconocimiento. Quizás, si yo hubiera ganado esa presidencia, me habría esperado más, me habría asesorado más militarmente a que tuviéramos más ventaja.

Entonces, se presenta una guerrilla que le interesa recuperar su imagen y un gobierno que busca a su vez reducir las hostilidades. Y combinaron ambas necesidades en el escenario perfecto para avanzar en la paz de Colombia.

¿Qué pasa si gana el No?

Significaría echar por la borda 4 años de negociación. Pero más allá de eso, con la alta probabilidad de que las Farc retomen las armas, se generaría una sensación de que a la mayoría no le importan ni las víctimas del pasado, ni las víctimas por venir.

Así mismo, se evidenciaría un desprecio por la fuerza pública que ha estado sentada en estas negociaciones con los que fueron sus enemigos. Y finalmente, se marginaría aún más al campesinado.

¿Y si gana el Sí?

Tras ganar el Sí, duraríamos con una euforia por 4 o 5 años, y el futuro entraría a depender del manejo que se le dé al tema de reconciliación. Hay que sembrar semillas de reconciliación para que este proceso llegue a feliz término.

¿Qué le diría usted a alguien que todavía no decide su voto?

Cuando se hace una negociación hay que quemar las naves. No podemos echar para atrás. Debemos avanzar hacia un país que camina hacia adelante. Esa es la apuesta. En esta etapa, ya es tarde para arrepentirse.