El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, ha insistido en que la paz en su país es un hecho y que el premio Nobel que ha recogido fue "como un regalo del cielo, en un momento en que nuestro barco parecía a la deriva". Y es que el Nobel de la Paz "fue el viento de popa que nos impulsó para llegar a nuestro destino, el puerto de la paz".
Por eso, "quiero anunciar, a ustedes y al mundo, que el pueblo de Colombia, está haciendo posible lo imposible. La guerra que causó tanto sufrimiento y angustia a nuestra población ha terminado".
En su discurso, ha homenajeado a todos los premiados anteriores, "que han contribuido al proceso de paz"; a los "negociadores de La Habana, y me refiero tanto a los negociadores del gobierno como a los de la FARC, mis adversarios" y también a "los héroes de las fuerzas armadas de Colombia que nunca han dejado de defender al pueblo colombiano".
Pero sobretodo a las víctimas, a las que ha pedido que se pusieran en pie para recibir el aplauso de toda la sala y del mundo entero. "Quisiera que las victimas aquí presentes que se pongan de pie para que reciban el homenaje que merecen". Y ha valorado que "mientras muchos que no han sufrido en carne propia el conflicto se resisten a la paz, son las víctimas las que más dispuestas han estado a perdonar y a enfrentar el futuro libre de odio".
Sobrevolando su discurso ha estado en todo momento la figuara de otro colombiano internacional: Gabriel García Márquez, sobre todo cuando ha recordado lo que supuso que ganara el "no" al proceso de paz en el referéndum.
"Los colombianos nos sentíamos como habitantes de Macondo, un lugar mágico pero también contradictorio. Como jefe de Estado entendí la trascendencia de este resultado y me propuse convertir este revés en una oportunidad con más amplio consenso"
Santos ha advertido que con el fin del conflicto colombiano, el hemisferio occidental es un terreno en paz. "Si la guerra puede terminar en un hemisferio, ¿por qué no pueden quedar los dos hemisferios libre de ellas? Podemos atrevernos a imaginar un mundo sin guerras... Lo imposible puede ser posible", ha repetido.
Y ha dado la receta que le ha servido a Colombia para llegar al "puerto de la paz": "El primer paso fue dejar de ver a los guerrilleros como enemigos y considerarlos como adversarios. Hay que asesorarse bien y aprender de los fracasos anteriores. Tener una agenda de negociación realista y que no pretenda abarcar todos los problemas del país. Avanzar con discreción y estar dispuesto a tomar decisiones difíciles, muchas veces impopulares".
Santos ha asegurado que recoge el premio en nombre de "los 50 millones de colombianos, mis compatriotas, que ven por fin cerrar una pesadilla de medio siglo que sólo trajo atraso y miseria. Y sobre todo en nombre de más de los 8 millones de víctimas y desplazados".
Pero ha querido advertir al mundo de que hay una guerra "más dañina de todas las guerras que se libran en el mundo", la del narcotráfico. "Hay que replantear la guerra mundial contra las drogas porque no se ha ganado ni se está ganando. Es hora de cambiar nuestra estrategia".
En sus últimas palabras, Juan Manuel Santos ha insistido en la unidad que necesita la tierra: "Nuestro pueblo se llama mundo y nuestra raza, humanidad". Y un deseo: "El sol de la paz brilla sobre Colombia y que su luz ilumine al mundo entero".