“Me pegaron, me torturaron, me dieron electroshocks colgando cables en los lóbulos de mis orejas. (…) Eso fue el primer día. El resto del tiempo me pegaban puñetazos y patadas indiscriminadamente y con una manguera de goma. Luego estaban las humillaciones. Me escupían en la cara, me dijeron las peores cosas que se le pueden decir a un hombre. Llegué a desear que me mataran”. El relato de Zurab (pseudónimo), de 32 años, es igual al de muchos gays, víctimas de la purga organizada por la policía chechena en los últimos meses.
Cerca de 100 hombres han sido perseguidos y detenidos en centros ilegales entre febrero y abril de este año, según denuncia Human Rights Watch (HRW) en un informe. Sufrieron palizas y torturas y algunos fueron asesinados. “El sistema utilizado siempre era el mismo: les encerraban, les torturaban y les obligaban a denunciar a otros gays. Y el proceso se repetía. Algunos no sobrevivieron”, cuenta a EL ESPAÑOL Tanya Lokshina, investigadora y responsable de HRW en Rusia.
Zurab estuvo retenido durante una semana. A inicios de marzo la policía se acercó a su casa para arrestarle. Le llevaron a un centro de detención ilegal donde estaban otros hombres que supuestamente le habrían denunciado. Le torturaron. Le dejaron sin comer durante siete días. Y al final le terminaron soltando: “Tenía 10 kilos menos y me dijeron que no habían conseguido pruebas de que fuese gay, pero que me mantendrían vigilado”. Pocos días después se enteró de la detención de un amigo que tenía información comprometida sobre él en su teléfono. Cogió sus cosas y huyó: “No podía hacer otra cosa. Tienen datos sobre mí y si se los enseñan a mi familia… si mi padre no me mata, mi tío lo hará”.
Crímenes de honor
No es una hipérbole. “Chechenia es un país muy conservador de mayoría musulmana donde ser gay es considerado una ofensa al honor de la familia”, explica Lokshina. “Incluso si tu familia más directa te apoya y te ayuda a huir, siempre habrá un tío o un primo que puede tomar represalias. La tradición dice que los crímenes de honor están autorizados para la familia más directa pero otros alegarán que, si el padre o el hermano no han sido hombres suficiente para hacerlo, lo harán ellos. Por eso, incluso los que han podido huir a otras regiones de Rusia aún están en peligro, son muy fáciles de encontrar”, señala.
Según los datos de la Red Rusa de LGTB, a mediados de mayo, más de 42 personas habían sido evacuadas de la zona y más de 80 se habían puesto en contacto con la organización en busca de ayuda y de un lugar seguro donde esconderse de los oficiales chechenos y de sus propias familias. “Antes de liberarnos nos obligan a reconocer delante de nuestras familias que somos gays. Luego les dicen que han criado a un pervertido, que somos una mancha en su honor, una mancha que tiene que limpiarse. Nunca dicen la palabra "matar", pero sabemos lo que quieren decir”, relata uno de los testimonios recogidos por HRW.
Durante muchos años, los crímenes de honor se han permitido en Chechenia. “La ley tradicional los acepta y los responsables chechenos, entre ellos el presidente Kadyrov, los han consentido siempre y hasta alentado. Por eso la presión internacional es tan importante”, enfatiza Lokshina.
Desde que la historia salió a la luz, con un artículo publicado en abril por el periódico independiente ruso Novaya Gaceta, y gracias a las sucesivas denuncias por parte de distintas organizaciones, Chechenia se puso en el foco de la comunidad internacional. La presión hizo parar la purga y provocó que Vladimir Putin abriera una investigación sobre el tema. “No tenemos conocimiento de más detenciones, y en ese sentido parece que la persecución se ha acabado, pero no sabemos si hay hombres que siguen detenidos porque hay muchos que no logramos localizar”, declara la investigadora.
“No existen gays en Chechenia”
Lokshina hace hincapié en el papel de la comunidad internacional, tanto para obligar al Kremlin a seguir con las investigaciones, como para ofrecer un sitio seguro a las decenas de homosexuales que están huyendo. “Putin se ha prestado a discutir el tema personalmente y ha hablado con el ministro del interior y el fiscal general. Es la primera vez que pasa algo así, pero estamos seguros de que, si la presión internacional afloja, el Kremlin estará más que feliz de dejar que el tema se caiga de su agenda”, analiza.
A las denuncias, los oficiales chechenos contestaron acusando a los medios y a las organizaciones internacionales de mentir y negando la existencia de homosexuales en el país. El 1 de abril, el portavoz del presidente desmentía las acusaciones: “Si existieran personas de ese tipo en Chechenia, las fuerzas de seguridad no tendrían por qué hacer nada porque sus mismas familias se encargarían de enviarles a un lugar de donde no hay retorno”. “No podemos cometer ningún tipo de acción contra los gays porque no existen en Chechenia. Personalmente pienso que pertenecen a dos metros bajo tierra”, sentenció Magomed Selimkhanov, un diputado de la cámara baja chechena.
“Después de todo el revuelo internacional, Kadyrov afirmó que estaba listo para cooperar con la justicia pero los comentarios homófobos seguían. Durante mucho tiempo Rusia ha hecho la vista gorda a las atrocidades cometidas en Chechenia y si no les seguimos de cerca van a permitir esto también”, afirma Lokshina.
La investigadora subraya que los métodos utilizados ahora no difieren de los empleados con otros 'indeseables' de la sociedad chechena. “Durante años, el presidente ha autorizado la tortura, las detenciones ilegales, las humillaciones contra varias personas 'indeseables'. Ya sean supuestos militantes islamistas o simplemente críticos con el gobierno. Y Rusia siempre ha mirado para otra parte. Está reaccionando ahora porque se siente presionada”.
Periodistas amenazados
Elena Milashina, periodista del diario Novaya Gaceta, lleva años relatando las violaciones de derechos humanos en Chechenia y fue la primera en publicar un tema sobre la purga de homosexuales en el país. El periódico hablaba de detenciones masivas, torturas y aseguraba que al menos tres hombres habrían sido asesinados. La información habría sido confirmada por varias fuentes oficiales. “Llevo años trabajando sobre Chechenia y tengo muchas fuentes en altos cargos del gobierno y de las fuerzas de seguridad que me lo han confirmado”, cuenta Milashina a este periódico en una conversación telefónica.
El revuelo generado por la noticia, de la que se hicieron eco varios medios internacionales, provocó el pánico entre las autoridades del país. “Creo que esta vez, sobre todo, se han dado cuenta de que Novaya Gaceta es la fuente de información sobre Chechenia utilizada por los medios internacionales y eso les asustó. Así que trataron de desviar la atención de la violación de los derechos humanos y ponerla en que yo estaba insultando a la sociedad chechena, tratando temas que violan su ética y sus normas, intentando que la propia sociedad se volviera en mi contra”.
Tras el reportaje, más de 15.000 religiosos y altos miembros de la sociedad chechena se congregaron en la mezquita más grande de Grozny para anunciar una yihad contra ella y los demás periodistas del diario. “Decían que habíamos dañado el honor de la nación y que debíamos ser ajusticiados”.
Acostumbrada a las amenazas, esta vez, Milashina decidió tomárselas más en serio y salir del país. “Siempre me han estado persiguiendo, intentando averiguar mis fuentes y saber de donde saco la información pero ahora, mis fuentes en altos cargos federales me dijeron que los movimientos de las autoridades chechenas indicaban que estaban dispuestas a todo. Decidí salir temporalmente de Rusia y ahora estoy viajando constantemente para poder seguir trabajando”, cuenta.
“Con toda la presión mediática, el Kremlin ha dejado claro, y lo ha dicho públicamente, que Chechenia no puede tomar ningún tipo de medida ilegal en contra de los periodistas. Pero no se puede excluir que alguien, instigado por las palabras de las autoridades y los altos miembros de la sociedad, decida actuar por su cuenta”, avisa Lokshina.
Pese a tener que esconderse a día de hoy, la periodista dice no tener miedo. “No puedes tener miedo si trabajas en Chechenia. Ellos son como animales, huelen el miedo, si te asustas, mejor no trabajar allí. Sin embargo, y esto lo aprendí de mis compañeros, si no tienes miedo, ellos te temerán a ti. Así que simplemente hay que entender los riesgos que existen y seguir trabajando”.
Tal y como la investigadora de HRW, también Milashina pone énfasis en la necesidad de seguir presionando a Rusia para que la investigación llegue lo más lejos posible. “Kadyrov lleva diez años en el gobierno y siempre ha sentido que puede hacer lo que quiera, que saldrá impune. Rusia se lo ha consentido. Pero esta vez puede ser distinto. Por eso tenemos que seguir presionando todos, para que los investigadores ahonden en el tema. Porque esta vez puede que consigamos castigar a quienes torturan, detienen y hasta matan a otras personas. Esta vez puede que tengamos una oportunidad”.